La destacada bailarina y coreógrafa argentina María Fux, conocida como pionera de la danza moderna y creadora de la “danzaterapia”, falleció a la edad de 101 años, dejando un valioso legado en el campo de la cultura tanto en Argentina como en el ámbito internacional. La noticia de su partida ha causado profunda tristeza y conmoción entre sus seguidores.
María Fux fue recordada con cariño por su escuela de danza, y sus seguidores convocaron a una emotiva despedida en el Rosedal, un parque emblemático de Buenos Aires, donde se le rendirá homenaje a través de la danza, tal como ella misma enseñó durante toda su vida.
Uno de los aspectos más destacados de su carrera fue el desarrollo de un método innovador de danzaterapia, inspirado por la hija sorda de una amiga cercana. Este enfoque pionero en la inclusión permitió que muchas personas con discapacidades pudieran encontrar en la danza una forma de expresión y recuperación psicofísica.
El legado de María Fux trascendió fronteras, ya que su método Fux para la recuperación mediante el movimiento creativo ha sido enseñado en diferentes países como España, Italia, Brasil y Chile, capacitando a docentes y terapeutas de diversas disciplinas.
A lo largo de su vida, Fux mantuvo su espíritu activo y comprometido con la danza y la enseñanza. A pesar de haber realizado su última presentación en un escenario a los 89 años y de no estar al frente de su estudio a los 100, seguía participando ocasionalmente en clases y se mantenía en excelente estado físico.
El legado de María Fux es de vital importancia para la danza y la cultura argentina, y su influencia continuará perdurando en las generaciones futuras. Su contribución a la danza como una forma de comunicación no verbal y como herramienta terapéutica ha dejado una huella imborrable en la historia de la danza contemporánea.
Nacida el 2 de enero de 1922 en Buenos Aires, María Fux llevó consigo las historias de sus abuelos, quienes huyeron de la persecución a los judíos en Odessa y emigraron a Argentina antes de su nacimiento.
Desde temprana edad, María mostró un gran interés por la danza, pero fue a los 13 años cuando su pasión tomó un nuevo rumbo tras leer la autobiografía de la bailarina estadounidense Isadora Duncan, lo que la llevó a explorar la danza como una forma de comunicación y expresión no verbal.
En 1953, recibió una beca para estudiar en Estados Unidos con la renombrada maestra Martha Graham, quien la alentó a encontrar su propio camino y a regresar a su país para seguir creando y desarrollando su estilo único.
Durante su tiempo como solista en el Teatro Colón de Buenos Aires, María Fux se destacó por su talento y dedicación a la danza, pero fue en su posterior carrera como creadora y maestra de danzaterapia donde realmente dejó su marca en el mundo.
El legado eterno de María Fux perdurará en el corazón de aquellos a quienes inspiró con su pasión por la danza y su enfoque innovador hacia la vida. Su contribución a la cultura y el arte no será olvidada, y su impacto continuará siendo celebrado en cada movimiento y en cada corazón que se deje llevar por el ritmo de la danza.