La perturbadora idea de que un ser querido se quite la vida es bastante difícil de sobrellevar, pero si esa misma idea la trasladamos a las mascotas -que también son seres queridos y parte de la familia- la situación se vuelve aún más intransitable. “Perros del viento”, la nueva película protagonizada por Luis Machin, -que estrena en Cinépolis Mendoza y Cinemark Palmares el 15 de septiembre- plantea este problema que, según un mito urbano, aqueja a los perros de la ciudad de Rosario.
El film, dirigido y guionado por Hugo Grosso, entreteje a este drama peculiar una historia de amor trunca entre Ariel (Luis Machín) y Laura (Gilda Scarpetta) quienes se reencuentran después de varios años, gracias a que la trágica muerte del perro de Laura llega a oídos de Ariel, que está exiliado en España y decide volver a Rosario para investigar el tema.
La película cuenta además con las actuaciones de Roberto Suárez, la actriz española Estrella Zapatero, Carlos Portaluppi y Lorenzo Machín, hijo de Luis y Gilda; y los locales Juan Nemirovsky, Roberto Moyano, Claudio Danterre, Mirta Maurizi, Gustavo Guirado, Adriana Sabbioni y Miranda Postiglione, entre más intérpretes.
En una entrevista con Los Andes, Luis Machin habla de los altibajos en el rodaje durante la pandemia, el proyecto familiar, el mito que se sostiene como consecuencia del suicidio canino y -con orgullo- del desempeño de su hijo en sus primeros pasos como actor. Además habla de su otra película “Siete Perros”, el drama de un hombre solitario que convive mejor con sus mascotas que con los vecinos.
¿Cuándo filmaron “Perros del viento”?
Esta película se hizo el año pasado, grabé con muchas restricciones debido a la pandemia, de hecho nosotros por franja etaria no estábamos vacunados. Está mi mujer, está mi hijo, y nos llamaron para vacunarnos en el medio del rodaje y nos tuvimos que ir de Rosario,. donde se estaba filmando. Volvimos y seguimos con todos los extremos, con burbuja y todos los protocolos.
Te imaginaste alguna vez trabajando en una circunstancia de pandemia?
Si bien uno estaba sobre aviso de que estaba afectando otros lugares del planeta y no te podés imaginar que va a ocurrir en la magnitud de lo que fue y siempre con la sensación de que esas cosas ocurren en otros lugares. Como cuando uno veía a los orientales usando barbijo y lo veíamos como algo extremo, de otro planeta.
En la película también está tu hijo Lorenzo. ¿Fue su debut?
No, nosotros hicimos otra película también en Rosario que se llamó milagro de otoño y Lorenzo tenía 9 años. Esa película se estrenó en cines el año pasado de manera virtual. También hicimos juntos un homenaje por los 40 años de la guerra de Malvinas, eso lo grabamos el año pasado también en Rosario, que es el común denominador. Hicimos un cortometraje y un videoclip, así que no es su debut pero sí son sus primeros pasos con mucho entusiasmo.
¿Cómo es para vos trabajar con tu hijo?
Muy conmovedor pero por momentos no pensaba que era mi hijo y creo que esas son de las mejores cosas que pueden pasar. Yo estaba con un actor, no con mi hijo y eso me conmueve mucho, porque yo veía a un compañero, un colega, alguien que se entregaba de manera muy franca a lo que hacía con mucha alegría no solo en su área. Él me acompaña desde chico y yo siempre vi en él mucho interés: si estamos en el teatro va a la boletería y pregunta cuánta gente hay, habla con las acomodadoras, a la boletera, en el rodaje ayudaba ala gente del catering a poner las mesas, todo con mucho entusiasmo y espíritu participativo no solo como actor sino como equipo y eso me pone muy contento porque hay algo en la forma de relacionarse con los otros que es de mucha entrega y eso me produce orgullo. Un dato no menor es que en la película también trabaja la madre
¿El perro era de ustedes también?
No, el perro no pero sale mi hija haciendo una participación, cuando pasa por detrás pidiendo algo a la pochoclera. Entonces se convirtió en un proyecto familiar de mucho tiempo, porque lo venimos soñando hace más de 10 años. Con eso bromeábamos porque tuvo varias reescrituras, idas y vueltas por las condiciones del INCAA, entonces decíamos " si se sigue postergando la película, el personaje de Juani lo va a terminar haciendo Lorenzo (que era un bebé) y terminó siendo real. Fue como una especie de empresa familiar.
¿En qué se funda el mito de los perros que se suicidan?
Es un hecho real, que después empieza a tener algo de mito. Los perros se suicidan allí en gran cantidad, desde los años 90. Después se empezaron a tomar precauciones en relación a las barandas que hay, pero se han suicidado cantidades de perros. De hecho una de las veterinarias con las que hablé para la película atendió a más de treinta perros. Después se fue convirtiendo en mito y ahora se habla de que Rosario es un portal a otra dimensión y de que los perros al tener una percepción que los humanos no tenemos, van en busca de la apertura de ese portal y ahí un montón de cosas, por ejemplo un shopping que se llama El Portal.
¿Nunca hubo una investigación de tipo científico?
Hay distintas versiones, algunas sostienen que los perros escuchan como se arremolina el viento que produce un sonido particular no perceptible por el humano y que ellos corren hacia esto, no advierten que ahí hay un vacío y saltan a en busca de ese llamado. Otros, que el vuelo de los pájaros queda a la altura de la línea del horizonte y que ellos van en búsqueda de esa presa. Hay distintas versiones. En su momento yo estuve investigando un poco y leí que hay un puente en Escocia en donde los perros se suicidan, así que en otros lugares del mundo también sucede esto, pero Hugo Grosso, que es el director y guionista de la película tomó este acontecimiento como disparador para contar una historia de encuentros y desencuentros amorosos.
En Mendoza está previsto el estreno en dos salas, pero además tienen previsto el estreno en streaming o festivales?
En streaming se intenta que sea posterior al estreno en salas. Sobre todo porque post pandemia el porcentaje de personas que asisten a las salas de cine se ha reducido en un porcentaje altísimo. La gente se acostumbró a ver las películas en la comodidad de su casa y se fue diluyendo toda la mística que genera el compartir con otros en una sala de cine. Entonces nuestra idea es que se sostenga lo más que pueda en cines. Luego seguramente estará en Cine.ar, en el espacio INCAA y luego seguramente en alguna otra plataforma. Y por supuesto que todo lo que sean festivales siempre son bienvenidos porque son lugares donde uno puede cotejar con filmes de otras culturas que nos permiten ver cómo vivimos. Y siempre es reconfortante saber que la película de uno se está viendo en lugares tan distintos.
Siete perros se estuvo viendo en El Cairo, esta semana en Nueva York, Santa Bárbara, Chicago.
Siete perros, tu otra película, es muy emotiva y da la sensación de que el protagonista es un hombre que está muy solo
No sé si la soledad de Ernesto, que es el protagonista de Siete Perros, es más grande que la de Ariel, que es el protagonista de Perros del viento. Son historias de diferentes soledades, de personajes solitarios. En el caso de Ernesto, no sabemos exactamente el motivo, si el lo decidió o si se impuso así la vida, pero él comparte su cotidiano únicamente con esos siete perros y con su hija que está lejos, en otro país, y no tiene mucho más contacto que a través del teléfono o un Skype que le cuesta muchísimo porque no tiene conocimiento virtual. Pero es una historia que invita a que seamos más solidarios y que invita a que miremos a la otredad con mayor cercanía. Que los problemas que le acontecen a uno nos acontecen a todos. Con la pandemia ha quedado más claro que nunca. El otro día escuché algo que resume bastante lo que es la globalización del planeta: “Estornudás en China y te engripás en Buenos Aires”. Siete perros tiene mucho de eso, de cómo mirás al vecino y cómo él nos mira, cuánto entiende de nuestra situación o decisiones, cuánto las respeta, en qué medida somos capaces de comprender las decisiones del otro, cómo interfieren nuestras decisiones en la vida comunitaria.
Pude cotejar con personas que fueron en festivales a las dos proyecciones en las que estuve y te digo que es una película muy conmovedora, yo la vi dos veces y me partió al medio, y eso que soy muy crítico con mis películas. Me pasó de emocionarme conmigo mismo y es medio psicótico si uno se pone a pensar, porque te estás viendo a vos, y ese “vos” es otro que a la vez te emociona. Entonces eso es un mecanismo que se pone en funcionamiento para los actores y que es muy curioso, único.
¿Siempre sos crítico con tus trabajos?
Depende del formato. En televisión uno es más piadoso, por lo menos de la televisión que se está yendo, que es la de las telenovelas, tira diaria o unitarios, que te daba un espacio donde corregir cosas del personaje o vivirlas a medida que las ibas creando y formaban parte de tu cotidiano. Esos personajes se iban moldeando a lo personal y con los otros actores y la historia no estaba completa desde el principio, sino que iba tomando virajes que no estaban previstos, entonces te daba posibilidades de corrección y de revisión. El cine es muy distinto, porque no podés corregir una vez terminada la película. La última instancia de corrección es el montaje donde los actores no participan.
Y después tiene multiplicidad de lecturas. Uno ve una película ahora y la ve dentro de cinco o diez años y es otra película. No resuena de la misma manera El Padrino cuando la ves la primera vez a la segunda o tercera.
Y soy crítico en la medida que puedo, soy una persona que pasa muchas horas trabajando y ensayando, errando, leyendo. Le dedico mucho tiempo, me gusta lo que hago y me gusta abarcarlo desde varios territorios. Me gusta cotejar lo que hicimos con los directores.
Como actor uno pretende generar una realidad distinta, no una mentira. A veces se piensa que la actuación es una mentira hecha verdad pero me parece mucho más atractivo como concepto que posibilita generar una realidad diferente.