Mantener la mente en blanco y relajada siempre es una tarea que requiere atención (lo que en principio parece un contrasentido) y entrenamiento, con lo cual se convierte en una exigencia casi imposible si, a priori, lo intentamos en un momento crucial como es del sexo. Ya sea porque la situación se da con alguien a quien recién conocemos o porque es una pareja que ya lleva cierto tiempo, lo cierto es que entrar en “modo zen” en ese momento parece inviable. Sin embargo no lo es y, además, proponerse un entrenamiento en esta práctica tiene beneficios inmediatos y también a largo plazo.
Qué es el mindfulness
La palabra de origen inglés remite, según la traducción literal, a “atención plena”, sin embargo, la riqueza del castellano le otorga matices más ligados al “estado de consciencia plena”, que en sus connotaciones involucra emociones, todos los sentidos (no solo la atención de la mente), sobriedad y compenetración.
El mindfulness consiste simplemente en prestar a atención a lo que estamos haciendo o sintiendo, estar en el presente, es decir, aplicar nuestros cinco sentidos a la actividad en la que estamos inmersos.
Esto sirve en todos los planos de nuestra vida. Así, es importante prestar atención a lo que comemos, a cómo lo hacemos; no pensar en otra cosa cuando vamos al gimnasio, sino centrarnos en los ejercicios, en nuestro cuerpo; y también, por supuesto, en nuestras relaciones
Este método, aplicado al sexo se lo conoce como “mindfulsex”. Consiste en aquietar todos los pensamientos relacionados con nuestra vida cotidiana y centrarnos exclusivamente en nuestras sensaciones y las de nuestra pareja. Decirlo es hermoso, practicarlo requiere atención, dedicación y entrenamiento.
La psicóloga y sexóloga Silvia Sanz, en su libro “Sexamor”, explica “Ya sabemos que nuestro cerebro tiene más poder sexual que cualquier parte del cuerpo. Si llevamos nuestra atención a cada movimiento o caricia, silenciando los pensamientos y dejando atrás las expectativas, podremos llegar a tener un sexo placentero y disfrutarlo al máximo. Esto es mindfulsex”.
Por su parte, la psicóloga y sexóloga Ana Sierra, asegura que “El enemigo del sexo es nuestro yo racional: los ‘debería’, el estrés, el irse al pasado o al fututo”, y destaca que “solo “se siente” en el ahora”.
El experto en mindfulness, Antonio Gallego, agrega “Es gracioso que durante la actividad cotidiana la atención se vaya varias veces al sexo y sin embargo al mantener actividad sexual podamos perdernos en otras cuestiones: sucede porque no estamos presentes”.
Cómo llevarlo a la práctica
La escritora Silvia Sanz, aporta algunos consejos interesantes, en los que , por empezar, despeja la idea de que el mindfulness es para parejas: “Podemos practicar primero solos, conociendo nuestro cuerpo, disfrutándolo, para poder aceptar mejor nuestra sexualidad”. Es imposible saber qué nos gusta si no nos damos la posibilidad de indagar en nuestro propio placer.
Por otro lado, propone tomarse tiempo en el juego sexual, y que se tenga como único objetivo disfrutar, sin tener expectativas. “Si algún pensamiento nos distrae, hay que intentar llevarlo fuera, volviendo a centrar la atención en lo que estamos sintiendo, sin resistencias, pero sin rendirse en potenciar nuestras sensaciones”, recomienda.
Mindfulness solitario
La experta explica que para iniciarse en el mindfulness individual hay centrando la atención en el momento presente y las sensaciones corporales. Conocerse a uno mismo en el plano sexual observando prejuicios, límites, deseos.
“Se puede entrenar con caricias a uno mismo, intentando llevar la atención a cada parte de nuestro cuerpo, disfrutando de la sensación en todos sus aspectos”, explica y continúa: “Hay que entrenar la aceptación de uno mismo, y dirigir nuestra mente al momento presente, dejándonos llevar por las sensaciones. Después será más sencillo compartirlo con nuestra pareja”.
También sirve trabajar los sentidos en las acciones cotidianas, por ejemplo, con la comida, y aplicar la consciencia corporal a los momentos íntimos con uno mismo.
Para empezar, es bueno tener en cuenta los siguientes pasos:
1.- Respirar
Comenzar la sesión con una respiración relajada y fluida para que el cuerpo y la mente se vayan aclimatando, los pensamientos se vayan diluyendo y el cuerpo vaya estando presente. Se trata de tomar consciencia de las emociones, los pensamientos y las sensaciones sin juzgarlos.
2.- Fortalecer
Una vez logrado el primer punto pasamos al segundo ejercicio, debemos fortalecer la musculatura pubococcígea con ejercicios de Kegel, contracción y relajación. Éstos ayudarán a mejorar la intensidad de las sensaciones, aumentando el placer orgásmico.
3.- Aprender
Y, por último, el mindfulness requiere de un aprendizaje del placer, de las sensaciones y los sentidos.
No podemos hablar de un número de sesiones, cada persona es un mundo y cada vez que se haga el ejercicio es un paso ganado hacia la mejora del placer. Se trata de conseguir una sexualidad más consciente.
Mindfulness en pareja
Cuida el lugar donde se vaya a tener relaciones, un lugar sin distracciones ayudará a concentrarse, sobre todo si tiene elementos agradables como velas aromáticas, música tenue y alguna bebida.
Conectar con la mirada, es la forma más genuina de estrechar lazos “Intenta centrar tus pensamientos en tu placer y en el de tu pareja, mirándose a los ojos, acariciándose. Pero si algún pensamiento ajeno llega a tu mente, no te critiques ni sientas frustración, simplemente déjalo pasar.
No afrontes el encuentro con unas expectativas marcadas: no estamos obligados a satisfacer las expectativas, propias y de otros. Tan solo hay que disfrutar.
Activar el resto de sentidos: llevar la atención al tacto, vista, gusto, olfato y sonidos ayuda a una experiencia más rica.
Mantener la atención en el presente: si la mente se desvía y nos damos cuenta, se puede traer al presente de nuevo prestando atención a la respiración.
No tener apuro por llegar al orgasmo, disfrutar del proceso.
Pedir y expresar lo que te gusta, pero si hay un límite que no se quiere cruzar, o un deseo, hay que expresarlo con honestidad.
Déjate llevar por la situación.
Reírse: sexo y humor combinan a la perfección, favorecen la relajación y la secreción de hormonas positivas.