La muerte de Liam Payne y la autodestrucción: algo está pésimo en el ideal del rock y del pop

¿No son demasiadas las estrellas del pop dañadas quizás por la propia lógica del mundo de la música?

La muerte de Liam Payne y la autodestrucción: algo está pésimo en el ideal del rock y del pop
Murió Liam Payne, ex miembro de One Direction (AP/Archivo).

Ha muerto trágicamente Liam Payne, ex One Direction. ¿No es un caso más en una estela que tiene que preocupar? ¿No son demasiadas las estrellas del pop dañadas quizás por la propia lógica del mundo de la música?

No hace falta escarbar demasiado para advertir cuán romantizada está la tendencia a la autodestrucción en el mundo del rock y del pop. Basta con recordar aquel famoso y desastrado lema que dice “sexo, drogas y rocanrol” —presentado como un catecismo vital de todo aquel que deba entregarse de cuerpo entero a tal mundo— para comprobarlo.

Pero si la historia del género mostró a numerosos soldados caídos bajo ese eslogan, cuya abundancia permite incluso el subgénero del “Club de los 27″ (muertos a los 27 años), parece que esa estela negra está lejos de ceder.

Así es la enorme fortuna del cantante de 30 años.
Así es la enorme fortuna del cantante de 30 años.

La tragedia sufrida por Liam Payne, nada menos que en la Ciudad de la Furia —Argentina parece pródiga en dar noticias de todos los colores— no hace más que confirmar esta nueva ola autodestructiva, en este caso, llevada al extremo. Y es que, si bien el pop puede considerarse una continuidad o una ramificación edulcorada y ablandada del rock original, sin embargo, ese rasgo no muestra ninguna dilución en lo que a excesos se refiere. Casos de estrellas pop como Britney Spears (con secuelas permanentes por sus adicciones), Demi Lovato (corrió riesgo su vida pues llegó a drogarse con fentanilo) o Justin Bieber (quien dijo haber salido a tiempo de una vorágine de drogas y alcohol) muestran una llamativa tendencia al abuso de sustancias, a la recurrencia alarmante de problemas de salud mental, en algunas de las más exitosas estrellas pop de la actualidad.

Demi Lovato arribó a Buenos Aires y revolicionó Ezeiza.
Demi Lovato arribó a Buenos Aires y revolicionó Ezeiza.

Por supuesto que las causas han de ser exploradas con mayor certeza por los especialistas. Pero lo que queda claro es que una cultura como la actual, en la que la fama, la pulsión por el “me gusta”, la explotación comercial excesiva y, sobre todo, la ya mencionada “santificación” irresponsable de los lemas más ridículos de la música actual no ayudan en el asunto.

Tal vez para algunos la autodestrucción por la vía narcótica sea el precio a pagar para el estrellato. Otros deberían más bien oír la voz sabia de un maestro total de la música que hoy les da de vivir, y que pasó por las drogas sin que jamás estas alcanzaran a destruirlo. Nos referimos a Paul McCartney, quien dijo al hablar de Los Beatles: “Nuestra música era demasiado importante como para perder demasiado tiempo en las drogas”. ¿No es tiempo de que ese sea el nuevo eslogan?

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