Julián Chabert, el histórico movilero de Canal 7 está dando un giro a su vida profesional, al dejar el lugar que lo vio crecer durante casi tres décadas, para abocarse a un nuevo trabajo en otro medio. La decisión no fue fácil, sin embargo, en una extensa nota con Diario Los Andes habla de la oportunidad de realizar un cambio y de liderar un proyecto radial que lo entusiasma.
Sin dar datos precisos acerca del nuevo medio en el que va a trabajar, se abrió para hablar, sobre todo, de sus sensaciones y de lo está eligiendo para esta etapa de su vida. Es lógico teniendo en cuenta que está en el momento intermedio entre dejar el canal donde trabajó muchísimos años para iniciar uno nuevo. “Fue muy interesante y me empezó a generar sensaciones muy lindas” dijo en relación a la propuesta. “Yo creo que a veces los trabajos son un poco como las relaciones, uno necesita hacer un cambio en algún momento porque deja de alimentarse y deja de dar lo mejor”. Y agrega: “El canal conmigo se portó siempre bien, es como mi familia, es más, siento que yo soy Canal 7, porque salgo a la calle y la gente no me sabe el nombre, pero me saludan “¡Hola canal siete!”. Son muchos años..”, reflexiona.
A lo largo de su carrera, innumerables situaciones positivas y negativas en la calle haciendo todo tipo de coberturas, le curtieron la piel y lo blindaron con la tan valorada experiencia profesional que, en el caso de Julian, trasciende lo descriptible en un curriculum vitae. Es el chico que se sube a los carros de las reinas para sacarlas del protocolo, al que casi matan unos finqueros enojados, el que puede convertir el embotellamiento diario en el nudo vial en hora pico en una historia digna de ser detalladamente narrada como un hecho insólito, o el que toca las fibras emocionales del televidente contando un hecho sensible sin caer en lugares comunes o golpes bajos, manteniendo el rigor periodístico pero con mirada social y humanitaria. Así de versátil y entretenida es su expertise.
“Yo tenía ganas de hacer otras cosas, venía buscando otros caminos. Creo que a los 50 años tener un proyecto nuevo te rejuvenece. Tengo amigos que los ves y parece que están esperando la jubilación. Claramente todo está en la cabeza”, asegura y recuerda una reflexión que le dejó un programa con el reconocido psicoterapeuta Gabriel Rolón: “Dice que a partir de terminada edad, creo que son los 70 años, entre vos y la muerte están tus proyectos, si tenés proyectos no ves la muerte. Si no tienes un proyecto vital, tenés la muerte enfrente todo el tiempo. No estoy pensando en la muerte pero creo que me gusta pensar en un nuevo proyecto”.
A la vez, se sincera en cuanto al trance emocional de dejar el canal donde se consolidó profesionalmente luego de dos carreras inconclusas y un breve paso por Canal 3 San Martín. “Siento culpa, me siento raro, siento como si estuviera atravesando una separación y tengo que hacer un duelo. Por eso me dejo todo el mes de noviembre para no hacer nada, porque me parece que no está bueno terminar una relación laboral de tanto tiempo y saltar a otra. Este proyecto nuevo lo empiezo recién en diciembre”.
A lo largo de estos años, Julián estableció no solo algunos hitos periodísticos “fuera de la caja” y se ganó un lugar destacado entre los que “hacen la calle”, sino que también encontró la forma de trazar un lazo afectivo con los televidentes, como ningún otro periodista logró en los medios locales. “Hay algo que todavía no termino de decodificar y es lo que me pasa con la gente. Me expresa un cariño que no lo hace con otras personas. A las figuras de la tele las encuentran y se sacan fotos, pero a mí me invitan a la casa a comer milanesas… O sea, es un vínculo tan fuerte que evidentemente eso es mi peso, es mi potencial”.
-¿Con esta decisión tenés la sensación de estar dando un salto al vacío?
Siempre es un salto de fe, por más que te vayas con un contrato, que lo económico esté más o menos resuelto es un salto de fe.
-¿Cómo estás manejando ese vértigo?
Duermo poco, voy mucho al baño, pero también es una adrenalina linda. Si ese vértigo no estuviera creo que uno estaría muerto. Son 27 años en el mismo medio, y siento muchas cosas. Mi mujer me dice “estás insoportable” y sí, ¡más vale! Hay días que no quiero comer, porque no me entra la comida, pero me parece que está bien.
-¿Qué experiencias considerás hitos de estos 27 años?
Primero, creo que mucha gente me tiene emparentado con la Vendimia porque fui el primero en romper el protocolo, jugar con las reinas, meterse dentro del teatro griego. Lo de subirse a los carros también lo hizo Sergio Suárez y Rodolfo Gravina, pero creo que ahí hicimos un poco de escuela y la gente se acuerda mucho de eso.
-¿Te retaron alguna vez por hacerlo?
A mi jefe que le encantaba porque salía muy bien, pero sí la gente del gobierno porque parábamos los carros y nos metíamos donde no se podía. He tenido peleas con Alejandro Pelegrina, que es amigo, pero no quería que me subiera a los carros.
-Hubo un hecho tremendo, cuando los amenazaron con armas
Sí, pero lo que no muchos saben es que después, con ese hecho hice un show de stand up. Claudio Martínez, un gran amigo que murió de covid cuando yo estaba internado, me dijo “tenés que hacer stand up con eso”, entonces armé “20 años de anécdotas graciosas en el móvil”. Si lo pensás, no fue gracioso pero cuando lo empezás a ver, pasaron cosas tan bizarras que te podés reir.
-¿Qué cosas?
Nosotros sabíamos o pensamos que nos iban a matar. Te pongo en contexto: era una nota de trabajo esclavo, una persona que maltrataba mucho a sus empleados, los tenía viviendo en el suelo, 40 compartían un solo inodoro, le sacaron los documentos… Estábamos en ese lugar para hacer una nota y el dueño con un arma, nos dice “Ustedes me cagaron la vida, los voy a matar” porque habíamos hecho un móvil el día anterior y lo habíamos destruido realmente. Nos encierra y llama al hijo, “venite que tengo a los del Canal 7″.
Entonces con el rulo Salazar, el camarógrafo, pensamos “este tipo va a abrir y nos va a disparar. Nos tenemos que proteger”. El Rulo había agarrado una tenaza chica, no iba a hacer nada con eso pero practicaba clavársela entre los ojos. Yo lo miraba y pensaba: “Si no estuviera tan asustado, esto para filmarlo es maravilloso, es una película de Tarantino”.
A la vez, pensé que yo también me tenía que proteger y buscando, encontré una pizzera vieja, de aluminio. La agarré como el escudo del Capitán América, “si el tipo me quiere disparar yo avanzo y me le tiro encima, obviamente el tiro va a traspasar la pizzera pero a lo mejor ya no es letal”. Eso, contado en un stand up fue maravilloso. Cuando te reís, lo empezás a sanar.
-¿Y un buen recuerdo?
Estuvimos en el estallido social de Chile, con Gerardo Tejeda, laburando en vivo una semana entera. Salíamos del edificio y era un mar de gente, todos protestando con razones atendibles. Llegó a haber un millón de personas en la calle en Santiago, fue cuando quemaban las iglesias, era casi una guerra civil y ahí hicimos un laburo maravilloso. Creo que a nivel periodístico es lo mejor que he hecho.
-¿Recibiste algún premio en tu carrera?
Nunca me nominaron a los Martín Fierro. Me enojé, dejé de mandar material porque uno cree que su laburo es valioso y me sentí maltratado. Es más, a la última entrega no fui porque estaba enojado. Si te pones a pensar es una niñería mía, es mucho ego y lo reconozco. Pero no fui, y tuve problemas con mi jefe porque lo armaba el Multimedios, pero tampoco me podían obligar a ir.
Yo he moldeado el laburo a mis necesidades y a mi forma, y me lo han respetado. Eso lo tengo que agradecer porque yo soy muy mañoso, si no me gusta, hago desplantes. Soy medio estrella.
-¿Y eso por qué?
Porque me considero un artista. Yo un móvil lo tomo como un happening teatral, tiene que tener un principio, un desarrollo y un final con sorpresa. Armo todo: acá voy a poner tal cosa, acá vas a girar y voy a hablar de una cabra, pero cuando gires va a haber una vaca. Por eso creo que los móviles son diferentes.
-¿Cómo se te ocurrió hacerlo así?
He sacado más cosas de teatro, por mi formación de actor, que por mi formación de comunicador. Cuando estábamos estudiando Comunicación, con Rodrigo Galdeano, hicimos un curso de teatro con el Flaco Suárez que nos voló la cabeza. Dejamos Comunicación y nos fuimos a hacer la carrera de Teatro.
-¿Terminaste alguna?
No, la de comunicador la dejé a la mitad y para la de teatro me faltó una sola materia.
-¿Cómo es tu vida familiar?
Estoy casado hace 8 años con “la Gringa”, hace 12 que la conozco. Cecilia (su nombre de pila) es divina, es una gran fortaleza en mi vida. Tengo dos hijas, la mayor de una gestión anterior, se llama Valentina, vive en Tunuyán y es la luz de mis ojos. Tiene 17 años y es una filósofa. Va a estudiar psicología, me da consejos, hablamos de todo, está muy bien criada. La madre ha hecho un buen laburo. Mi segunda hija es Luchi, tiene 6 años y nos da vuelta a la casa, nos vuelve locos pero en la alegría de la casa.
Estoy muy bien con mi familia. Viste que el hombre muchas veces tiene fantasías de escape. Antes decían “voy a comprar cigarrillos” y volvían a las dos semanas. Pero cada vez que me escapo por laburo me doy cuenta que quiero volver casi inmediatamente. Está bueno extrañar, te permite saber del grado de amor que tenés por las cosas.
Y habiendo dicho esto, extrañaré Canal 7. Lo nuevo hace más interesante lo que estás dejando atrás. A mí me seduce mucho, me llena de energía conducir un programa y ser la cabeza de un equipo de laburo, eso me encanta. Yo fui cabeza de un equipo de laburo en Mendoza Profunda, un proyecto que hicimos en en el canal, con el que anduvimos un mes y medio sin parar por todos lados, fue muy interesante.
-¿En la radio qué tipo de formato vas a hacer?
Estoy armando un programa que básicamente sea acompañarnos vos oyente donde estés, y yo desde la radio con mi equipo. Es un programa de la mañana, muy rápido. Tiene noticias, pero no es demasiado periodístico porque no es mi estilo. La idea es que sea un programa que tenga es impronta mía de lo humano y social, de acompañarnos y escucharnos. Te doy un uno un ejemplo: Una de las secciones quiero que se llame “Días que no” para esos días en que no te sale nada, para que me llamen y lo charlemos. Necesitamos una psicóloga o un psiquiatra. Que la gente nos elija porque se siente escuchada, atendida, contenida, abrazada.
- ¿Es solo radio o también streaming?
Es las dos cosas. En la radio nos vamos a grabar todo el tiempo pero también vamos a armar cosas especialmente para el streaming. Esa es mi idea. Hay que ver en el medio, pero lógicamente yo lo que estoy pensando es eso porque yo soy un hombre audiovisual, yo todo lo pienso en imágenes. Mi jefe nuevo está lo suficientemente loco como para confiar en mí y un equipo de gente. Pero hay datos que creo que corresponde que los diga la nueva empresa: El nombre de la radio, el del programa (que aún no tiene nombre), el dial… ya se van a enterar.
-¿A tus antiguos jefes qué les dirías?
Agradecerles. Es más, voy a hacer un almuerzo en la casa de mi viejo, en Maipú, de despedida. Lo que más siento es agradecimiento, porque me cuidaron mucho. Cuando te vas, te preguntás si no estarás siendo malagradecido, pero creo que lo planteé bien y les dije que realmente siento que es un crecimiento, y lo entendieron. Me estoy yendo muy bien, aunque estas cosas son sensibles. Así que si tengo que decirle algo a mi jefe anterior es: gracias por estos 27 años, son mi familia.