El humorista cordobés Hugo Varela se presenta esta noche en el Teatro Mendoza, a las 22, con su nuevo unipersonal “Sordos Ruidos”, en el que desplegará todo su ingenio y habilidad para hacer sonar instrumentos creados a partir de objetos cotidianos y así acompañar letras de canciones desopilantes. Varela se presenta en el marco de la Temporada de Humor que se está desarrollando durante febrero en esta sala y que cuenta con talentos de primera línea como el Flaco Pailos (que se presentó el domingo pasado), la instagramer Sole Macchi, el domingo 18 de febrero, y reconocido humorista de astrología, Fede Cyrulnik, el sábado 24.
Las entradas para el espectáculo de Hugo Varela pueden adquirirse en la boletería del teatro o en entradaweb.com y tienen un valor de 11.000 pesos para los palcos bajos; 11.000 pesos para la platea baja entre las filas uno y doce; 10.000 pesos para los asientos ubicados entre las filas trece y veinticuatro; 9.000 pesos para los palcos altos; 9.000 pesos para la platea alta y 8.000 pesos el pullman.
Varela se caracteriza por un humor sin rebusques, expresado en canciones que, tanto nuevas como clásicas -como la inolvidable “Corbata rojo punzó”- destraban carcajadas en el público que disfruta de su estilo despojado y sin artificios.
Sobre un escenario en el que solo se ven varios micrófonos instalados a diferentes alturas, el cordobés domina y completa con su presencia y simpatía el espacio que existe entre sí mismo y el público, desgranando su arte en los versos de cada una de las canciones, que no son más que historias con música.
En charla con Los Andes, repasa los hitos de su carrera, sus comienzos, sus estudios académicos y el día que tocó en una sala de teatro que tenía solo 46 butacas, pero que le valió el éxito que aún lo acompaña.
-Sordos Ruidos es un título espectacular porque remite a muchas cosas
Bueno, en verdad no te ilusiones tanto (bromea). A mí me gustan los títulos porque son como el nombre de uno que lo marca. Este a mí me gustaba desde chico, cuando iba al colegio, y escuchaba estas marchas yo me quedaba pensando en las frases sugerentes: “sordos ruidos”, “oír se dejan” y dije “alguna vez lo voy a usar”. Ahora se dio la ocasión. Además con los instrumentos que llevo también hago sordos ruidos.
-¿Con qué instrumentos nos vas a sorprender?
Bueno, uno como el mago, no dice el truco. Llevo algunos artefactos raros, que tienen que ver con cosas cotidianas, objetos de todos los días medio desestimados y cuando fabrico un instrumento la gente dice “Epa! Mirá vos” y esa cosa suena.
-¿Estudiaste para luthier o es inspiración?
La palabra “luthier” suena muy francesa. A mí me gusta más “fabricador” o artesano. Y estudios académicos rigurosos no hice nunca, pero esto es un oficio que yo comencé desde muy pequeño yendo a un taller. Ahora tengo un lugar enorme lleno de herramientas. Eso me permite meterme en el intento de fabricar cosas, que no tienen parangón o lógica. Primero aprendí a trabajar la madera, después ya me metí en la soldadura y en oficios de todo tipo. Me gusta mucho trabajar con las manos.
-Wikipedia dice que estudiaste arquitectura
Empecé a estudiar en la Universidad de Córdoba un año y medio, y después me mudé a Buenos Aires. Como no me dieron las equivalencias, tuve que empezar de nuevo y llegué hasta cuarto año. Era buen dibujante, perspectivista, hacía ilustraciones grandes de los proyectos de los arquitectos.
-¿Te sirvieron esos estudios o quedaron como una anécdota?
El dibujo para mí es todo. Por ahí no puedo hablar pero agarro un block de hojas y me ayuda a socializar con la gente, para seducir inclusive a una mujer le hago dibujos y con eso, listo... (bromea).
Tengo que aclarar que tengo una historia familiar porque mi madre era profesora superior de Bellas Artes, entonces yo me crié entre bastidores, telas, óleos y aguarrás, y casi como dibujando a la parrilla, entonces a mí me gusta mucho.
-¿Cómo derivó tu vida de arquitectura y artes plásticas al humor con música?
Esto que quede entre vos y yo (bromea), en realidad mi madre amaba la arquitectura, entonces ella me lo metió en la cabeza, y aunque la profesión es hermosa, una vez una novia -uno siempre siempre tiene una novia que te cambia el rumbo- que estaba haciendo teatro me invitó a una clase. Yo fui y volví loco: “Esto es lo mío, es lo que me gusta”.
-¿Ahí empezaste?
Al año siguiente estaba en otra relación, con mi mujer, y estaba por nacer mi hijo. Yo tenía que tomar una decisión de vida. Tenía algunos laburitos -alumnos de guitarra y canto- como estudiaba pantomima tenía un grupito también, dibujaba y hacía diseño. Pero decidí que tenía que hacer un cambio de vida y buscar algo más sólido, entonces largué arquitectura, lo cual fue un cimbronazo familiar, y me armé una rutina de humor. Empecé a buscar trabajo en los restaurantes que tenían show. Me hacía pasar por mi propio representante, llamaba por teléfono y me vendía a mí mismo.
Así empecé a recorrer y a buscar la posibilidad de hacer un show en algún lado, tenía armada una rutina pero no tenía mucho material.
-¿Hiciste cine también?
Sí, sin criterio te diría. La línea sensible era totalmente anárquica. La primera película era con Jorge Porcel y Alberto Olmedo, de Enrique Carrera, se hacía en el estudio Baires y yo tenía que hacer una cancioncita, era algo relativo a lo mío. Hacía de mozo.
Del cine al teatro
Hugo Varela se explaya en el recuerdo de una escena improvisada en esa película que involucraba un locker y él, siendo muy delgado, que permanecía ahí hasta que salía y hacía su parlamento. Como resultado de esas intervenciones logró cierto reconocimiento que le permitió hacer un show propio.
“Fue en Mar del Plata, en el Teatro ReFaSi que tenía tres salitas”, recuerda. “Había una salita más grande que tenía ciento cincuenta asientos, otra más chica de ciento y pico y la tercera tenía 46 butacas. El escenario era de un metro por uno y medio. En esa sala había estado Facundo Cabral el año anterior y largó una frase que decía ‘En este teatro, llenando, es un fracaso’. Pero igual fue increíble porque a mí no me conocía nadie”.
Luego de esa temporada y gracias al boca en boca, Hugo Varela comenzó a recibir el reconocimiento del público y llegó a estar nominado en los Premios Estrella de Mar, compartiendo terna con Les Luthier y Juan Carlos Mesa.
También estuviste dos veces en el Festival de Viña del Mar, es un público difícil…
Sí, cada quince o veinte años, me invitan. Estuve en el 89 y en el 2005. Y sí, público fácil no hay. Aunque el que saca la entrada y va a verte es porque te conoce, eso te da ciertas ventajas. El tema es mantener durante el show el vínculo con el público, porque una vez que te aceptaron, es más fácil hacerlos jugar. Y cuando el público mete el cuerpo y participa, no es solamente que sacó una entrada, fue y se rió.
Pero vos tenés muy claro el momento en que se quiebra el hielo
Sí, había una época en que subía al escenario y les decía “yo soy el humorista, ustedes están ahí y son el público. Les explico: yo voy a cantar una canción y ustedes se tienen que reír, después canto otra y se tienen que reír y si lo hacemos ordenadamente, nos vamos pronto”. Siempre trataba de romper con la cosa tradicional, obvia, y siempre me voy como un perdedor, es el antishow desde el comienzo.
Ficha
Humorista: Hugo Varela
Espectáculo: Sordos Ruidos
Lugar: Teatro Mendoza
Día: 10 de febrero
Hora: 22.00
Precios: Palcos Bajos: $11.000; Platea Baja Filas 01 a 12: $11.000; Platea Baja Filas 13 a 24: $10.000; Palcos Altos: $9.000; Platea Alta: $9.000; Pullman: $8.000
Venta de entradas: Boletería del Teatro y Entradaweb.com