Hay una escena clave en “El amor después del amor”, la serie de Netflix que por estos días copó las conversaciones de gran parte de los argentinos, en la que el pequeño Fito se encuentra por primera vez con un disco que le cambiaría la vida por completo. Es disco se titula justamente Vida y es el debut de Sui Generis, que en febrero pasado cumplió 50 años de su lanzamiento. Mientras en la serie Rodolfo Páez padre se muestra fascinado por la música de Jobim, en esa escena su hijo le pide que cambie el disco y haga sonar las canciones de los jovencísimos Charly García y Nito Mestre que serían una gran fuente de inspiración para la música del rosarino años más tarde.
Para celebrar tamaña efeméride, la parte activa del legendario dúo se embarcó en una hermosa aventura: poner su inconfundible voz a esos temas pero en una versión sinfónica. El primer concierto de se realizó en noviembre pasado en el Teatro Ópera junto a su banda y la Orquesta Sinfónica de Neuquén con arreglos de Alberto Velasco. Luego, Nito Mestre repitió esa propuesta en el Teatro del Libertador, en Córdoba, con entradas agostadas. Por la gran demanda, se agregó una nueva función para el sábado 5 de agosto.
“Es un gran gusto que finalmente me pude dar, lo sentía como una deuda pendiente. Mi padre era violinista además de médico, así que me gustaba mucho la música de cámara. Es algo que siempre estuvo ahí y hacerlo con este disco tan importante, sueño cumplido”, introduce un Nito predispuesto a la charla sobre cómo surgió esta idea de llevar esas canciones-himnos a esta versión sinfónica.
“50 años de Vida” se titula el espectáculo, que hace un juego de palabras en el medio siglo que cumplió el álbum y también los años que lleva recorridos Mestre en la música. “Más allá de que comencé a tocar con bandas en la adolescencia y Sui Generis había comenzado algunos años antes, yo cuento ese disco como el comienzo de mi vida artística porque fue el paso a algo más profesional entre comillas”, explica Nito.
Luego agrega: “El show recorre prácticamente todo el disco junto a la orquesta, sumado a otras perlitas de la discografía, como las etapas de Porsuigieco, Los Desconocidos y más recientes. Es realmente mi vida en canciones. Muy emotivo”.
–Además de cumplirse 50 años en estos meses, el disco tiene una presencia clave en la serie de Páez, que generó una fiebre impresionante. ¿Qué te generó esa escena de Fito chiquito mirando la tapa de “Vida”?
–Me dio un poco de ternura verlo a Fito así, porque yo lo conocí un poco más de grande. En ese Fito me vi reflejado a mí y a una enorme cantidad de personas de varias generaciones a las que les pegó muy fuerte ese disco, que claramente fue el comienzo de algo muy importante. Estoy muy honrado y contento de estar bien para poder tocarlo y cantarlo hoy.
Esa sensación de Fito que muestra la serie es idéntica a la que me pasó a mí cuando vi la tapa del primer disco de los Beatles y me quedé como magnetizado, más aún cuando lo fui a escuchar. También lo mismo cuando vi la tapa del disco de Almendra, que casualmente también aparece en la pared de la habitación de Fito en la serie.
–¿Cómo fue volver a escuchar el disco a partir de tener que armar este concierto? ¿Qué recordás de las grabaciones?
–La verdad es que no lo volví a escuchar entero. A la pasadita capaz para algunas cosas. A los temas los tengo muy presentes y en este caso se respetan a rajatabla los arreglos, no es que hubo modificaciones sustanciales. De la grabación sí recuerdo que la hicimos en las horas que había libres en el estudio, porque recién comenzábamos, éramos ‘don nadie’. A pesar de eso se generó una cosa mágica. Por ejemplo Canción para mi muerte la grabamos a las siete de la mañana.
También me acuerdo de la visita de Sandro, de las hermanas Pons, todo en un estudio que lamentablemente no está más. Grabar con Claudio Gabis y Alejandro Medina de Manal era un sueño, dos ídolos. Había una diferencia de pocos años con ellos, pero en esa época era un montón. Me veo extremadamente inexperto y joven. “Cuanto te falta pibe”, pienso.
Cada respuesta de Nito no termina ahí. Enseguida, aparece otra anécdota. Y luego otra. Y algunas que también tienen que ver con Córdoba. “Otro recuerdo es de la primera gira de Sui junto a Billy Bond y la Pesada: el primer show fue en Rosario y el segundo en Córdoba. Me acuerdo muy bien porque era la primera vez que tocábamos en un espacio grande”.
“A partir de ahí empecé a ir mucho porque inicié una relación con una cordobesa. Me llevó a conocer varios lugares de la provincia y viví esa Córdoba bien efusiva en carne propia. Fue un año de estar yendo semana por medio. Un amor de juventud”.
Durante la pandemia, Nito Mestre encaró un proyecto audiovisual que continúa hasta la actualidad titulado Rock and Road, en el que entrevista de manera descontracturada a diferentes personajes de la música y que se puede ver por YouTube o Garage TV.
En uno de los episodios viaja a Nashville, más precisamente a la fábrica de Gibson, que de un tiempo se un tiempo se convirtió en sponsor de Mestre y del programa. El dato da para preguntarle por esa experiencia y la conexión con la guitarra eléctrica.
“Antes de la pandemia, cuando estaba ensayando en un local de Gibson en Miami porque había conseguido el arreglo como sponsor, me encontré con el argentino que después se convirtió en el presidente de la empresa, César Gueikian. Ahí pegamos onda y luego arreglamos para ir a fábrica en Nashville. Fue como entrar a una iglesia realmente. Ahora me queda pendiente ir a la fábrica de las acústicas, que está en Montana”, relata.
Enseguida, suma: “Con la eléctrica, poco. Hace mucho tiempo si toqué y grabé cosas en casa para algunos demos. Pero me dediqué a la acústica. Mirá qué loco: la primera Gibson se la compré a Raúl Porchetto algunos meses después de la salida de Vida. Es una Gibson Hammered, todavía la tengo. La compré con la primera plata buena que gané, que es algo que siempre le digo a los jóvenes. ‘No te la gastes en fiesta, comprate una guitarra, un micrófono o algo. Ya vas a tener tiempo de lo otro’”.
El día que conoció a la Mona
La última vez que Nito Mestre estuvo en Córdoba fue en 2019, junto a Silvina Garré, Ricardo Soulé y Litto Nebbia. El espectáculo se llamó Está en tus manos en honor un tema no tan conocido del compositor rosarino. Nito confiesa que está buscando reencontrarse con la Mona. “Cuando lo conocí hace muchos años, me invitó a cantar ese mismo día a un baile suyo, hicimos Rasguña las piedras”, recuerda.
Al solicitarle la fecha y más detalles, amplía: “No me guío por los años, sino por los discos. Estaba sacando el que se llamó Nito, en 1986 y formaba parte del sello Universal igual que Jiménez, el director era Pelo Aprile. Fui a un hotel a hacer prensa y nos encontramos. En 30 segundos nos hicimos amigos. Fui a la casa y la conocí a Juana, también estaba el hijo (Carli) que era chiquito. Me mostró sus vestuarios. La pasé bomba. Después nos volvimos a encontrar. Me acuerdo que salir con él a la calle era imposible. Por supuesto que yo pasaba desapercibido”.
–Hablamos de Charly. ¿Lo ves seguido? ¿Cómo está la relación?
-No lo veo desde su cumpleaños, en octubre. Me cuesta comunicarme con él porque no tiene WhatsApp. Siempre tengo que escribirle antes a Mecha o alguien que esté con él. Hablo con León ahora que tiene WhatsApp por ejemplo. Con Porchetto, Willy Quiroga, divinos. Estuve cantando con Silvina Garré la semana pasada. Cuando estás activo te encontrás aquí, allá, en algún festival. Es así./LVI