“Hoy Mendoza tiene toda la infraestructura y la preparación técnica para producir una película de Hollywood. Si, encima, el gobierno provincial entiende que hay políticas que permiten atraer producciones extranjeras, eso será algo natural”. El diagnóstico sorprende, pero no viene de un ingenuo, ni mucho menos. El que lo hace es Ramiro Navarro, productor audiovisual mendocino y titular de Frontera+, compañía que (entre otras) produjo la película Mi amigo el pingüino, con Jean Reno, y cuya cinta Simón de la montaña, rodada íntegramente en nuestra provincia, ganó el Gran Premio de la Crítica este año en el Festival de Cannes.
Esta semana, el Gobierno de Mendoza confirmó, a través del Boletín Oficial, la continuidad del programa Cash Rebate (en su etapa III), un sistema de financiación que permite el reintegro de un porcentaje del dinero invertido por producciones audiovisuales que se realicen en nuestro territorio.
Según reza el texto del Decreto Nº 1668 del Ministerio de la Producción local, se otorga “un aporte al Fideicomiso para el Desarrollo del Capital Emprendedor de Mendoza por la suma de pesos quinientos cincuenta millones ($ 550.000.000,00) para ser aplicado a la ejecución del Programa Mendoza Cash Rebate III, el cual fomenta las inversiones en la Industria Audiovisual, ofreciendo reintegros y facilidades a productoras locales, nacionales e internacionales que eligen filmar en la Provincia de Mendoza”.
El último cash rebate, que ofrece una devolución de hasta el 40% de lo invertido, permitió que para las producciones realizadas en Mendoza se empleara un 50% de mano de obra local, gracias a la adjudicación de 17 películas —algunas, aún en rodaje— para una inversión total de más de $2.000 millones, tal como contó recientemente Los Andes.
En un contexto de discusión sobre los gastos en producciones cinematográficas, la continuidad de este programa representa un motivo de celebración para los productores locales. En principio, porque ratifica los buenos réditos que se obtienen con su prolongación, pero también porque ofrece a los realizadores locales la posibilidad de seguir ofreciendo nuevas producciones que seguirán posicionando a Mendoza en el lugar que indica Navarro que está.
“Generar incentivos para la inversión en la industria audiovisual siempre tiene un impacto altamente positivo. Hay que hacer énfasis en que este sector creativo tiene una mano de obra intensiva, con sueldos en blanco y con un efecto multiplicador que impacta en el resto de la economía”, recalca Marcelo Ortega, presidente de FilmAndes, asociación civil que maneja el set de filmación Distrito 33, además de rescatar el patrimonio audiovisual local y monitorear cómo se mueve esta industria.
Con el mismo énfasis se expresa Dámaris Rendon, fundadora de Años Luz, que produjo, entre otras, la película La calma, ganadora del premio de la crítica en el Festival de Toulouse.
“Que Mendoza vuelva a convocar a un cash rebate realmente lo vemos con muy buenos ojos. Es una oportunidad para completar el financiamiento de proyectos audiovisuales acá en la provincia. Sabemos que la industria audiovisual no solamente genera empleos propios de la actividad, sino que también mueve otros aspectos y otros ámbitos de la economía, como son la hotelería, el traslado, la comida. Que Mendoza pueda ver ese movimiento económico que genera el cine es realmente, aplaudible”, asegura la también miembro de la asociación RAC (Realizadores Audiovisuales de Cuyo).
“Que Mendoza haya tenido esta política y en 2023 se hayan filmado 11 películas no es algo menor”, subraya Ramiro Navarro. “Antes vos venías a una plaza que ni aparecía entre las mejores para realizar una producción y hoy Mendoza es la segunda mejor plaza después de Buenos Aires. Además, la mano de obra se desarrolló plenamente. Con nuestra productora fuimos pioneros e hicimos que grandes publicidades se hicieron en Mendoza y con eso fomentamos a los técnicos. Y, por ejemplo, a esos técnicos me los llevé a la Patagonia para producir una película de Hollywood (Mi amigo el pingüino)”.
Justamente ayer, casi al tiempo que Mendoza oficializaba la continuidad del Cash Rebate, la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica parecía saludar esa continuidad con un video que publicó en sus redes sociales, y donde se destacaba, por ejemplo, que “cuando se realiza una película en la Argentina, dos tercios de los gastos se reinvierten en otros sectores” (textil, construcción, transporte, técnica eléctrica, hotelería, etc). Pero, además, destacaba otro “superpoder” de las producciones audiovisuales, que es “promover la cultura de un país en todo el mundo”.
Con la contundencia de un ejemplo concreto, eso mismo es lo que también destaca Ramiro Navarro. “Fijate lo que pasó con Simón de la montaña —advierte—. Esa película estuvo a punto de hacerse en otra provincia y yo luché por hacerla en Mendoza. Después ganó en Cannes y anda hoy por festivales de todo el mundo. Eso es impagable, porque se traduce en algo que no está tan medido, pero es el impacto cultural, turístico y económico que puede traer. Simón de la montaña tuvo una prensa increíble por ganar en Cannes, se habló en más de 12 idiomas de una película que se dijo siempre que estaba rodada acá. Eso, de alguna manera, te impacta”.
Esa convicción es la que motoriza, sin dudas, la continuidad del Cash Rebate, y por eso Celeste Taroppio, coordinadora de la comisión fílmica que promueve y regula las producciones audiovisuales en la provincia (Mendoza Film Comission, que funciona en el Ministerio de Producción) asegura: “Vemos en esta industria la oportunidad de que el trabajo del Estado sea visto como sinónimo de proactividad y generador de buenas noticias, poniendo en valor los paisajes, el talento y la cultura local; y posicionando a Mendoza como destino turístico y de inversiones”.
En ese punto, agrega Marcelo Ortega (también productor en Oeste Films): “La continuidad de estas políticas desde el Estado, coordinadas y consensuadas con el sector privado, son muy buenas para establecer estrategias a largo plazo y que no dependan de los gobiernos de turno”. Y remata Navarro: “El privado tiene que acompañar y mucho. Soy ‘industrial’ en eso: el privado tiene una gran responsabilidad para que esto sea también un negocio, y un negocio para el Estado. Es indispensable que tenga una lógica. Y es nuestra responsabilidad que esto no solamente crezca de manera orgánica con el Estado, sino de manera privada también”.
El cambio en la producción de cine mundial
¿Por qué hoy en día resulta más importante que nunca un sistema como el de Cash Rebate, para promover producciones audiovisuales en un territorio y generar un derrame de beneficios con ello?
Para Mendoza, una provincia que supo tener un megaestudio (Film Andes) en la edad dorada del cine nacional, y que ha visto pasar por su territorio el rodaje de algunas grandes producciones (Siete años en el Tíbet, la más recordada), parece una obviedad desde hace rato que los beneficios pueden ser muchos. Sin embargo, es el contexto no ya provincial o nacional, sino mundial el que hace necesarias estas estrategias. La industria del cine ha cambiado y ese impacto se está sintiendo a nivel global.
El que mejor lo explica es el productor Ramiro Navarro, de Frontera+. “Estamos en una etapa nueva en la industria. Acabo de llegar de Los Angeles, la Meca del Cine, y no está exenta de la crisis del sector: eso no es una cosa de argentina”, asegura. Y explica el porqué: “A partir de la llegada de Netflix se abre una nueva manera de consumo de películas y series a través de una suscripción. Este modelo irrumpió fuertemente en la ventana del cine (que así le llamamos) y fue un batacazo importante para el modelo de estrenos en salas. Lo estoy viviendo con Mi amigo el pingüino: una familia, hoy en día, en lugar de destinar plata a la entrada, al pochoclo y todo lo demás, a veces prefiere esperar a la llegada de la película a la plataforma”.
Eso hablaría de un modelo exitoso y del simple traslado de las viejas producciones al éxito de Netflix y otras. “Pero pasó algo. Netflix decidió de entrada no incorporar publicidad a su contenido, y eso le costó muy caro. Todas las otras plataformas, como Amazon Prime, Disney+ o Paramount, también siguieron el modelo. Y ese modelo no funcionó. Hubo despidos masivos y desinversión. No pudieron sostener el nivel de inversión para las películas”, relata.
Y llega al punto. “Todo eso hace que hoy en día una producción audiovisual sea algo complicado. Ni hablar si le sumamos el factor argentino, donde todo negocio es complicado e incierto. Así que las producciones ‘vuelan’ a los lugares donde haya incentivos fiscales o formatos de rebate, que permitan hacer buenas producciones y sean rentables. No por nada en Islas Canarias, donde hasta 2010 no había ‘nada’, hoy es un polo de producción, con hoteles gigantes y convertido en un vergel de trabajo. Lo mismo, todo el territorio de España. Un dólar invertido se multiplica por 7, porque es la industria que más rubros convoca para su producción”.
