Graciela Borges ultima detalles del reestreno de su obra “Alquimia” en Mar del Plata con la incorporación de la cantante y guitarrista Adriana Barcia, en una apuesta que le genera profundas expectativas como ya no le pasa con el cine, del que decidió alejarse por atravesar el síndrome de burnout, la misma crisis creativa que algunas figuras de Hollywood.
“Sufro de burnout, como Sandra Bullock y Brad Pitt”, contó la actriz a Télam, en relación con sus últimos rodajes, que le produjeron sensaciones asociadas al “agotamiento laboral”, que es un tipo especial de estrés relacionado con el trabajo, un estado de agotamiento físico o emocional que también implica una ausencia de la sensación de logro y pérdida de la identidad personal.
Sin embargo, admite que sus últimos dos películas -junto a Juan José Campanella ( “El cuento de las comadrejas”) y Pablo Trapero ( “La quietud”)- le gustaron pero que le trajeron “muchísimo cansancio” y por eso no volvería a participar de ninguna más.
Musa inspiradora de Leopoldo Torre Nilsson, la multipremiada artista tiene un extenso y laureado recorrido en los escenarios y en los sets cinematográficos gracias a su talento y su calidez actoral. Durante su carrera filmó, entre otros, con Leonardo Favio, Fernando Ayala, Raúl De la Torre, Alejandro Doria, Lucas Demare, Luis Ortega, Diego Kaplan, Lucrecia Martel, Daniel Burman, Marcos Carnevale, Mario Sofici, Manuel Antin y el español Vicente Aranda.
-¿Cómo se decide para emprender una gira, un espectáculo o una película nueva?
-Estoy probando qué me divierte hacer, divertirme en el profundo sentido del término, hacer las cosas bien, no frívolamente. Y pasarla bien. Las películas ya las dejé.
-¿Por qué dice que las dejó?
-Me cansé mucho las últimas dos películas que hice. Las amé, pero fueron muy difíciles. Filmé con Campanella y Trapero, justo antes de este bicho que nos humilló tanto.
-¿Es una decisión definitiva?
-Las decisiones nunca son muy firmes, pero creo que me va a costar mucho. Tuve películas donde hice muchos personajes diferentes, mucha cosa linda, premiada adentro y afuera, pero cuando uno tiene una carrera tan especial se hace muy complicado elegir otra vez. Es raro que te llegue un guion que te guste, que no tengas idea de haberlo actuado antes. Que sea algo diferente, algo por conocer. Me gusta encontrarme con personajes que tenga que ir descubriendo, romperme la cabeza para saber cómo caminan o cómo hablan. Tuve guionistas maravillosos, ahora se me viene a la cabeza Aída Bortnik, que era una genia y contó las historias argentinas como nadie. Lo que quiero es tener ganas. Hace poco me llamó Ana Katz para hacer un pequeño personaje en una serie que está filmando con Carla Peterson y otra gente linda, y me convenció. Me divertí y lo pasé bien, pero fueron solo unos días.
-¿Qué cosas le cansan de los rodajes?
-Sufro de burnout, como Sandra Bullock y Brad Pitt. Que significa algo así como “estar quemado”, a muchos nos pasa esto. Tener que filmar y pensar “otra vez de noche”, “otra vez 17 horas de filmación”, “otra vez repetir letra”. Los directores no usan el viejo y querido fílmico; con todo esto de ahora, pueden innovar y hacer lo que les da la gana simplemente porque no les cuesta.
-Y en lugar de espectadora, ¿sigue disfrutando de ver cine o teatro?
-Siempre. En la temporada teatral como en el cine encuentro cosas divinas, increíbles y logradas. A lo mejor hay cosas de las que uno no espera mucho, producidas con un mango con cincuenta, y te dan mucho. Y otras de las que mejor ni hablar.
-¿Cómo ve esta temporada en relación con la repercusión que tienen las obras, la propuesta artística general y la respuesta del público?
-No pude salir a ver muchas obras porque estoy cuidando mi salud y mi voz para las funciones. Pero me informé, como diría el viejo Borges, y sé que han ponderado muchísimo las propuestas de los marplatenses, lo cual no es una sorpresa. Realmente hay mucho para ver, al punto que no sé si haya público para tantas obras.
-¿Cuál es la particularidad o el encanto de hacer temporada en verano con el público de vacaciones?
-Estoy muy contenta de hacer teatro acá porque siempre me fue muy bien y hace muchos años no lo hago. Es una ciudad que mi madre siempre elegía para vacacionar, por eso me da una fascinación enorme. También veraneamos en Uruguay, y amo a los uruguayos, pero son lugares completamente distintos y hermosos. No hay que caer en comparaciones burdas, sería como comparar al caballo con el automóvil. Lo que te sirve de uno no se lo pedís a otro, ni que vaya tan rápido ni que el otro tenga sangre. A Mar del Plata la veo pujante, linda y movida. Cada año mejor.
-¿Cree que después de la pandemia la relación del público con el teatro cambió?
-No, yo creo que no. Cuando la gente recibe amor, da amor. Al principio se deslumbraron porque volver a ver un espectáculo era un milagro, pero ahora veo un público más tranquilo. Es un gran público el argentino. Tenemos que estar orgullosos de eso.
-En sus redes sociales, muestra a diario una relación entrañable con su nieta, María Jesús. ¿Se modernizó por ella o para ella?
-Es gracioso porque yo le digo siempre que sé mucho de redes sociales y ella me responde “Ay, abuela. Qué bien”. Pero hace poco me llamó por teléfono y cuando ya habíamos empezado a hablar me dijo “mejor si separás el teléfono de tu cara, abuela, porque esto es una videollamada”. Me dice que soy buena pero que nunca la acierto con eso.
-Y su papel activo en Instagram, por ejemplo, ¿es solo por su motivación?
-Hago todo yo. Las cuentas son manejadas por mí y no recibo ayuda de nadie, no tengo secretarios. Sí, mucha gente que trabaja conmigo, creativos, pero ninguno es mi asistente.
-Hizo un posteo sobre el caso Lucio Dupuy...
-Lo de Lucio era algo que tenía que escribir porque lo sentí y me dolió en el alma.
-¿Cómo es su vida en familia?
-Somos muy unidos. Con Jesús voy a todos lados, es divina, humilde, tiene un padre y una madre extraordinarios. Vamos seguido al campo a visitar a Patricia, que fue la última mujer de Juan Manuel (Bordeu), y nos juntamos con sus hijos, somos todos una familia. Difícil de explicarla, pero muy unida. Eso es algo maravilloso.