Luis Machín es tantos personajes como él solo puede crear. Desde personajes icónicos de la televisión -como el recordado Luis Emilio Arostegui III en “Viudas e Hijos del rock and roll” -, hasta un puñado reconocible de otros reales llevados a la ficción como Manuel Belgrano, Adolf Hitler, Oscar Anderle en “Sandro de América” y la última sorpresa: es Sigmund Freud y Domingo Cavallo.
Le puede dar vida a cientos de personajes, reales o de ficción, y llevarlos a un plano tan real que solo cabe la emoción. Y después de más de 25 años de camino en el oficio, Machín ya es considerado, y con justa razón, un “todoterreno”. Además de manejar el pulso de las cámaras, en las tablas sabe encontrar esa organicidad justa que se requiere para el aquí y ahora.
Y precisamente es lo que logra en “La última sesión de Freud”, la comedia dramática en la que encarna al padre del psicoanálisis, en un duelo de actores junto a Javier Lorenzo en el papel de C.S Lewis, bajo la dirección de Daniel Veronese.
Después de una excelente temporada en avenida Corrientes, comienza la gira nacional en nuestra provincia, con tres funciones, del viernes 30 de junio al domingo 2 de julio, en el teatro Mendoza.
“Tuvimos una muy buena temporada. Estrenamos en Buenos Aires el 6 de enero y hasta hace un mes y medio hicimos funciones y retomamos con la gira que empieza en Mendoza. Después iremos a Córdoba, volvemos a Rosario, La Plata y una gira por Buenos Aires. Pero con mucha expectativa, porque es una obra que ha tenido una repercusión importante”, afirma Luis Machín al teléfono en un día que es feriado nacional, aunque para él no lo es.
Los últimos días de Freud y el dilema de la vida
Doce años atrás, Luis Machín descubrió la pieza, que este verano repuso, pero en la piel de Freud. En escena, retrata el encuentro de dos hombres que viven y discuten los grandes temas de todos los tiempos, con inteligencia y humor. El contexto es la casa del psicólogo en Londres, en plena Segunda Guerra Mundial. Ambos discuten como si fuera un juego de ping pon sobre la existencia de Dios, el amor, el sexo y el significado de la vida.
“Es la segunda vez que la hago y siempre me quedó la idea de que había mucha gente que tenía ganas de verla. Pasaron doce años hasta que volvimos a juntarnos para hacerla. Y además yo quería hacer el personaje de Freud. Es todo un desafío, porque es el hombre al final de su vida, a los 83 años. Así que la composición demanda una atención particular. Siempre lo admiré y además me psicoanalizo hace muchos años, y ha estado muy presente en mi vida. El psicoanálisis me sacó de muchos inconvenientes y es un poco la forma de agradecerle por lo que hizo por mí. O por tantos (ríe)”, dice.
-Todo lo contrario a los detractores del psicoanálisis. ¿Eso te da un plus a la hora de interpretar el personaje?
-Eso reside en la curiosidad personal. Pero cuando uno se pone a trabajar, es más lo técnico que tenés que resolver, a la magnitud del personaje. Estoy componiendo a un hombre de bastante más edad de la que yo tengo. Además en el final de su vida, con un cáncer de laringe que lo torturó los últimos quince años, en una época donde la gente no vivía tanto tiempo. Y haber llegado a esa edad con esa enfermedad habla de una fortaleza muy particular. Y son rasgos que se tienen en cuenta a la hora de la composición.
El psicoanálisis está arraigado a los argentinos, por eso la curiosidad de la gente de ver la obra. Es como ir a ver un ratito a Freud. Muchos me dicen eso al terminar la función, y eso es muy convocante para mí. Porque el Freud que se imaginan que lo puedan ver en escena y en la obra es maravilloso. Y navega en el borde de una comedia dramática, con un humor muy ácido. Y en ese encuentro con dos pensamientos opuestos se produce una especie de ping-pong, porque son dos temáticas que nos atraviesan en la humanidad, que es la ciencia y la religión. Y en algún lugar te emboca, porque son preguntas que nos hacemos en la vida de manera seguida.
-Viene a acompañar un fenómeno que nos atraviesa, que es la búsqueda de la terapia para el crecimiento personal y el cuidado de la salud mental.
-Cuando era chico escuchabas: “El que va al psicólogo está loco”. Y a lo mejor tenían razón, pero se veía como que eras un caso perdido. Y ahora digo, ¡bienvenido sea!, que estés un poco contenido por un psicoanalista. Treinta años atrás sucedía eso y ahora está incorporado a nuestro cotidiano, de ir una vez por semana a tomarse el tiempo para ver con un psicoanalista tus dificultades.
-Esta obra, quizás por la temática, se ve como una obra de autor y no del teatro comercial, ¿crees que hay que desterrar esa diferencia del teatro under y el comercial?
-En general el teatro alternativo se caracteriza por no estar corrido por las leyes del mercado, por estar en una sala determinada o tener una fecha de estreno. Creo que sigue existiendo una diferencia, pero a medida que pasa el tiempo y el mercado se acentúa eso interviene en los procesos creativos de los grupos alternativos. También algunas reglas del comercial se fueron metiendo en la forma de producción del teatro alternativo. Pero el teatro under sigue conquistando espacios y sobre todo en una ciudad como Buenos Aires, que tiene una impronta en el ámbito del teatro.
-¿Y cómo es en el caso particular de esta obra?
-La forma de producción también encuentra una forma de contención, pero no deja de ser un espacio que va por los bordes. Pero en este caso, el teatro comercial recupera una obra de texto como se dice, y es una obra que si la enmarco está ligado al teatro comercial con una fecha de estreno, una temporada, la búsqueda y cantidad de público. Y el teatro alternativo en lo aparente no se preocupa por eso, pero sí está atento. Yo siempre estuve vinculado a un teatro menos comercial, mi interés estaba ligado a directores que trabajan en el teatro alternativo. Y por propia curiosidad comencé a navegar en distintas aguas. Creo que sigue habiendo una diferenciación y está bien que así sea, porque el teatro alternativo se encarga de un desarrollo del lenguaje más experimental. Mientras que en el comercial se busca la efectividad, la consagración, la convocatoria de actores y actrices que tengan cierto camino.
Un Domingo Cavallo en la soledad de la crisis
Uno de los últimos proyectos que convocó a Luis Machín es la serie “Diciembre 2001″, recientemente estrenada en Star+, donde interpreta al ex Ministro de Economía Domingo Cavallo, en plena crisis social, económica y política de la Argentina.
No solo por el parecido físico, sino por la contundencia de los diálogos y la muestra de la persona ante una crisis ineludible, que él creó, Machín llega a un costado del personaje poco conocido y permite desde la ficción revisar la historia más reciente de nuestro país.
“No es la primera vez que hago un personaje que existe, y en lo personal el campo expresivo fue enriquecedor, porque me tuve que acercar a su manera de pensar, a sus creencias, convicciones, que no son las mías, pero no las desprecio en el terreno interpretativo. Y eso cobra sentido en las repercusiones que toma en el público y ahí tomás dimensión de tu trabajo. Es interesante el entramado político que muestra la serie, y cómo ver que la convertibilidad que el propio Cavallo implementó diez años atrás se descompuso y cómo se termina jodiendo a todas las clases sociales. Revisar esa parte de la historia es un gran aprendizaje ”.
-¿Qué te dejó esta interpretación de un Cavallo más humano?
-Tal vez allí reside la importancia de ver esos momentos de mayor soledad. Más allá de lo destructivo de la época y las medidas que se llevaron adelante, están los seres humanos. Y eso nos muestra la capacidad de daño que tiene el ser humano, mostrarlo en los aspectos más personales. En la serie no lo muestra tanto, pero sí te acerca a ver eso. Y al público le gusta ver a otros seres humanos y las desgracias que le pasan al otro. En definitiva, la gente mira mucha ficción porque de alguna manera necesita poner afuera lo que no quiere que le pase. O al contrario, lo que quiere que le pase. Y en algunos aspectos, la serie te deja un gran miedo de lo que pueden hacer los grandes medios de comunicación o la misma política, que siguen teniendo mucha influencia.
“La última sesión de Freud” llega a Mendoza
La obra “La última sesión de Freud” llega por primera vez a la provincia, y ofrecerá tres funciones en el teatro Mendoza (San Juan 1427, Ciudad). Los días viernes 30 de junio y sábado 1 de julio, a las 21 horas. Y el domingo 2 de julio, a las 20. Las entradas están disponibles en Entradaweb.com