Me voy de cabeza

Lejos de referirse a la parte anatómica superior o anterior de mamíferos y otros seres vivos, las frases de nuestra habla usan a la cabeza para numerosas connotaciones.

Me voy de cabeza
Desde la cefalea cíclica hasta el síndrome de la cabeza explosiva, un especialista explica las diferentes causas y tratamientos. La importancia de consultar con un especialista. (Europa Press)

No entiende el extranjero, que está escuchando a distintos hablantes, qué tienen en común las expresiones “es un cabeza de chorlito”, “ella es la única cabeza de familia”, “es preciso abrirle la cabeza” y “se dio con la cabeza en las paredes”.

Indudablemente, el común denominador es el sustantivo ‘cabeza’, cuyo valor denotativo todos conocemos: “Parte superior del cuerpo humano y superior o anterior de muchos animales”; pero no es ese significado el que toma en ninguna de las expresiones que hemos citado. Veámoslas: se llama, connotativamente, “cabeza de chorlito”,usado tanto en masculino como en femenino y en forma coloquial, a la persona ligera y de poco juicio. En lenguaje totalmente informal, se lo usaría como sinónimo de “despistado” o “de pocas luces”. Se ha elegido el chorlito porque es un ave de cabeza pequeña. Se acerca el valor connotativo de esta expresión al de “cabeza loca”, mientras que “cabeza redonda”se aplica a quien posee rudo entendimiento.

Cercana a esta expresión resulta “cabeza a pájaros”, forma coloquial equivalente a “persona atolondrada, ilusa o ligera”: “No tomé en cuenta lo que dijo porque es cabeza a pájaros”.

Equivalente por su valor significativo resulta la locución “cabeza de tarro” / “de termo”, que alude a una persona necia: “Nunca le confiaría nada porque es cabeza de tarro”. También se da la expresión “mala cabeza”, aplicable a quien procede sin juicio ni reflexión.

¿Y "cabeza de familia"? Es la persona de mayor responsabilidad en un grupo familiar; según el Diccionario panhispánico del español jurídico, es el “padre de familia o persona que actúa como jefe de la unidad familiar”: “Ante la ausencia de otro mayor, Pedro ha quedado como cabeza de familia”. Su valor significativo se encuentra cercano al de “cabeza de casa”, que encierra el concepto de “persona que, por legítima descendencia del fundador, tiene la primogenitura y hereda todos sus derechos”: “Por edad, le corresponde a Juan ser el cabeza de casa”. Como puede advertirse, la expresión puede ir precedida de artículo masculino o femenino, en concordancia, no con ‘cabeza’ sino con el sexo de quien va a ejercer la función.

¿A quién se denomina "cabeza de fierro" o "testaferro“? Es la “persona que presta su nombre en un contrato, pretensión o negocio que, en realidad es de otra persona”: “Lo acaban de designar como cabeza de fierro en ese emprendimiento”.

Cuando hay alguien a quien se achacan todas las culpas para eximir a otras, se le aplica la expresión “cabeza de turco”: su valor significativo es equiparable al que posee “chivo expiatorio”. Por su parte, se nombra como "cabeza torcida" al que es hipócrita: “Lamento haber tenido, durante tantos años, a mi lado, a una cabeza torcida”.

La locución "abrir la cabeza" puede ser tomada en sentido literal, cuando alguien se descalabra, esto es, se hiere en la cabeza: “Con el golpe recibido, se le abrió la cabeza”; por extensión, también se le “abre la cabeza” a alguien, cuando se le causa un daño o perjuicio: “A raíz de comentarios tan malévolos, le abrieron la cabeza a ese funcionario”. Y, además, ‘abrir la cabeza’ puede significar un cambio en una posición cerrada: “Esa lectura le abrió la cabeza”.

¡Qué triste resulta, muchas veces, "bajar/doblar la cabeza"! En efecto, esta locución da cuenta del hecho de obedecer sin réplica lo que se manda, lo que puede indicar no ejercer el sentido crítico: “No me agrada que siempre baje la cabeza ante las órdenes de su superior”. La segunda acepción de esta locución está muy relacionada con la anterior porque, según el diccionario, es “conformarse cuando no hay otro remedio”: “Triste y resignada, tuvo que bajar la cabeza”.

En alguna oportunidad, las cosas no han resultado como habíamos planificado o ilusionado; entonces, usamos la locución "darse con la cabeza en la pared/en las paredes", que se aplicará toda vez que nos sintamos frustrados por haber obrado torpemente: “Ignacio, ante el fracaso del proyecto, se daba con la cabeza en las paredes”.

Si nos mostramos obstinados o tesoneros para alcanzar algún fin, sea o no probable, aplicaremos la locución “meterse (algo) en la cabeza": “No sé si lo conseguiré, pero se me ha metido en la cabeza que debo llegar a esa meta”. Y cuando no logramos ese objetivo y no vemos salida, usaremos “no tener dónde volver la cabeza”, con lo cual indicamos que no encontramos auxilio o que carecemos de todo favor y amparo: “Sola y, sobre todo, desolada no tenía dónde volver mi cabeza”.

¿Cuándo se dice de alguien que "ha perdido la cabeza"? Se aplica esta expresión si la persona está ofuscada y parece encontrarse extraviada por falta de razón y de cordura: “En la discusión, era imposible intentar el diálogo porque ambos habían perdido la cabeza”. Nuestra nota de hoy ha tomado la locución "jugarse la cabeza", que se usa para asegurar rotundamente aquello que se dice: “Me juego la cabeza a que no es veraz su testimonio”.

Con la madurez, se dice que la persona "sienta cabeza" pues se hace juiciosa, ordenada y su comportamiento se vuelve moderado: “Creo que ya va siendo tiempo de que siente cabeza”. Si se vuelve muy juiciosa, se dirá que “tiene la cabeza en su sitio”; pero, en cambio, si persiste en ser atolondrada, diremos que "tiene la cabeza como una olla de grillos" o que está "tocada de la cabeza".

Visitamos el Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes para buscar paremias relacionadas con el vocablo ‘cabeza’; en esa tarea, nos ha gustado la que reza "ninguno (nadie) escarmienta en cabeza ajena": este refrán, de origen español, demuestra que solamente es aleccionador el sufrimiento que se experimenta en carne propia, ya que únicamente se aprende a partir de los errores y desgracias que son nuestros.

Finalmente, dejo a consideración de los lectores el proverbio “Cabeza grande y gran cabeza no son la misma proeza”, en donde se ha jugado con la posición del adjetivo ‘grande’ para dar a entender la contraposición de conceptos.

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