Es poco habitual que se hable del retiro entre los escritores: al contrario que un deportista o un cantante, cuyas vidas profesionales se prolongan en virtud de sus cuerpos y sus voces, no hay nada que en apariencia impida que un escritor pueda seguir escribiendo hasta el final de su vida. Pero hay excepciones.
El anuncio de Mario Vargas Llosa de que tiene dos libros en el tintero y que después de ello no publicará nada más cayó de sorpresa en el mundo literario.
No tanto por el hecho en sí, puesto que el peruano ganador del Nobel tiene 87 años y es esperable que prefiera el descanso o empiece a espaciar sus publicaciones, sino porque insistentemente venía asegurando que no iba a retirarse. “Seguiré leyendo y escribiendo hasta que venga la muerte o me vuelva completamente idiota”, dijo en una entrevista a Clarín publicada en la Revista Viva el pasado 14 de mayo. Hace apenas cinco meses.
La decisión, sin embargo, parece que venía madurándose hace tiempo. La ocasión para anunciarla fue el inminente lanzamiento de “Le dedico mi silencio” (Alfaguara, 2023), su nueva novela. Será el 26 de octubre en España y el mes que viene ya la podremos ver en las librerías de estas latitudes.
En una nota al final de la novela, anticipa que después de este libro escribirá un ensayos sobre Jean Paul Sartre, filósofo existencialista que marcó profundamente a ese joven escritor y periodista que vivió los ‘60 parisinos, y que después de esto se llamará al silencio.
Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) terminó “Le dedico mi silencio” a finales del año pasado, tras un proceso de corrección que se extendió desde mayo, contó en un comunicado. La novela, que dedicó a su exesposa, prima y madre de sus tres hijos, es “la historia de un hombre que soñó un país unido por la música y enloqueció queriendo escribir un libro perfecto que lo contara”.
“Toño Azpilcueta pasa sus días entre su trabajo en un colegio, su familia y su gran pasión, la música criolla, sobre la que lleva investigando desde su juventud. Un día, una llamada le cambia la vida. Una invitación para ir a escuchar a un guitarrista desconocido, Lalo Molfino, personaje del que nadie sabe demasiado pero de gran talento, parece confirmar todas sus intuiciones: el amor profundo que siente por los valses, marineras, polkas y huainos peruanos tiene una razón más allá del placer de escucharlos (o bailarlos)”, dice el adelanto editorial.
Aquí el escritor, quien recibió la máxima distinción del Nobel en 2010 (fue el último latinoamericano en la exclusiva lista), vuelve sobre uno de los temas que más lo obsesionaron a través de las décadas: la idea de utopía, que en este caso encuentra un escenario político en su propio país.
Vargas Llosa tocará el próximo 28 de marzo sus 88 años. Y lo hace afrontando una reciente separación con la socialité Isabel Preysler, en una situación de salud que ha tenido sus vaivenes (fue internado dos veces a causa del Covid-19, la última en julio de este año), y con una fama que nadie cuestiona en el ámbito de las letras, pero que gana cada vez más detractores en el campo intelectual.
Por ejemplo, su incorporación a la Academia Francesa este año suscitó una celebración para el mundo hispanohablante, aunque en Europa hubo una campaña en su contra: un grupo de intelectuales cuestionó no solamente que se reconociera de esta forma a un autor que no publica en lengua francesa, sino su cercanía política con líderes de derecha como Keiko Fujimori (Perú) y José Antonio Kast (Chile).