Buena parte de una generación (que incluye al que esto firma) vivió como un golpe la muerte, hace hoy 10 años, de Gustavo Cerati, uno de esos músicos populares que acompañaron con su arte, como banda sonora, el ritmo de la adolescencia, la juventud y la madurez. Para buena parte de esa generación el paisaje, desde aquel 4 de septiembre de 2014, empezó a parecerse a aquella calle medio vacía, de una ciudad en blanco y negro en la que uno está inserto con la mirada perdida, como en esa portada inolvidable de Doble vida que concibió la mendocina Tite Barbuzza.
Pero pensar en el aporte de Cerati a la música desde lo subjetivo, desde cuánto le gusta a uno o cuánto sonó en su vida, es quedarse con muy poco. La parte más objetiva (mediada, como siempre, por los sujetos) nos demuestra con la escucha de su obra es que el músico estuvo a la altura de los grandes, de esos que él mismo admiraba y que lo influyeron, también, en su forja musical. ¿Cuántos otros músicos son capaces de concebir, si no, canciones como La ciudad de la furia, Sobredosis de TV, Cuando pase el temblor, Prófugos, El rito, De música ligera, Mundo de quimeras, Zoom, Lisa, Puente, Cosas imposibles, Lago en el cielo o Déjà vu?
Autor de esas y otras de las mejores canciones argentinas de los 80 y 90, líder de Soda Stereo —banda que integró la avanzada que superó las barreras del país para expandirse por toda Hispanoamérica— Gustavo Cerati se convirtió en uno de los pilares del rock argentino contemporáneo. Y no fue sólo a base de personalidad. Lo hizo con canciones incandescentes, letras de lírica sutil y a la vez accesible, lo hizo siendo actual y clásico a la vez, y manteniendo una carrera dentro y fuera de su grupo insignia en la que nunca dejó de ser protagonista.
La vida de Cerati y la de Soda Stereo van unidas en cuanto a encuentro con la fama. Sus peinados importados al estilo new wave y los hits hicieron del grupo a uno de los protagonistas del rock nacional post dictadura, a principios de los 80.
Soda se puso a tono de los sonidos que en ese momento movían las patitas del mundo e irrumpió con ellos en canciones como Jet Set o Un misil en mi placard. El grupo estaba liderado por Cerati, lo acompañaban Zeta Bosio y Charly Alberti, y despertó la atención de todos. Con su primer disco homónimo (del que se están cumpliendo ahora 40 años) escribieron el que sería un capítulo inicial que lejos estaba de ser el más exitoso.
De hecho, en 1985 el trío dio un paso más en su evolución con Nada personal, disco donde Cerati dio muestras de su talento como compositor con temas como Cuando pase el temblor o Juegos de seducción, que les aseguró un crecimiento tal en cuanto a público que llenaron su primer estadio de Obras, escenario rockero emblemático por entonces.
Luego llegó el crucial año 1986, aquel en que el rock argentino se hizo internacional, especialmente gracias a bandas como Miguel Mateos/Zas, los Enanitos Verdes y los Soda, que justo por entonces dieron a luz uno de sus grandes discos: Signos, donde había una ristra de éxitos como Persiana americana, Prófugos, El rito o la propia Signos.
Estadios llenos, giras por el continente y premios varios llevaron a la banda a recopilar esa fuerza en vivo con el disco Ruido blanco (1987). Pero ese fue sólo un prólogo para obra de las obras maestras de Soda Stereo, en la que un Cerati de 28 años escribe las mejores canciones. Hablamos de Doble vida, disco de grabación “premium” con como productor Carlos Alomar y en el que es difícil hallar una canción que no se destaque. Aquí Cerati mostró quizás uno de sus mejores momentos como letrista, en canciones como En el borde, Lo que sangra, Corazón delator y la magistral En la ciudad de la furia.
Por supuesto el disco tuvo un impacto internacional y, mientras editaba algunas canciones sueltas (las del EP Languis, por ejemplo), Soda Stereo entró a la nueva década con otra de sus obras cumbre: Canción animal (1990). Se trataba de un disco musicalmente algo más “rockero” que el anterior, con temas que forman parte del inconsciente colectivo argentino, como (En) El séptimo día, Un millón de años luz, Canción animal, Entre caníbales, Sueles dejarme solo y el más hit de todos los hits de Soda: De música ligera. De entre las presentaciones del álbum destaca un concierto gratuito, en 1991, en la avenida 9 de Julio, al que asistieron 250 mil personas.
Dos años más tarde llegó el más experimental de los discos de Soda (Dynamo, 1992), y, también, los primeros pasos hacia un proyecto solista de Cerati: había un desgaste evidente en las relaciones personales de los miembros de la banda y por ello no fue extraño que el líder del trío sorprendiera con Colores santos, en dúo con Daniel Melero, y que, al año siguiente, llegase su primer disco solista: el bello y spinetteano Amor amarillo (1993), donde funge como cantante y coautora de algunas canciones la chilena Cecilia Amenábar, pareja de Cerati por entonces y madre de sus hijos Benito y Lisa.
Pero la historia de Soda aún no se cerraba y en 1995 llegaría, al fin, el último disco de estudio del grupo: Sueño Stereo, gema cuya escucha mejora con el tiempo, y que incluye Ella usó mi cabeza como un revólver, Zoom, Disco eterno y Paseando por Roma.
El fin, tras las giras, llegó: “Buscamos formas de volver a ensamblarnos, porque estábamos fuera del training y del vértigo que teníamos... yo creo que a nosotros nos pasó como a esas parejas que tuvieron una pasión muy grande y que después queda solo el sexo”, contó Cerati al respecto.
Sin embargo, todavía quedarían algunos gestos de despedida inolvidables, entre ellos Comfort y música para volar, disco para grabado para la serie MTV Unplugged. El 2 de mayo de 1997 se oficializó el final de Soda con un comunicado de Cerati: “Estas líneas surgen de lo que he percibido estos días en la calle, en los fans que se me acercan, en la gente que me rodea, y en mi propia experiencia personal. Comparto la tristeza que genera en muchos la noticia de nuestra separación. Yo mismo estoy sumergido en ese estado porque pocas cosas han sido tan importantes en mi vida como Soda Stereo. Cualquiera sabe que es imposible llevar una banda sin cierto nivel de conflicto. Es un frágil equilibrio en la pugna de ideas que muy pocos consiguen mantener por quince años, como nosotros orgullosamente hicimos. Pero, últimamente, diferentes desentendimientos personales y musicales comenzaron a comprometer ese equilibrio. Ahí mismo se generan excusas para no enfrentarnos, excusas finalmente para un futuro grupal en que ya no creíamos como lo hacíamos en el pasado. Cortar por lo sano es, valga la redundancia, hacer valer nuestra salud mental por sobre todo y también el respeto hacia todos nuestros fans que nos siguieron por tanto tiempo. Un fuerte abrazo”.
La gira de despedida fue por todo lo alto en River Plate, meses más tarde, y concluyó con esa frase entre torpe y simpática que lanzó Cerati sobre el cierre: “Gracias… totales”.
Por ese entonces, Cerati privilegió la búsqueda sonora por la continuidad del megaéxito que traía, como inercia, la banda recién “apagada”. Hipnotizado por las posibilidades de la música electrónica, lanzó dos proyectos: Plan V y Roken. Recién en 1999 se dio el regreso tal como lo soñaban los seguidores, y fue Bocanada, un álbum en el que se dio una síntesis entre la última etapa de Soda y los escarceos electrónicos. Así, el disco incluye Verbo carne, Bocanada, Raíz y la hermosa Puente.
Aunque él mismo eligiera morigerar la potencia de su éxito sin ir a grandes estadios a presentar sus discos, Cerati consolidó en la entrada del nuevo siglo un prestigio que, tal vez, algunos esperaban ver ratificado. Tras componer una banda sonora, (+ Bien) convocó al músico Alejandro Terán para dar a luz 11 episodios sinfónicos (2001), un álbum con arreglos orquestales donde, por si hiciera falta, se ratificó como un cantante excepcional.
El disco con nuevas canciones que le siguió a ese repaso orquestal por sus éxitos fue Siempre es hoy (2002), donde regresaba a su gusto por los ritmos electrónicos y traía canciones tales como Cosas imposibles, Karaoke o Sudestada. También, fue un disco con mensajes ocultos, por ejemplo a Déborah de Corral, modelo y cantante que antes había sido novia de su compañero en Soda, Charly Alberti. Quién sabe si en ese amor estuvo parte de las razones de la disolución del trío.
Dos años más tarde, Cerati trajo el que quizás sea su mejor disco solista: Ahí vamos (2006), una placa que más bien parecía un lazo con la estela que dejó interrumpida Soda Stereo, y donde están algunos de los mayores éxitos de su carrera solista: Al fin sucede, La excepción, Crimen, Lago en el cielo, Me quedo aquí…
Casualidad o no, el “más Soda” de los discos solistas de Cerati fue el que precedió también a lo que había parecido imposible hasta entonces: la reunión de Soda Stereo en 2007. La propuesta millonaria que les llegó no les permitió negarse a los shows, aunque sí a un disco con nuevas canciones. Pero el resultado fue Me verás volver, una gira de conciertos multitudinarios que tuvo su correlato luego en un disco doble en vivo. Lo último oficial de Soda.
Hecha la gira, llenos los estadios y los bolsillos, Cerati no se detuvo en su camino artístico personal y en 2009 ya tenía listo su nuevo disco: Fuerza natural, su última obra maestra, que lo llevó de gira y que lo trajo a Mendoza el 12 de abril de 2010, el último de su carrera en nuestra provincia. Y es que, un mes y medio después, llegó la tragedia: tras terminar un recital en Venezuela, Cerati sufrió un ACV. El daño fue tal que postró a Cerati por siempre, viviendo en un estado de permanente inconciencia. Trasladado a la Argentina, sobrevivió en ese estado cuatro años más: a poco de cumplir los 55, un paro cardíaco acabó con su vida. Cerati falleció, claro, pero hoy, una década más tarde, ¿quién duda que sigue igual de vivo en los latidos de su música?
Homenajes por doquier
Los homenajes a Cerati han sido moneda corriente en los shows de este año, de los que Mendoza ha sido testigo. Por un lado, el proyecto Música para Volar ha ofrecido conciertos las semanas anteriores en diversos escenarios locales, con diversas versiones: canciones de Soda Stereo, de la etapa solista, en versiones de banda o con acompañamiento orquestal.
Otras de esas bandas, Planeador V, también pasó por estas tierras con su propuesta.
Por otro lado, Bokanegra (una banda local que lleva tributando hace tres décadas a Soda) también viene haciendo shows en honor a los 10 años de la muerte de Cerati. El próximo de esos shows será este sábado, a las 17, en Uva Gourmet (Cacheuta). Ese mismo día, pero a las 22, la banda tocará también en Ipanema (Godoy Cruz 147, Ciudad).
Shows y homenajes como este se verán en todo el país y América. Por ahora, no hay noticias de presentaciones de los ex Soda (Bosio y Alberti), quienes hace dos años sí ofrecieron una gira con músicos invitados.
Junto a esos shows, los homenajes en otros formatos vienen de lugares muy disímiles. El más reciente llegó de parte de Thalía, quien grabó su versión de Persiana americana, con Charly Alberto como invitado en la batería.
Fuera de los escenarios, este jueves se estrenará Cerati, un programa de entrevistas que reúne los testimonios de biógrafos, colegas y amigos del artista. El especial conformado por cuatro envíos de media hora permitirá conocer la historia del cantante. Se verá a través de la señal de noticias DNEWS, disponible en los canales 700 y 1700 HD de la grilla de programación de DirectTV satelital y en su plataforma regional de TV en vivo y streaming DGO.
El programa se estrenará para Latinoamérica el jueves 5 de septiembre, a las 22 y emitirá nuevas entregas semanalmente.