Mendoza y la tonada - Por Marta Castellino

Poco después de cumplirse un nuevo día en honor de este género característico de nuestra provincia, repasamos la obra don Félix Dardo Palorma, figura fundamental.

Mendoza y la tonada - Por Marta Castellino
Un disco a puro Palorma

“Se ha cortado el bordón de tu guitarra

cuando la paz del alma florecía.

Cuando muere un cantor, la tierra mía

una canción junto al dolor amarra”.

Atahualpa Yupanqui. “Hilario Cuadros.

El pasado 23 de diciembre se celebró en Mendoza el “Día de la Tonada”, como una forma de rendir homenaje a don Hilario Cuadros, cuyo natalicio se conmemora precisamente ese día, y también para recordar esa forma poético-musical tan característica de nuestro folklore.

Como bien señala Juan Draghi Lucero en su Cancionero popular cuyano, en la edición realizada por Canto Rodado en 1997: “Nuestro cantar tradicional cuyano es la tonada con cogollo. Como bailes tuvieron fuerzas de perduración la cueca y su infaltable gato” (p. 79). Y con respecto a los rasgos distintivos de la tonada apunta que “no hay un esquema rígido que la encuadre cabalmente por ser, en su inmensa mayoría, una explosión de sentimientos donde sobresale lo pasional, amatorio, quejas de resentimientos de reales o ilusorias infidelidades”. Ya en otra ocasión Draghi la había definido como “la quitapenas del cuyano”.

La tonada -agrega- “carece de descripciones geográficas y topográficas: no es paisajista. No ubica su posición en el tiempo y en el espacio. Incide en un porfiado sentido personal hasta el extremo de transformarse el cantor y músico en el protagonista de su propia ficción lírica” (p. 79).

En su Cancionero… Draghi Lucero transcribe las más famosas tonadas que ha conservado la tradición; se puede citar como ejemplo “Quien te amaba ya se va”, que repite “Quien te amaba ya se va / supuesto que otro ha venido. / Se acabaron tus tormentos / ¡Ya se va tu aborrecido!” (1997, p. 20). Y también la denominada “La Tirana” o “El martirio”, en la que el amante al despedirse declara: “Ya me voy para los campos y adiós /a buscar yerba de olvido y dejarte; / a ver si con esta ausencia pudiera, / con relación a otro tiempo olvidarte” (p. 39).

Siguiendo estos módulos de inspiración popular, varios cantautores cuyanos perpetuaron en sus obras la genuina tradición; uno de ellos es el ya mencionado Hilario Cuadros, hijo de Anselmo y de Carlota Romero. Don Anselmo era de Chile y dueño de una barraca en la Calle Larga, en la Media Luna (hoy localidad Pedro Molina) de Guaymallén. En su familia, la música y el canto eran habituales: Hilario comenzó a tocar la guitarra haciendo dúo con su hermano Guillermo. Por el año 1926 comenzó a cantar con el sanjuanino Domingo Morales, El Quiñao, formando el dúo Cuadros-Morales. Ya en 1929, con las incorporaciones de Alberto Quini y Roberto Puchio, formaron “Los Trovadores de Cuyo”.

Ese conjunto musical constituyó uno de los mayores éxitos de radio “Fénix”; desde Buenos Aires sus composiciones de arte nativo fueron ampliamente difundidas. También en radio “Belgrano” tuvieron un popular programa conocido como “Bajo un parral cuyano”, y precisamente con este título en 1954 fue registrada una obra teatral de Cuadros y Roberto Torres Maure.

Hilario Cuadros es autor, entre otras composiciones, de “Cañadita alegre”; la cueca “Los sesenta granaderos” y varias otras dedicadas a honrar la gesta sanmartiniana: “El sargento de Ayacucho” con J. Quintanilla; las canciones “El Plumerillo” con J. Quintanilla y “El Manzano de Tunuyán” donde recuerda al histórico Manzano, testigo del fraternal abrazo que Olazábal brindara al Gran Capitán; la canción cuyana “El clarín de los titanes” junto a E. Fratantoni; los valses “Fray Luis Beltrán” junto a C. de la Fuente; “Mi madre de Corrientes” con J. Quintanilla dedicado a la madre de San Martín y la tonada “Glorias andinas”.

Hilario Cuadros.
Hilario Cuadros.

Sus creaciones, como la cueca “Cochero’ e plaza”; la canción “El niño y el canario” con E. Fratantoni; el aire serrano “La canción del jarillero” y la cueca mendocina “La yerba mora”, entre tantas otras han enriquecido nuestro folklore.

También es justo rendir nuestro homenaje a otro poeta y compositor, como fue don Félix Dardo Palorma; había nacido en San José de Corocorto, en el antiguo Yopacto de los nativos huarpes (hoy departamento La Paz), el 23 de mayo de 1918. Desde muy joven se incorporó al conjunto “Brochazos de tradición”. En 1941 se radicó en Buenos Aires. En 1951 ganó el concurso para componer la música de la película El Camino del Gaucho, que para la Twentieth Century Fox dirigiera Jacques Tourneur. Actuó en radio “El Mundo” y “Radio Belgrano”. Luego retornó a Mendoza y se radicó definitivamente en la provincia. Falleció el 18 de abril de 1994.

Es autor de alrededor de 300 canciones registradas en SADAIC, entre otras, la famosísima “Póngale por las hileras”; “La refranera” o “La viña nueva”: “Cueca de la viña nueva, / mugrón de la tierra al pecho. / Dulce, dulcecita, como cuelgan... / de esas que se cuelgan en los techos. // Es la esperanza una cosa, / que baila en el surco abierto. / Usa, usa las cepas por bota / y se ata con los sarmientos”. Y el famoso estribillo que todos hemos coreado alguna vez: “Saca el espiche a la bordalesa, / que la jarana recién empieza. / Lo poco es mucho; lo mucho es nada; / todo depende de las heladas. / Saca el espiche a la bordalesa, / que la jarana recién empieza”.

Quizás menos conocidos sean los libros de poemas que Palorma publicó: Pulso de raíz (1948, Buenos Aires, Editorial Sintonía); Ecos de cencerro; Poemas lugareños (1948, Buenos Aires, Editorial Sintonía) y Lo que no ha sido vive sólo en Dios (1989, Ediciones Culturales de Mendoza, Ministerio de Cultura).

En estos libros se explayan temáticas como el canto, el paisaje y la vida rural (costumbres, vestimentas típicas), el sentido de la vida, el paso del tiempo, el viaje y la distancia. En cuanto a la métrica, se advierte la predominancia del verso octosílabo en agrupaciones preferentemente de cuatro versos, con rima asonante; también emplea el “pie quebrado”, con efecto rítmico. (8 / 4) y algunos versos más largos.

Como continuidad con su obra de compositor folklórico puede señalarse la sugerencia de oralidad, la proximidad con la poesía popular de los cancioneros, como por ejemplo en el poema “Ecos del cencerro”, del libro homónimo: “Siempre canto de este modo / por el tono de vidala / qu’es lo que más se parece / a la tristeza del alma”.

Como otros recursos de estilo propios de la poesía tradicional destaca la utilización de apóstrofes, apelaciones al auditorio (uso de la segunda persona plural, que supone un auditorio presente), interrogaciones retóricas: “¿Qué diz…?”; igualmente, las comparaciones con elementos de la realidad circundante, como la aproximación “canto / flor que nace”… y, en cuanto al lenguaje, la recuperación de fenómenos dialectales cuyanos, la utilización de diminutivos y una selección léxica que logra crear perfectamente la sensación de proximidad con lo tradicional.

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