Mike Amigorena: “Nada me vino de regalo: lo mío es consecuencia del trabajo”

Entrevista central. Es uno de los actores más famosos de los surgidos en Mendoza. Tuvo una época de alta exposición y hoy vive en plenitud gracias a su carrera en la TV, en la música y su vida personal. Fue padre a los 47 años. En esta charla íntima, abre su corazón y cuenta todo sobre su vida, sus ideales y sus pasiones.

Mike Amigorena: “Nada me vino de regalo: lo mío es consecuencia del trabajo”
Mike Amigorena. El actor y músico mendocino confiesa estar "en plenitud" profesional y personal.

“¿Es él? Es igual, pero no puede ser”. Corrían los primeros días del verano de 2009 cuando por la Ciudad de San Martín varios paseantes del centro se hacían esta pregunta. Cuando llegaban a casa la duda persistía: “¿Sabés a quién me pareció ver el supermercado? A Mike Amigorena. No, pero no puede ser, tiene que ser alguien parecido. ¡Pero era igual!”.

No, no podía ser. Claro, porque, ¿cómo era posible que el actor más famoso del momento en la Argentina, ese que desde noviembre del año anterior se había instalado noche a noche en los televisores de medio país, justo ese, anduviera tan suelto de cuerpo como uno más, haciendo las compras, caminando distraído por la calle? ¿Cómo si, además de aparecer aquella tira hiperexitosa, uno se daba vuelta y veía su cara en aquella revista, lo escuchaba hablar en aquel programa, empezaba a oír que ya lo vinculaba con aquella compañera o esa otra? Está bien que uno se hubiera enterado de que era mendocino y, claro, eso podría explicar su presencia de El Desaguadero para adentro, pero ¿con ese desinterés por los que se paraban a preguntar a él si era realmente él?

No podía ser, pero era. El protagonista de Los exitosos Pells, la tira más vista de esos días, andaba con sus remeras de color flúo por esas calles inhóspitas y tan impropias para una estrella de la tele. No podía ser, si no fuera porque ese tipo tan famoso, tan requerido y tan en auge, era a la vez el mismo tipo común y acaso algo excéntrico que nunca jamás cambió sus maneras.

Mike Amigorena y Carla Peterson en "Los exitosos Pells", tira producida por Sebastián Ortega que se emitió entre fines de 2008 y mediados de 2009.
Mike Amigorena y Carla Peterson en "Los exitosos Pells", tira producida por Sebastián Ortega que se emitió entre fines de 2008 y mediados de 2009.

Mike Amigorena, el hombre en cuestión, recuerda ese momento y todavía le resulta curioso tener que explicar que para él fuera algo tan común que no debería ser explicarlo. “¡Es que siempre he sido el mismo!”, nos dice desde el teléfono.

Mike ha detenido el auto. Cae la tarde en Buenos Aires y seguro está por volver a casa para volver a abrazar a Miel, su hija de cuatro años, esa que tal vez sea la única que le ha movido las estanterías de lo que sea “ser el mismo” para este actor y cantante para quien una charla con alguien cualquiera, pero en especial si es mendocino, es algo a lo que se aplica con dedicación, cariño, amabilidad y simpatía. La de un tipo cualquiera, la de una antiestrella que, a la vez, es capaz de ser la estrella más brillante.

Hoy no le hace falta estar “en boga” ni ser la primera vela del candelero. Su trayectoria es sólida y su prestigio, seguro. Su capacidad actoral también y su pasión para abordar proyectos con seriedad (su carrera musical, que ya va por su tercer disco) lo demuestran. Detenido dentro de ese auto Mike es el mismo que vuelve cada vez que puede a su Maipú natal o aquel que se pasa unos días en San Martín, para disfrutar de la finca de la familia de su hermana, o el que se calza unos tacones marilynmonroeneanos para las fotos de su disco o se entrega a cuerpo completo para un papel teatral como el de El niño argentino.

–Sí —insiste—. Soy siempre el mismo.

—¿Con qué palabra definirías este momento de tu vida profesional y personal?

—”Duda”. Estoy viviendo un momento de gran plenitud. Lo que no significa que eso sea fluctuante. Y por eso la duda. En el sentido de que las características de este año lo hacen así, fluctuante. Hablo de esta instancia hacia la que vamos en este nuevo mandato político del país, y de sus decisiones. Pero en cuanto a mi momento, la verdad es que soy un eterno agradecido por todo lo que ha sido mi carrera. Pero, al mismo tiempo, siento que me merezco lo que me pasa, por todo el camino recorrido y el trabajo realizado. Cumplí 52 y es esa la sensación, de un gran agradecimiento, de una entrega para con Miel en mi paternidad, que es un aprendizaje constante. Y de satisfacción.

—Ser padre primerizo a los 52, ¿te da vértigo o lo tomás con tranquilidad?

—La plenitud y el disfrute del que te hablaba tiene que ver con ser padre. Pero se da así porque estoy en un momento en que he conseguido disfrutar del tiempo. Soy consciente de que el tiempo de una vida no es mucho y entonces hay que aprovecharlo. Mi manera de hacerlo es tratar de tener todo el tiempo posible para mí y para mi vida personal. Digo que no a trabajos que me ofrecen o dejo de hacer cosas, todo para estar con Miel, para pasear, para contemplar atardeceres, para juntarme con amigos a cocinar y a hacer karaoke… Porque esas actividades de lo que requieren es de tiempo, de aprender ese arte que es el disfrute.

—Hablaste de tiempo y de la vida breve, pero no decís sentirte viejo.

—Pasando los 50, ya uno un poco viejo se siente. Es la vida. Por más que estés bien, que hagás gimnasia y estés entrenado, siempre algún dolorcito aparece, siempre viene la consecuencia de cómo trataste tu cuerpo. Pero por ahora nos llevamos bien con mi cuerpo.

—¿Y vos cómo trataste a tu cuerpo?

—Lo he tratado bien, he sido muy respetuoso siempre. Le he dado murra también (risas), pero lo he cuidado y lo sigo cuidando. Lo que siento es algo proporcional, como que las cosas se viven con intensidad ahora y en los años venideros. Algo que, quizás, antes, cuando uno tiene muchos años por delante, no lo siente así, tan intenso. Uno de joven se gasta los días, los meses, los años, como cartuchos nuevos. Ahora los cuidás, los disfrutás, y eso hace que el disfrute sea más duradero. No tan intenso y variado.

El actor y cantante mendocino, en una imagen de promoción de sus presentaciones como cantante.
El actor y cantante mendocino, en una imagen de promoción de sus presentaciones como cantante.

—Si no me equivoco el año pasado se cumplieron 30 años desde que dejaste Maipú para viajar a Buenos Aires. Vos tenías 19 o 20. ¿Habías hecho algo relacionado a lo artístico aquí o a qué te dedicabas?

—¡No! No había hecho nada en público. Yo, de Maipú, me vine para acá. Sólo para mi familia imitaba, cantaba si se quiere, me disfrazaba. Pero no hice nada artísticamente en Mendoza. No hice nada para el público, pero yo sabía que quería hacer esto, pero en Buenos Aires. Si había que volver, siempre estaba la oportunidad.

—¿Y cómo fue el momento de anunciarlo en tu casa? ¿Tus padres y tus dos hermanas te apoyaron?

—Yo lo quería hacer hacía rato. Pero en mi casa no les gustaba mucho la idea de emancipación anticipada, así que no me quedó otra que esperar la mayoría de edad. Yo a los 15 o 16 ya se lo venía pidiendo a mi mi mamá, pero no había caso. Me decía que hasta los 18 no podía hacer nada. Yo creo que era miedo de parte de ellos de que me pasara algo, no porque no creyeran en mí, al contrario. Ellos siempre me alentaron, me empujaron a que no bajara los brazos, a que le diera para adelante. Eso me ayudó.

—¿Fue duro al principio vivir en Buenos Aires?

(Enfático) Sí. Nunca nada es fácil y llevadero. Lo fácil y llevadero dura un día. Mis primeros días fueron de rebusque, de pasar por diferentes trabajos. Fui repartidor de pizza en roller, empleado de una AFJP, cadete de computadoras, hice un montón de promociones con disfraces y regenteé un pádel. Pero, al mismo tiempo, estaba con tantas ganas que no me deprimía, no me tiraba para abajo. ¡Estaba donde quería! Me decía a mí mismo que estaba en el camino correcto. Ya sabía que iba a estudiar actuación y todo iba a salir. Lo más difícil había sido dejar la familia, dejar el lugar de la tranquilidad.

—Saltemos un poco en el tiempo. Diez años después de eso no sólo ya eras un actor respetado y talentoso, sino que tu popularidad era gigantesca. Estabas en Los exitosos Pells, en teatro te elogiaban por El niño argentino... ¿Qué recordás de esos momentos?

—Lo recuerdo como la gran consecuencia de todo mi trabajo, de mi convicción. Nada me vino de regalo, nada-de-nada-nunca. (Con énfasis) Nada. ¿Viste que a veces tenés un padrino que te ayuda? En mi caso, nadie. Fue todo por trabajo, por elección y por consecuencia de una dedicación y una vocación. En cuanto a ser actor, al principio no estás preparado: hacés castings y no quedás. Hacés otros y no quedás. Y otros. Hasta que estás listo. Y quedás. Lo de la fama es una consecuencia, la mía de mayor exposición se me dio a los 37, y ya era otra cosa. Lo disfrutaba, pero sabía que eso en cualquier momento se iba y ya estaba listo también para eso.

—¿Fue difícil mantener privada la vida privada en ese entonces, manejar el ego, todo lo que conlleva?

—Lo supe manejar. No fue difícil para mí, porque mi trabajo venía de mucho tiempo. Cuando te pasa algo de súbito tenés que controlarlo, tenés miedo que desaparezca, pero cuando laburás hasta que te toca, lo que tenés es inamovible.

—¡Eras el tipo más exitoso del momento y andabas por las calles de San Martín como si nada!

—Y es lo mismo que ahora. Nunca dejé de ser lo mismo. Nunca nada me desequilibró. Cuando estaba en la cima hacía lo mismo que ahora, que estoy en el sedimento, en el extracto de lo que soy.

—Al principio me mencionaste que estabas en un buen momento, con lo relativo, decías, que es decirlo para estos momentos de crisis económica. ¿Tenés alguna posición política, o al menos, por ejemplo, una mirada sobre quienes conducen hoy los destinos de nuestro país?

—No, no. (Hace un momento de silencio): La verdad es que no hay sentido común. Cuando no hay sentido común, cualquier opinión que des no ayuda, no aporta, no tiene sentido. No tiene sentido. A lo sumo puedo decir esto: tenemos los gobernantes que nos merecemos. Por algo es así.

Entrevista a Mike Amigorena. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes
Entrevista a Mike Amigorena. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes

—¿Qué significan Maipú y Mendoza para vos?

—Todo lo que soy nació en Maipú y en Mendoza. No es que lo estudié en otro lado. No es que viví cinco años en Estados Unidos, hice un máster en Harvard y lo desempeñé acá. No. Siempre fui lo mismo, cuando estaba en Maipú, cuando estoy ahora, cuando estaré, cuando vuelva. Yo estuve presentando en el Willy’s Bar hace poco mi último disco, me acompañó la gente y es un orgullo que Mendoza me responda. Porque la llevo adentro.

Ping Pong Central con Mike Amigorena

  • Una persona central en tu vida: Miel, mi hija. Porque te pone en jaque todo el tiempo, te exige tácitamente que tenés que dar lo mejor de vos, tu mejor versión. Cariño y tiempo, cariño y tiempo. Un piano necesita lo mismo, pero acá no podés escatimar.
  • Tu odio central: que no te escuchen. Odio a la persona que no escucha, que habla y no le importa lo que tenés para decir.
  • Tu defecto central: la poca constancia.
  • Tu virtud central: el desapego. Suena frío, pero es así.
  • Lo central de bueno que tiene la fama: lo bueno es que te demuestra cuán buena persona sos.
  • Lo central de malo de la fama: lo peor es que tenés que “usar barbijo” para sentirte liviano.

Mike Amigorena en pocas palabras

Nació en Maipú el 30 de mayo de 1972. Tiene dos hermanas mayores. Quería ser actor y músico desde joven. Se fue a Buenos Aires a los 19 años. Estudió teatro con diversos maestros y en 1998 debutó en la obra Despertar de mi primavera. Participó luego de numerosos éxitos televisivos, entre los más destacados: La familia Benvenuto, Una familia especial, Los exitosos Pells, El pacto y Los vecinos en guerra. En cine, una de sus experiencias más destacadas (aunque traumática) fue Tetro, dirigida por Francis Ford Coppola. En breve se estrenará la serie La mente del poder (Flow), un thriller en el comparte elenco con Eleonora Wexler. También ha sido constante su carrera musical: en los 2000 lideró la banda Ambulancia. Este año se editó su tercer disco solista, El increíble cool. Tuvo varias parejas conocidas, como las actrices Carla Peterson y Mónica Antonopoulos. En pareja con la música Sofía Vitola, fue padre en 2020 de una niña: Miel.

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