A un hablante nativo no es necesario explicarle el valor denotativo de ‘caer’: “Dicho de un cuerpo, moverse de arriba abajo por la acción de su propio peso”; asociados a ese significado inicial, se dan dos: “Perder el equilibrio, hasta dar en tierra firme” y “descender a un nivel inferior”; lo advertimos en ejemplos como “Dicen que restos de una vieja nave espacial han caído sobre el mar”; “Mareado, se desplomó y cayó” y “Nuestra moneda ha caído mucho en la bolsa”. Sin embargo, es preciso añadir otros valores, relacionados con esos primeros, tales como “colgar, pender”: “Caía de su cuello un pesado adorno heredado de su abuela”. También, “desprenderse una cosa o separarse del lugar u objeto al que estaba adherida”: “Se le está cayendo mucho el cabello”.
También se emplea ‘caer’ para indicar que alguien viene a dar en una trampa o engaño que se le tiende: “Le hicieron el cuento del tío e, ingenuo, cayó”. Siempre con sentido negativo ‘caer’ puede ser sinónimo de “desaparecer, dejar de ser”: “A principios de este siglo, fueron varias las financieras que cayeron”. En este mismo sentido, se usa este verbo vinculado a la pérdida de la prosperidad y la fortuna: “La familia cayó al desaparecer de a poco la cuantiosa herencia de los abuelos”. Cuando se habla de una competencia, por ejemplo, deportiva, puede tomar el sentido de “ser derrotado”: “No pudieron traer la medalla de oro porque cayeron ante un rival muy hábil”.
El valor de pérdida que encierra ‘caer’ se puede apreciar cuando, aplicado a una cosa, significa que se debilita o disminuye y, aplicado a un color, que baja su viveza: “A medida que pasaban las horas, mis fuerzas iban cayendo”; “Al llegar el atardecer, el rojo vivo va cayendo en un débil rosado hasta diluirse completamente”. Se asocia, entonces, con el ocaso o caída del sol, del día o de la tarde: “Cuando caiga el día, emprenderemos el regreso”. Asimismo, se puede utilizar este verbo, coloquialmente, para señalar la muerte o el término de la vida: “Cayó víctima de la pandemia”.
Se asocia el ‘caer’ con el valor de “tocar en suerte” y, relacionado con el paso del tiempo, con el hecho de corresponder un determinado día o período del año: “Tuve la dicha de que me cayera el premio mayor de la lotería”. “Este año, esa efemérides cae en fin de semana”. El significado de “darse cuenta, advertir algo” puede darse en la locución ‘caer en la cuenta’, pero también, a veces, simplemente usando el verbo ‘caer’: “He caído en la cuenta de su manera de proceder”. “Frecuentemente, me sucede que, ante una posible estafa, no caigo y pueden timarme”.
En una nota anterior, he aludido al significado de la locución ‘al caer de la hoja/pámpana’: la pámpana es la hoja de la vid, por consiguiente, con esta locución señalamos que un determinado hecho se produce al finalizar el otoño, ya casi en invierno: “Se realizará el festival en coincidencia con el caer de la pámpana”.
Y cuando ‘alguien está al caer’, significa que está por llegar y, si se refiere a algo, que está por sobrevenir: “Mi hermano está al caer”. En cambio, exclamar ‘¡Me caigo y me levanto!’ es una expresión que da, al mismo tiempo, idea de sorpresa y desazón: “¡Me caigo y me levanto! No puedo tener tan mala suerte”.
Los hechos que van acaeciendo y las personas con quienes nos vamos relacionando no siempre nos resultan favorables y simpáticos; lo indicamos a través de locuciones diversas: si alguien me ‘cae gordo’ o me ‘cae mal’ será que me resulta antipático y desagradable; lo contrario se indica con ‘caer bien’: “Con ella me pasó que me cayó bien de entrada; en cambio, su esposo siempre me cayó gordo”.
La locución ‘caerse de maduro’ puede tener dos interpretaciones: que algo resulta muy obvio, como en “Se cae de maduro que es honesta en su proceder”; pero, también, que alguien decrépito se encuentra cercano a la muerte. Análogamente, si algo ‘cae por su propio peso’ significa que, así como es conocida por todos la ley de gravedad, hay cosas que, clara y necesariamente, van a resolverse de un modo y no de otro: “No le busque otra solución: el asunto cae por su propio peso y se resolverá de un solo modo.
Por su lado, la locución ‘caerse muerto’ se usa cada vez que se desea ponderar el sumo gozo, placer ante algo o, por el contrario, el miedo o susto extremos: “Las mujeres se caían muertas de alegría ante la actuación de ese prestigioso cantante”. “Creí caerme muerta de miedo cuando nos asaltaron dos muchachos en la confitería”.
Una visita al Diccionario de americanismos nos permite conocer locuciones vigentes en varios países de este continente: ‘caérsele los pantalones’ significa que alguien se acobarda ante algo; ‘caérsele las tejas’ equivale a quedarse calvo; ‘caérsele los brazos’ es igual a desmoralizarse o desalentarse; ‘caérsele las babas’ significa que se extrema el cariño o afición a personas o cosas; también, que se muestra complacencia viendo u oyendo algo que resulta muy grato; ‘caerse las medias’ puede ser sinónimo de experimentar alguien una fuerte sorpresa o que se pierde el ánimo ante algún contratiempo; ‘caérsele la estantería’ resulta, para nuestro país y Chile, equivalente a arruinarse a alguien todo el plan que tenía pensado; ‘caer un pelo en la sopa’ se dice cuando algo sale mal o hay un contratiempo; ‘caer parado’ es salir con éxito de una situación difícil o arriesgada.
Finalmente, en esta fuente encontramos la locución ‘a cualquiera le cae el sello’, que indica que no importa el buen nombre de una persona, ya que siempre puede cometer un desliz que manche su reputación.
Y nos vamos con la expresión ‘¡Ahí te caigo!’, propia de México y Nicaragua, y usada como despedida hasta un próximo encuentro.