Llegó el gran día de la televisión argentina, el día que se premia a sí misma y cual Narciso en el reflejo se dice cuán bella, linda y necesaria es entre nosotros. Claro que los tiempos modernos no la viene tan bien y más que un piropo es un acto de convencimiento. La celebración organizada por APTRA y Telefe fue en el lujosísimo hotel Hilton de Puerto Madero.
Atrás quedaron las épocas de gloria en donde una prendía la tele para ver a su estrella favorita. Una Mirtha Legrand, Susana, Juan Alberto Badia, Raúl Taibo, Guillermo Francella, Natalia Oreiro, Andrea del Boca, Araceli González, y toda la camada de periodistas y locutores que copaban la “pantalla chica”, como la supimos conocer.
Hoy las cosas han cambiado y de un año a otro, asistimos a una nueva catarata de famosos que veremos pulular por la alfombra roja. Influencer, instagramers, youtubers, estrellas de realities, seres casi mitológicos como salidos de un cuento. De esos a los que se los toca con la varita y de un día para el otro, listo, son famosos.
Hoy los ojos están puestos en qué se iba a poner Julieta Poggio o si se sentaba con Marcos Ginocchio, y sí, tuvimos suerte y se sientan juntos. Las miradas estaban puestas en la llegada de Jey Mammon, quién lo saluda y en qué mesa se iba sentar. ¿Va a estar Mirtha?, ¿Va a estar Susana? Eso a muchos ya los tienen sin cuidado.
¿Está mal que así sea? No somos quién para juzgarlos. La tele ya tiene demasiado con mirarse a sí misma todo el tiempo. Debe ser agotador. Programas hablando de programas, periodistas hablando de periodistas. Es un montón, y eso que hace años que creíamos haber superado esa etapa de la tele como juez y verdugo con programas como Caiga Quien Caiga, PNP y TVR.
Pero una cosa es cierta, y es que, si hay una alfombra roja para los invitados, debería haber otra para los famosos de reality porque fueron ellos quien, este año, salvaron la pantalla. Gran Hermano rompió todos los récords que podía romper y cómodamente se convirtió en amo y señor de la televisión argentina.
Los medidores de rating no entendían nada. De repente, los 10 o 12 puntos que se consideraban exitosos, empezaron a verse relegados por los más de 20 que metía este gigante, noche a noche, y que Santiago Del Moro supo exprimir hasta la última gota. Debate, gala de salvación, debate, prueba de líder, debate, expulsión, debate. 20 almas con más de 40 millones de pares de ojos mirándolos todo el tiempo. Claro que con una pandemia encima y un encierro forzado, todos éramos expertos. La mirada cambia. Tal vez por eso se volvió tan fascinante. Gente encerrada por propia voluntad sin hacer masa madre ni armando rompecabezas.
Como una especie de Benjamin Button, la televisión mientras más crece, más joven se hace. Más se tiene que reinventar, o no, para no morir. Las redes sociales, los canales de streaming, las aplicaciones de contenido on demand, cada nuevo avance de la tecnología es un clavo en su cruz.
Pero resiste, y miren si resiste, que con 72 años de historia sigue de pie y tal vez, en el vivo está su secreto. Cuántos de nosotros, con un televisor en el living, apenas ponemos el agua para el mate o el café, prendemos la tele para ver el pronóstico. Por mucho que nos pese, el noticiero o los programas en vivo, que cada vez son menos, son los pulmones de la tele.
En este sentido, es muy complicado hablar de unos premios que premian lo que sobrevive, en un medio que resiste. Las novelas o, más acá en el tiempo, las ficciones eran las reinas indiscutidas de la televisión. Desde “Rolando Rivas Taxista”, pasando por “Matrimonios y algo más”, “Los Roldán”, “Resistiré” y “Graduados”, elenco de grandes estrellas copaban la pantalla durante la tarde o la noche. Hoy, son un vago recuerdo.
Las nominadas a mejor ficción este año son cuatro, pero ¿hubo más en la televisión abierta? No. El resto de las ficciones o culebrones que coparon las siestas están en turco o en brasileño. Y el panorama parece que no va a cambiar, por lo pronto. Hacer ficción es caro y los canales no están para enfrentar ese gasto, pero sí las multinacionales dueñas de las apps de streaming. Listo, el negocio está allí.
Los actores y actrices lo vienen entendiendo, pero eso no significa que no les duela perder un espacio soñado en la pantalla chica de los argentinos. Uno a uno, cada vez que pueden, dan cuenta y entienden que el público se está perdiendo de mucho al no tener ficción en la tele. Y ni hablar de los otros actores, esos que ya están grande para el sistema y que tal vez no están en el radar de los gigantes de streaming.
La tele este domingo no tiene mucho por qué celebrar. Celebra que vive, que sobrevive. A duras penas y como puede, pero sigue adelante. Y tal vez eso sea un montón. La alfombra roja está, las mesas y el menú también. La infaltable mesa de los importantes al lado del escenario y la de los que están casi al lado del baño. Los diseñadores trabajan a mil manos para tener todos los vestidos y trajes a tiempo.