La poesía de Elleale Gerardi - Por Marta Castellino

Un perfil de la vasta personalidad de este artista mendocino, enfocado en su legado poético.

La poesía de Elleale Gerardi - Por Marta Castellino
La poesía de Elleale Gerardi

Elleale Gerardi es profesor de Artes Plásticas y Letras; pintor, escritor, periodista, crítico de arte, libretista, músico, autor, compositor y además editor, en las diversas facetas de su quehacer artístico ha recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales.

Nació en Mendoza el 30 de diciembre de 1930. A los ocho años, aprendió a ejecutar melodías en la armónica. Y a partir de entonces comenzó su relación con la música (cf. www.todotango.com/creadores/biografia/1509/Elleale-Gerardi/). A lo largo de su vida ha desarrollado un continuo trabajo de autor y compositor de más de mil canciones. Varias obras de su autoría han sido grabadas por intérpretes de reconocida trascendencia nacional e internacional. En música ha obtenido muchos premios: el Segundo Premio Nacional de Folklore, por su obra “Mendoza mía”; el Primer Premio Nacional de Tango, gracias a “Por las calles del barrio”, y el Primer Premio en el Festival Nacional de la Tonada, en Mendoza, por su obra “Canto a Tunuyán”.

Ha obtenido, además, varios reconocimientos de Sadaic como autor y compositor y por su trayectoria. Pero, el más importante de todos fue el otorgado, en forma conjunta, por la Legislatura de Mendoza, la Subsecretaría de Cultura de Mendoza y Sadaic, por el que ha sido designado Embajador de la Música Cuyana.

A la vez es poeta con una obra sostenida y valiosa. Tiene una veintena de libros publicados, desde 1980, en que aparece “El canto de los pájaros”, hasta 2014, cuando aparece “La voz de mis recuerdos”, pasando por una década fecundísima -la de los 90- con varios títulos como “Labrador de palabras” (1992); “El sol de los poetas” (1993); “Piedras del pan de piedras” (1995); “Corazón encuadernado” (1997); “Guijarros de sol y sombra” (1999), “Las palabras de la palabra” (2004) y varios más. La enumeración por cierto es incompleta y atañe sólo a su obra lírica, si bien ha incursionado igualmente en el campo de la narrativa, con un volumen de cuentos publicado y colaboraciones en numerosas antologías. Obtuvo el primer premio de poesía, por su obra “El polvo de la vida”, otorgado por Editorial Jirones de Azul, de Sevilla, España.

A lo largo de los años, el poeta ha elaborado un auténtico sistema literario; un orbe poético preciso en su arquitectura, riguroso en su voluntad de significar a través de la palabra: en primer lugar, se advierte un poeta obsesivo de la forma, desvelado por la belleza formal, arquitectónica, del poema. Y no solo del poema en cuanto unidad cerrada en sí misma, sino también del libro en su totalidad.

Esto se traduce, por ejemplo, en la creación de una forma estrófica propia y personal, la “gerardina”, que constituye volúmenes completos como “Tres monedas de sol” o sus “Oraciones descalzas”, y que “para facilitar la labor de los investigadores, de los analistas, de los críticos, de los sabuesos de las letras”, él mismo se encarga de definir como “una forma breve. Un pequeño poema de seis versos, en los que el poeta debe decir, en resumida síntesis, todo el contenido del mensaje a transmitir”, formado por dos tercetos, el primero, compuesto por versos de arte mayor y menor; y el segundo, por versos de arte menor, todos ellos rigurosos en su medida.

También se vale del soneto, la forma más perfecta y difícil de la lírica española, que utiliza ocasionalmente (por ejemplo, en “Piedras del pan de piedras”)- o se expresa con entera libertad métrica, pero siempre en busca de la perfección de su ritmo interno.

Y para recorrer la enorme riqueza de vivencias que la palabra de Elleale esconde, para caminar los senderos de este orbe poético compacto y musical, podrían tentarse diversas rutas. De hecho, ya las han trazado los críticos que se han ocupado anteriormente de su obra. Por ejemplo, Alex Miller al comentar “Tres monedas de sol” señala cuatro temas cardinales en su poesía: Dios, el hombre, el poeta y el amor. También podría agregarse, a la luz de algunos poemas, un sentido social ante el dolor, la injusticia y la marginación, con profundo valor testimonial. Así se ponen de relieve otras dos claves de su poesía: el fondo entrañable del que brota el verso, junto con la actitud lúdica que habla de la perenne juventud del alma y su confianza puesta en los valores humanos universales.

Además, se trata de una poesía dialógica, no sólo en el sentido en que, como cualquier libro poético logrado, dialoga con sus lectores, sino por una instancia de enunciación que –sobre todo en el caso de su último libro, una colección de poemas amorosos- insiste, casi obsesivamente, Enel uso de la segunda persona verbal. Así, el poeta asume el rol prototípico del amado, del amante y se dice a sí mismo y al otro, el ser amado.

Igualmente, cabría destacar la gran calidad metafórica de su lenguaje poético, no hermético propiamente, pero sí denso de contenido, de asociaciones inconscientes –esas “secretas correspondencias” de que hablaba Baudelaire- que hablan de la dimensión mistérica que Gerardi privilegia en el mundo, como condición esencial para el surgimiento del verbo poético. A ello se agrega la riqueza sensorial, en un intento de aprehender la vida en plenitud. Metáfora e imagen, pues, se erigen en las principales estrategias constructivas de los poemas, junto con otro recurso digno de destacarse por su abundancia y por su importancia significativa: el juego de conceptos opuestos, antitéticos y como característica de los poemas de su última etapa, la tendencia al símbolo, lo que habla quizás de un grado mayor de esencialización de la experiencia poética., con el empleo de esta figura que en su aparentemente mayor simpleza, logra proyectar el sentido del poema en múltiples direcciones, cifrando en un objeto todo un conjunto de significaciones de índole afectiva o espiritual.

Finalmente, destaca su aptitud –“huidobrina” la llama Miguel Reyes (uno de sus críticos), en homenaje al autor del creacionismo- para crear y recrear palabras, para realizar genuinos hallazgos léxicos, para romper con los estereotipos del lenguaje común.

Todo lo enunciado erige al poeta Elleale Gerardi en una de las más destacadas voces líricas de Mendoza, por los acentos personales de su obra y por la sentimentalidad esencial que la informa y la hace asequible a todos, por ese fondo humano en que todos los lectores podemos reconocernos como en un espejo. El espejo del arte de que hablaba Jorge Luis Borges cuando hacía su expresión de fe poética: “El arte debe ser como ese espejo / que nos devuelve nuestra propia cara”.

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