Con la quinta temporada de “The Crown”, que desde hoy puede verse por Netflix, afloran nuevos escándalos. Es común que se acuse a esta serie de ser amarillista, lo que ha provocado que constantemente se recuerde que es una ficción y no un documental antes de cada episodio (¡la familia real lo pidió!). Pero lo cierto es que, si de sensacionalismo hablamos, la nobleza británica tiene mucha tela para cortar.
Lo verán los seguidores de la historia en esta nueva entrega, que llegó hoy miércoles a la plataforma y que - siguiendo la costumbre de refrescar el reparto por el paso del tiempo cada dos temporadas- estrena un elenco completamente nuevo. Ahora Imelda Staunton, Jonathan Pryce, Dominic West, Elizabeth Debicki, Lesley Manville y Olivia Williams son Isabel II, Felipe de Edimburgo, Carlos de Inglaterra, Diana de Gales, la princesa Margarita y Camila Parker-Bowles, respectivamente.
Uno de los puntos álgidos que abarca este período de tiempo es el que refiere al gran escándalo del llamado “Tampongate” (cuyo nombre fue tomado del célebre “Watergate”). El mismo es ficcionalizado en el episodio quinto.
Pero a veces la realidad supera la ficción. Lo cierto es que ni al guionista de la serie, Peter Morgan, se le habría ocurrido un diálogo tan divertido como grotesco, como el que tuvieron el príncipe Carlos y su entonces amante, Camilla, en 1989.
La llamada telefónica fue en ese año, pero se filtró recién en 1993, desatando un escándalo sin precedentes en la noble familia. La transcripción de la charla la publicó la revista People tan solo tres meses después de la separación de Carlos y Diana, lo que sirvió para confirmar que el heredero al trono le era infiel y que, si hubiese un criterio moral para reinar, él estaba lejos de poder llevar una corona.
La charla, calificada de “sexy” y “hot” por los medios de entonces, en realidad era un “sexting” telefónico en el que el Príncipe llegaba a fantasear con reencarnarse en un tampón para vivir siempre adentro de Camilla. Imagínense a los británicos leyendo eso en 1993.
La charla fue:
CARLOS: ¡Oh, para! Quiero sentir mi camino a lo largo de ti, todo sobre ti y arriba y abajo y dentro y fuera...
CAMILLA: ¡Oh!
CARLOS: Especialmente dentro y fuera.
CAMILLA: Oh, eso es justo lo que necesito en este momento.
CARLOS: ¿Lo es? Oh, Dios. Voy a vivir dentro de tus pantalones o algo así. Sería mucho más fácil.
CAMILLA: (riendo) ¿En qué te vas a convertir, en un par de bragas? (Ambos ríen). Oh, vas a volver como un par de bragas.
CARLOS: Oh, Dios no lo quiera, en un Tampax. ¡Qué suerte la mía! (Risas)
CAMILLA: ¡Eres un completo idiota! (Risas) Oh, qué idea tan maravillosa.
Es tan solo un recorte de la conversación, que también abunda en otros temas menos “polémicos”, como qué ruta era la que más convenía para llegar al punto de encuentro furtivo que tenían para verse.
Pero el “Tampongate” fue un cataclismo para la monarquía británica, tal como cuenta en su libro “Guarding Diana: Protecting The Princess Around The World” quien fuera el encargado de la protección personal de Lady Di, Ken Wharfe.
“La reacción fue salvaje. Figuras del establishment normalmente leales al futuro Rey y al país se horrorizaron, y algunos cuestionaron la idoneidad del Príncipe para gobernar”, escribió.
La bulimia de Diana, la invisibilización de familiares discapacitados, la violencia conyugal de Carlos y su adulterio. Son tan solo algunas cosas que “The Crown” se ha animado a mostrar y que, en esta nueva entrega, encuentra sus ribetes más altos, sumergiéndose en los ‘90, una década oscura para la Casa Real.
Muchos celebran que Isabel II ya no esté viva para ver esta versión de su vida que, según muchos, lleva el amarillismo hasta la infamia.