El español comprende términos muy semejantes entre sí, que se distinguen ortográfica y fónicamente por una vocal, pero que encierran grandes diferencias significativas. Hoy nos centraremos en la pareja ‘punto’ y ‘punta’.
Los dos términos provienen del latín, del participio pasado “punctus”, del verbo “pungere”, cuyo significado era “pinchar, punzar”. Pero, a partir de ese origen común, cada vocablo ha especializado su aplicación. Veámoslos.
Todos conocemos el punto como signo ortográfico y matemático, pero ¡cuántas aplicaciones posee, según el ámbito en que se use la palabra! Así, en costura, ‘punto’
es un tipo de labor: ‘punto cruz’, ‘punto de cadeneta’, ‘punto de tafetán’, por ejemplo, conforme a la manera en que se traban los hilos que forman ciertos tejidos. También se denomina ‘punto’ cada rotura pequeña que se hace en las medias.
En otros contextos, el ‘punto’ es sinónimo de “sitio, localización”: “Debemos fijar el punto de encuentro”. En el ámbito del juego, el ‘punto’ es el valor convencional que se atribuye a las cartas de la baraja: “No tiene los mismos puntos un siete de oro que un seis”. En los exámenes, se fija, para los ejercicios, su valor en puntos: “La ecuación final es la que lleva más puntos”.
Asimismo, dentro de una escala, el ‘punto’ es la unidad de valoración: “Aumentó dos puntos el índice de audiencia” y “Hoy bajó varios puntos la bolsa”.
Si se trata de una ocasión propicia o momento favorable, se dice que se llegó ‘al punto de’: “Han arribado al punto de lograr un acuerdo”. En una alocución, son ‘puntos’ cada uno de los asuntos tratados: “Ha llegado el momento de considerar los puntos cruciales”. Incluso se dice ‘ese es el punto’ cuando se alude a lo principal de un asunto: “¡Ese es el punto al que deseo referirme!”.
Cuando se cocina, se dice que un alimento está ‘a punto’, si ha alcanzado un estado óptimo de cocción, condimento o preparación. También, en cuanto a la temperatura, es posible hablar, por ejemplo, de un ‘punto de congelación’ o ‘de fusión’.
Y la palabra ‘pundonor’ (del catalán “punt d’honor”) es el sentimiento que impulsa a una persona a mantener su buena fama y su honra: “En esas obras de teatro, el problema gira en torno al pundonor femenino”.
De las locuciones encontradas, destacamos ‘punto de vista’ o modo de considerar un asunto; ‘punto débil/flaco’ designa lo más vulnerable de alguien o de algo; se contrapone a ‘punto fuerte’ o aspecto más destacado; ‘punto final’ o cierre de un escrito y, en una situación, hechos o palabras con que ella se da por terminad; ‘punto muerto’, expresión de la mecánica, se aplica al estado de un asunto o negociación que, por cualquier motivo, no puede llevarse adelante.
Decir que un asunto está ‘a punto de caramelo’ significa, coloquialmente, que algo está perfectamente dispuesto para un fin: “La negociación está a punto de caramelo”.
Si se toma o ‘agarra a alguien de punto’, significa en nuestro país que se lo toma como objeto de bromas: “Al pobre Tomás lo agarraron de punto”. Y si se cumple un mandato ‘al punto’, es que se llevará a cabo sin la menor dilación: “Despreocupate, al punto cumplo tu orden”; si se lo ejecuta ‘con puntos y comas’ significará “minuciosamente, sin olvidar detalle alguno”: “Prolijamente, lo hizo con puntos y comas”.
La exactitud de una hora se marca con la expresión ‘en punto’: “El acto comenzará a las once en punto”. Si se dice ‘hasta cierto punto’ se indica que un asunto se lleva a cabo no del todo: “Concuerdo con vos hasta cierto punto”.
Una locución no comprendida por los jóvenes hablantes es ‘poner los puntos sobre las íes’, que no se refiere al rigor caligráfico, sino al hecho de precisar aquellos detalles no suficientemente aclarados: “Fue necesario poner los puntos sobre las íes acerca de ese problema tan discutido”. Equivale a la locución ‘punto por punto’ ya que ella señala que se procede con todo detalle y pormenores, al conocer o al referir algo: “Aclaró punto por punto los aspectos oscuros del proyecto”.
Polisémica resulta también la palabra ‘punta’, cuya primera acepción es “extremo de algo”, como en “punta del pie”, y “extremo agudo de algo”, como en “punta del lápiz”. Paradójicamente, una ‘punta’ puede ser tanto una “cantidad grande de personas, animales o cosas” como una “cantidad pequeña de algo”; ello se aprecia, respectivamente, en “Vino una punta de gente” y “Lo colocó apenas una punta de sal”. Cuando se estudian los accidentes costeros, se denomina ‘punta’ a la “lengua de tierra, generalmente baja y de poca extensión, que penetra en el mar”: “Estuvimos en punta Mogotes”.
Entre las locuciones, llama nuestra atención ‘a punta de lanza’, locución adverbial que significa “con todo rigor”: “Mantenía la disciplina a punta de lanza”. Por su parte, ‘a punta de pala’ equivale a “mutua o recíprocamente”.
Si queremos describir la minuciosidad y esmero en el vestir de alguien, se utiliza la locución ‘de punta en blanco’, que proviene del ámbito de las armas antiguas: “Llegó muy elegante, de punta en blanco”. A veces, estamos hartos de algún asunto o de una persona; usamos, entonces, la locución ‘estar hasta la punta de los pelos’: “Me colmó la paciencia y estoy hasta la punta de los pelos con el tema”.
El protagonismo de alguien en un grupo, por su excelencia, o la relevancia de un aspecto en un asunto también incluyen el vocablo ‘punta’, en respectivas locuciones: ‘hacer punta’ y ‘la punta del iceberg’. Ello es observable en “Apenas entré a esa clase, advertí quién hacía la punta allí” y “La punta del iceberg radica en ese conflicto laboral”.
La locución tantas veces usada ‘tener algo en la punta de la lengua’ puede significar que se está a punto de decirlo o que se trata de recordar algo que ya aparece a punto de llegar desde el recuerdo: “A veces, te falta la palabra justa y la tenés en la punta de la lengua”.