“Murmullos del alma - Leyendas mendocinas”: identidad y memoria en un libro para atesorar

Marta Castellino analiza este interesante volumen, elaborado desde una perspectiva multidisciplinaria y con el objetivo de plasmar las historias vernáculas.

“Murmullos del alma - Leyendas mendocinas”: identidad y memoria en un libro para atesorar
Un libro hecho de forma artesanal y desde una perspectiva multidisciplinaria.

Dentro del concierto de temas que siempre están en debate destacan dos identidad y memoria. Ocuparse de nuestra identidad regional requiere, en primer lugar, definir qué rasgos se considerarán como más plenamente identitarios: el paisaje natural, la composición étnica de la población, la historia... Exigirá además definir qué papel cumple el tiempo en esa construcción, vale decir, si se privilegiará una mirada diacrónica que se va modificando con la época, lo que implica un cierto relativismo cultural, o, por contrario, se hará un estudio sincrónico, prescindiendo de la variable temporal, con una perspectiva más bien inmovilista.

Puestos ante la primera disyuntiva, no podemos dejar de reconocer la importancia del paisaje, el hábitat natural en que nos movemos, como tampoco el de las construcciones imaginarias que los hombres han erigido sobre ese dato geográfico concreto a través de una historia que no es solo la de los hechos, sino también la de las realizaciones espirituales. Puestos ante la segunda, el juego de las variables tradición y renovación es la que nos dará el justo equilibrio entre lo accesorio y lo fundamental

Con estas brevísimas reflexiones quiero encuadrar el comentario de Murmullos del alma; Leyendas mendocinas (2005, Ediciones de la Utopía) por el Grupo interdisciplinario Xumec, vocablo huarpe que significa “día, luz del día o sol”, de allí el emblema característico que ostenta la tapa del libro, conformado por varias flechas, que apuntan hacia un centro, connotando la idea del grupo de trabajo, cuyos integrantes provienen de diversas áreas del saber: la arquitecta Ana María Tinelli, que tuvo a su cargo la reelaboración de las leyendas; la profesora Adriana Pareja, que se encargó del contenido literario e informativo de los textos; la licenciada Leticia Burgos, quien trabajó el área plástica, junto con Eduardo Pepe, encargado del diseño gráfico. Finalmente, la profesora Gabriela Migoni realizó la traducción al inglés.

La génesis, la idea original del volumen se relaciona con los conceptos mencionados: identidad y memoria, en tanto no hay quizás mejor representación de nuestra identidad comarcana que estas páginas rústicas de un papel hecho a base de cortaderas, esos erguidos penachos que se levantan a la vera de los ríos, entre las piedras, en nuestro suelo mendocino, hojas fabricadas con una técnica particular por Leticia Burgos: papel no prensado sino secado en la pared, para que conserve en una de sus caras esa textura tan original, que incita a gozar por el tacto lo que luego disfrutaremos por los ojos y más, aún por la imaginación. Esto es así porque el grupo realizó una primera edición artesanal, en papel reciclado que “confiere al soporte –tal como señalan los autores- un carácter primitivo de fuerte connotación expresiva, acorde a las características artesanales de nuestras culturas aborígenes como también una clara propuesta ecológica”, y luego una tirada convencional. Cada ejemplar se acompaña, además, con una serie de grabados originales de una artista mendocina de reconocida trayectoria, como es Leticia Burgos, lo que realza su valor no sólo literario sino como objeto de arte.

Pero conocer Mendoza no implica sólo el deslumbramiento ante sus múltiples escenarios naturales; no supone solamente un recorrido por la geografía física y humana de la provincia. Por el contrario, el itinerario estará completo y la satisfacción será plena, cuando se tomen en cuenta también “otras” dimensiones y otros recorridos: el de ese sustrato mágico que aflora en las leyendas de la zona. La realidad, como bien señalaba Juan Draghi Lucero, no es sólo lo empíricamente constatable, sino que su apariencia se nutre de esa aura misteriosa que le otorgan los relatos tradicionales.

La leyenda es, sin duda, un componente privilegiado del folklore narrativo de una región y suma al relato de un suceso de por sí maravilloso o sorprendente, la estricta localización geográfica y aun histórica, que aboga por la veracidad de lo narrado, creando de este modo una atrayente ambigüedad. Así, cuando recorremos un territorio y recordamos sus leyendas, nuestra visión se enriquece y actúa en profundidad, hacia las dimensiones del misterio.

En estas Leyendas de Mendoza se rescatan relatos relacionados con aspectos de nuestra geografía y se ponen por escrito tradiciones que hacen a la afirmación de nuestra identidad regional, a través de una recreación del relato oral, que suma a la coloquialidad inherente a esta forma su aporte literario. Desfilan así por la memoria del mendocino nombres familiares como el de “el Futre”; se recuerdan paisajes entrañables como el de Puente del Inca o el de Cacheuta...; y para el que se asoma por primera vez al conocimiento de esta “otra” realidad mendocina, se corporizan imágenes imborrables. Se agregan además datos del contexto geo-histórico, y un glosario de términos regionales o de otros vocablos que deban ser definidos, para una mejor comprensión del texto literario. Las ilustraciones están basadas en gráfica indígena de la región de Cuyo, como son los petroglifos del Cerro Tunduqueral, pintura sobre cerámica huarpe, petroglifos de Talampaya y petrografías de los Morrillos y Valle del Río San Juan, que han sido estudiados por Eduardo Pepe. Cabe destacar que los colores utilizados son el rojo, el negro y el gris, y tienen relación con algunos pigmentos utilizados en pinturas rupestres o cerámicas indígenas, tanto en la tonalidad como en la forma de aplicación.

En la reproducción, más aún, en la recreación de estas formas tradicionales se ejemplifica el otro concepto, la polaridad aludida al comienzo y que tiene que ver con la tradición y la renovación que sobre ella se ejerce: también en este sentido, este libro es ejemplar: no sólo como ejercicio de la memoria, sino como ejemplo de recreación creadora, ya que las autoras se han animado a sumar a nuestro patrimonio legendario, y con plena carta de ciudadanía, una serie de textos de su propia autoría, como el referido a Lunlunta o la “Leyenda del Malbec mendocino”. En estos casos, si bien no recopilados de una tradición oral, responden en espíritu a lo que es una auténtica creación popular, en tanto brotan de un imaginario colectivo profundamente enraizado en la tierra y las memorias familiares, colectivas. Y esa es la auténtica tradición.

Esta iniciativa contó con el auspicio institucional de la Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo; también ha sido auspiciado institucionalmente por la Dirección General de Asuntos Culturales de la Cancillería Argentina y declarado de Interés Legislativo por la Honorable Legislatura mendocina, mediante resolución 1328/04.

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