Julio Le Parc cumple 95 años: la obra inabarcable del mago del color, la luz y el movimiento

El artista mendocino, radicado en Francia, celebra este sábado un nuevo aniversario de vida. Sus orígenes en Palmira, cómo define su obra y el recuerdo de su última visita, en 2017.

Julio Le Parc cumple 95 años: la obra inabarcable del mago del color, la luz y el movimiento
Julio Le Parc cumple este sábado 95 años.

El sol que se pone en la cordillera, los juguetes que inventaba con su hermano, las calles de tierra en una lejana Palmira que por entonces tenía una sola calle asfaltada y en la que, para llevar agua a su casa todos los días, tenía que ir a buscarla en tachos a 50 metros de su casa. El gallinero en el fondo, los pantaloncitos que su mamá le hacía cortando la parte de abajo de los que ya no usaba su papá ferroviario.

Todo esto y mucho más forma parte de ese pasado al que el artista Julio Le Parc vuelve en cada entrevista que le hacen. Es poco común: aunque se fue siendo muy niño de Mendoza, después de que sus padres se separaran y su mamá se fuera a Buenos Aires con él y sus hermanitos, este paisaje lo acompañó para toda la vida. Cuando reflexiona sobre los orígenes de su arte, hoy ya escrito en los libros de historia, piensa en su infancia. “Ciertas cosas de la niñez y la juventud permanecen en un plano interno que está en permanente movimiento”, confesaba hace algunos años a diario La Nación.

Hoy sábado Julio Le Parc cumple 95 años. Casi medio siglo lo separan de ese día en que nació no en Palmira, sino en Capital. “Nunca me preocupé en aclararlo porque no me molesta para nada, al contrario, esa gente ha sido muy sacrificada y muy querida. Allí estaban mis hermanos, mi familia y a pesar de las vicisitudes de la vida de esa época, eso genera en mí un gran recuerdo”, le dijo a Los Andes 2013, cuando vino a inaugurar la esfera roja del espacio cultural guaymallino que lleva su nombre.

Centro cultural Julio Le Parc
Centro cultural Julio Le Parc

Hoy su terruño está en Cachan, pequeña comunidad a pocos minutos de la Torre Eiffel, donde en una comunión fraternal conviven atelier, familia y ese universo de cosas que lo comunican con el pasado. “A veces el sol que se pone en la parte de atrás del taller, que tiene los techos en punta, me trae una oleada de imágenes del mismo sol poniéndose detrás de la Cordillera de los Andes, y los cambios que se van produciendo a medida que el sol baja. Es lo mismo que se producía cuando era chico”, dijo en aquella oportunidad a Los Andes.

Sus piezas (o “experiencias”, como le gusta a él llamarlas) marcaron el op-art (arte óptico, cuyas piezas producen diferentes efectos según donde esté el espectador), el arte cinético (donde el movimiento transforma la obra), el lumínico (donde la luz es el elemento sustancial) y hasta geométrico, como “La Longue Marche”, que hace unos años Hermès estampó en exclusivos pañuelos de seda.

Esas “experiencias” también concretaron una “larga marcha”: zarparon de Latinoamérica en 1958 (gracias a una beca del Servicio Cultural Francés), conquistaron Europa y en los últimos meses se lanzaron a Oriente, con una fabulosa intervención en la fachada de la Maison Hermès Le Forum de Tokyo, donde la firma transformó sus estudios geométricos del color en un ícono del lujo en la era de Instagram.

Le Parc expuso en la Maison Hermès de Tokyo.
Le Parc expuso en la Maison Hermès de Tokyo.

Tan lejos llegó ese mendocino que fue albañil, metalúrgico, aprendiz de curtiembre, librero, actor experimental, portero del Teatro Colón y hasta militante del Mayo Francés en 1968 (por el que fue deportado de ese país por unos meses).

Aunque su obra es abarcativa e hizo de todo, deplora cualquier “ismo”: “En general odio las etiquetas. Yo hago cosas todo el tiempo, toco, huelo, escribo, dibujo, hago proyectos, experimento, voy comparando pequeños resultados, uno con otro. Hay un carácter de experimentación en lo que hago, pero no es una escuela o una tendencia. Que no digan que hago experimentalismo tampoco; sería otra etiqueta”, dijo en una entrevista con Clarín el año pasado.

Quino y Le Parc.
Quino y Le Parc.

Notablemente, sus poderosas “experiencias” tienen una forma primigenia elemental: “La primera relación con una obra sigue siendo el dibujo, el boceto a mano”, explicó Le Parc, que esparció sus experiencias por el mundo. En Mendoza, la esfera de seis metros de diámetro compuesta de cuadraditos de acrílico, que cuelga del espacio cultural que lleva su nombre, es una de las postales más instagrameables de la provincia. Su análoga azul está nada menos que en el hall del Centro Cultural Kirchner (Buenos Aires). Lo dicho: experiencias.

Uno que quedó hipnotizado con ellas fue Pablo Neruda (quien falleció en 1973 el mismo día que el artista cumplía años). Enérgico, escribió en 1966: “Me gustaría que hubiera una Casa Le Parc, un Museo Le Parc y una Galería Le Parc. Una en Buenos Aires, otra en Chile, otra en Caracas, en Guayaquil, en México, en todas partes”. Los mendocinos, tan afortunados que somos, tenemos la nuestra.

Su última visita a Mendoza

En 2017, Julio Le Parc visitó Mendoza, y su itinerario incluyó el centro cultural que lleva su nombre, la escuela que lleva su nombre, el nombramiento de “Padrino Cultural” de la Ciudad de Mendoza, inaugurar una calle con su nombre en Palmira, entre otras postas de la apretadísima agenda.

Pero algo que llamó especialmente la atención fue su visita a ArteH, galería de Hipercerámico, donde se entusiasmó viendo piezas de artistas mendocinos. Esto demostró su interés por tender lazos con las nuevas generaciones.

Le Parc en ArteH, junto a artistas mendocinos. Foto: Gentileza de Daniel Rueda.
Le Parc en ArteH, junto a artistas mendocinos. Foto: Gentileza de Daniel Rueda.

Daniel Rueda, director de ArteH, esboza: “Recuerdo su visita a la sala ArteH Espacio Hipercerámico en el 2017 a muy pocos meses de haberse inaugurado la misma. En aquel momento se exhibía la exposición ‘Mi obra emblemática’ con la participación de 20 artistas mendocinos. En esa oportunidad confirmé una vez más estar ante la presencia de un artista visionario y de un talento que no envejece. Julio es una personalidad icónica para las artes visuales, con una personalidad joven, emprendedora y contagiosa de superación”.

Y remarca: “No puedo olvidar la atención que prestó frente a cada obra exhibida y el diálogo con sus colegas. Todo ello demostró un interés profundo por conocer la escena actual de su tierra natal. Su desplazamiento por la sala sin prisa, a pesar de su ajustada agenda y la posterior conversación de casi dos horas más con todos nosotros, confirmaron que este precursor de arte llegó para quedarse en el arte y la cultura mundial”, nos comparte, aludiendo al carácter universal de este genio mendocino.

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