Juan Gualberto Godoy y una conmemoración que no fue

Hace años atrás, surgió una iniciativa para instituir el 12 de julio como Día del Escritor Mendocino. Pese a no prosperar, es fundamental seguir recordando a quien es considerado el primer poeta provincial.

Juan Gualberto Godoy y una conmemoración que no fue
Juan Gualberto Godoy, considerado el primer poeta mendocino.

Hace algunos años surgió la iniciativa de instituir el 12 de julio como Día del Escritor Mendocino, en recuerdo del natalicio de Juan Gualberto Godoy, ocurrido precisamente ese día de julio de 1793. La propuesta no cundió, y así quien es considerado nuestro primer poeta volvió a refirmar su condición de “olvidado” o poco menos.

Precisamente, Juan Pablo López, en “Un mendocino olvidado” (Periscopio Nº 48, 18/VIII/70. Disponible en https://www.magicasruinas.com.ar/literatura/mendocino-godoy.htm) manifiesta lo siguiente: “Extraño destino el de Juan Gualberto Godoy. Poeta de bocacalle, romántico desleído, trovador gauchesco, hombre de ideas, satirista agudo, las historias y las antologías lo saltean con injusticia”.

Resume así el autor el perfil de este militar, político y escritor, capaz de crear y redactar -él solo y en verso- dos periódicos destinados a combatir a sus enemigos políticos. Uno de ellos, El Huracán, comenzó a aparecer el 22 de abril de 1827, bajo el lema: “Una atmósfera cargada de miasmas, sólo la tempestad la bonifica”. Con él, señala Gregorio Torcetta, en La Melesca (https://www.lamelesca.com.ar/un-mendocino-de-leyenda/) “se iniciaba el periodismo de lucha en donde todas las armas eran buenas”.

Muchos de los materiales de El Huracán están redactados en verso, y “constituyen una galería de retratos de personajes reales… Esto motiva que el gobernador Juan Corvalán y su ministro Gabino García firmen un decreto el 22 de mayo de 1827, clausurando la publicación porque desacreditaba escandalosamente el ‘uso útil’ que debe hacerse de la prensa en todo ‘país culto y civilizado’” (Torcetta).

Existe asimismo un hecho llamativo: el primero en interesarse por la obra de Godoy fue el hijo de Domingo Faustino Sarmiento, quien en 1864 (año de la muerte del poeta mendocino, acaecida el 16 de mayo) escribió un opúsculo titulado “Juan Gualberto Godoy; Ensayo biográfico” (disponible en https://biblioteca.org.ar/libros/150109.pdf); en él, augura al mendocino “un puesto notabilísimo en nuestra literatura”, haciéndose eco de las consideraciones del también cuyano Domingo de Oro, que consideraba a Godoy una de las mayores inteligencias argentinas de su tiempo. Ambos textos fueron recogidos en la edición póstuma de las “Poesías” del autor.

Ese reconocimiento de que gozó Godoy por parte de sus contemporáneos tuvo continuación en la consideración académica que en 1917 le dispensa Ricardo Rojas, cuando pondera su vocación literaria, que se sobrepuso a cualquier otra incitación de corte mercantilista: “Hubiera podido lograr la riqueza […] pero no persistió con su vocación industrial porque se lanzó al entrevero de las guerras civiles y a la tentación de las letras”.

En una nota anterior me he referido a la relación de Juan Gualberto Godoy con la poesía gauchesca, en tanto su largo poema (con un título también extenso): “Confesión histórica en diálogo que hace el Quijote de Cuyo Francisco Corro a un anciano, que tenía ya noticia de sus aventuras, sentados a la orilla del fuego la noche que corrió hasta el pajonal, la que escribió a un amigo suyo”, publicado por Félix Weinberg en 1970, luego de haber hallado el manuscrito en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro en 1963. Aquí el mendocino recurre a una de las convenciones fundantes de la gauchesca, como es el encuentro de dos paisanos, aún antes que el uruguayo Bartolomé Hidalgo, considerado el iniciador de esta forma literaria ya que, con toda probabilidad, “El Corro” (como se denomina abreviadamente esta composición) fue compuesto en 1820.

Sin embargo, en la edición de las “Poesías” de Godoy, realizada póstumamente en 1889, este texto no figura, debido a que la atención del antólogo (y del propio poeta) se centra en lo que podríamos denominar su “lírica culta”, y además, el hallazgo del manuscrito exhumado por Weinberg, como ya dije, se produjo mucho después.

Con su condición de poeta popular se relaciona otro hecho, también evocado en la nota mencionada (“¿Un ‘precursor velado’?: Juan Gualberto Godoy y los orígenes de la literatura gauchesca”, publicada en Los Andes el 5 de julio de 2020) y que hace de Godoy el protagonista de la famosa payada entre Santos Vega y un forastero, inmortalizada por Rafael Obligado; episodio que Gregorio Torcetta recuerda con estos versos: “Juan sin ropa había nacido en los viñedos del sol / era un diablo provinciano, unitario y criticón / le decían Juan sin ropa a Juan Gualberto Godoy. / Dicen que Juan sin ropa guardaba un grillo por corazón / con su linaje de duende cascabelero y cuyano / por Dolores fue pulpero y en Tuyú fue payador. / Cuentan que cuenta la historia que a Santos Vega encontró / y al fuego del horizonte el verso los conjuró” (en “Los Duendes del Agua y la Piedra”, 1998).

Modernamente, su obra ha merecido estudios, además de los citados, por parte de Fabiana Varela (“Juan Gualberto Godoy: Aspectos religiosos en su obra”, publicado en la Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza en 2016) y de Carlos Orlando Nallim (“La vis cómica del Quijote en Juan Gualberto Godoy”, editado en la Revista de Literaturas Modernas 19, de 1966), entre otros.

En cuanto a los poemas conservados en el tomo antedicho de las “Poesías”, son de temática diversa, varios de ellos compuestos en Santiago de Chile, ya sea en 1842 o en 1853; otros están fechados en Mendoza y muchos de ellos carecen de indicaciones al respecto; abarcan, de todos modos, un arco temporal amplio que permite conocer la trayectoria total de poeta y exhiben su destreza en el manejo de métricas diversas, incluido el soneto y, en general, versos de arte menor y mayor, en combinaciones estróficas diversas.

Los textos se encuentran organizados en varias secciones: “Poesías diversas” (26); “Poesías eróticas” (6); “Anacreónticas” (6); “Romances” (42); “Poesías patrióticas y guerreras” (9) y “Poesías religiosas” (2). Si ben en algunos casos podemos hablar de “poesía de circunstancias, escrita para álbumes femeninos, también se encuentran otros poemas muy destacables, que sin duda acreditan para Godoy un lugar destacable dentro de las letras argentinas en general y mendocinas en particular.

Valga este pequeño recordatorio como un homenaje a todos los escritores mendocinos, al acercarse el 12 de julio y “una conmemoración” que no fue, y que valdría la pena reinstalar.

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