La reflexología es mucho más que un masaje en las manos o pies, es una terapia de zonas reflejas en la que se usa la presión dactilar sobre ciertas áreas plantales con técnicas específicas con el objetivo de mejorar el órgano al que ese punto remite, partiendo de la base conceptual que tanto las plantas de los pies como en las palmas de las manos son mapas de los sistemas del organismo.
Por lo general es un masaje relajante y puede ayudar a aliviar el estrés por la manipulación del pie o mano en sí mismo, pero a la vez con la idea de que la presión aplicada genera una curación en el área del cuerpo específica, llegando a provocar cambios físicos en esa zona ya que se basa en el hecho de que cada parte del cuerpo: las articulaciones, los órganos, los intestinos, las glándulas y todos los sistemas de nuestro cuerpo se reflejan en los pies.
Aunque no hay evidencia científica con respecto a su aplicación y resultados, el Departamento de Salud del Gobierno de Australia define la reflexología como “un sistema de aplicación de presión, generalmente a los pies, cuyos practicantes creen estimula la energía y libera ‘bloqueos’ en áreas específicas que causan dolor o enfermedades”.
En algunos países ―por ejemplo, Suiza― es necesario ser médico para poder dedicarse a la práctica reflexológica, pero habitualmente carece de regulación por un organismo oficial que avale la acreditación y la concesión de diplomas. La falta de regulación permite que cualquier persona se dedique a la práctica de la reflexoterapia sin estar acreditado. La corta duración de los programas de formación no suple la falta de formación médica de los participantes, y se ha demostrado que sus practicantes no son capaces de diagnosticar correctamente los problemas de los pacientes. En una investigación en que un reflexólogo logró identificar correctamente una enfermedad, no pudo identificar otras once enfermedades.
Cuál es el origen de la reflexololgía
Prácticas similares se han documentado en las historias de China y Egipto desde hace 5000 años, pero en el mundo occidental se conoció cuando en 1913 fue introducida en los Estados Unidos por el doctor en medicina William H. Fitzgerald, quien afirmaba que aplicar presión tenía un efecto anestésico. La práctica fue modificada en la década de 1930 y 1940 por Eunice D. Ingham, una enfermera y fisioterapeuta que afirmaba que los pies y las manos eran especialmente sensibles, y realizó una suerte de mapa de todo el cuerpo a “reflejos” en los pies, renombrando la reflexología como “terapia de zonas reflejas”
Los reflexólogos modernos usan los métodos de Ingham, o técnicas similares desarrolladas por la reflexóloga Laura Norman”. También combinan con otras terapias prácticas. Dado que es de bajo riesgo, puede ser una opción razonable en la búsqueda de relajación y alivio del estrés.
Cuáles son los fundamentos
No existe consenso entre los reflexólogos sobre cómo funciona la reflexología, sin embargo coinciden en la idea de que las zonas del pie corresponden a otras zonas del cuerpo, y que al manipularlas se puede mejorar la salud a través del qi (campos de energía propios de los órganos y los sistemas). Los reflexólogos dividen el cuerpo en diez zonas verticales iguales, cinco a la derecha y cinco a la izquierda, por lo que un bloqueo de energía, fuerza vital invisible o qi, puede evitar la curación.
Otro principio de la reflexología es la creencia de que los profesionales pueden aliviar el estrés y el dolor en otras partes del cuerpo mediante la manipulación de los pies o manos. Una explicación propuesta es que la presión recibida en los pies puede enviar señales que ‘equilibran’ el sistema nervioso o liberan sustancias químicas como las endorfinas que reducen el estrés y el dolor. Estas hipótesis son rechazadas por la comunidad médica, quienes citan la falta de evidencia científica y la bien probada teoría de los gérmenes para explicar las enfermedades.
Cuáles son sus beneficios
La reflexología podal es un tipo de masaje que se encarga de mejorar la circulación, estimular los músculos, reducir la tensión y a menudo, aliviar el dolor, pues es una terapia manual, relajante y regeneradora.
Según Health Therapy, ‘se considera una terapia muy completa puesto a que todos los desequilibrios y alteraciones corporales acaban en los pies porque pasan por meridianos, canales y conductos sensibles. El objetivo de esta terapia es liberar bloqueos energéticos en los órganos, mejorar la circulación sanguínea, alcanzar el equilibrio y mantener la homeostasis en todos los sistemas’.
Además de problemas internos, muchos expertos han determinado que la reflexología podal también se ha utilizado como una herramienta para ayudar en la curación y el alivio del eccema, la psoriasis, el acné, la culebrilla y la dermatitis, convirtiéndose en un excelente aliado para batallar problemas de la dermis.
-Evita el estrés y promueve la relajación
Aliviar el estrés y promover la relajación es, posiblemente, el beneficio más sobresaliente de la reflexología podal. Al desbloquear ciertas áreas del cuerpo con mucha carga de energía o con mucha tensión, es posible que uno se sienta más liberado y relajado.
-Disminuye la ansiedad
Un estudio realizado por Science Direct se encontró que ‘las personas que se habían sometido a una cirugía cardíaca el día anterior recibieron tratamientos de reflexología podal de 20 minutos una vez al día durante cuatro días o un masaje suave en los pies con aceite durante 1 minuto. Los individuos del grupo de reflexología informaron una disminución significativa de la ansiedad en comparación con los del grupo de control’.
-Ayuda al manejo del dolor
Según PubMed, ‘algunas personas con condiciones médicas sienten menos dolor e incomodidad si tienen menos estrés, y la reflexología puede ayudar con eso. Los investigadores revisaron 17 estudios sobre los beneficios psicológicos de la terapia y descubrieron que aumentaba la sensación de bienestar y facilitaba que las personas controlaran sus afecciones’.
-Mejora el sueño
Se ha encontrado que la reflexología podal es una intervención conveniente y no invasiva, y que, al recibirla con regularidad, puede considerarse como una terapia complementaria para mejorar la calidad y trastornos del sueño.