“Relatos con dos orillas”, de Oscar Battistón - 1° parte

Marta Castellino aborda la obra de este escritor mendocino, oriundo de San Rafael y radicado en Madrid.

“Relatos con dos orillas”, de Oscar Battistón - 1° parte
Oscar Battistón.

“Las orillas más evidentes, las que tiene que ver con las geografías concretas de mi vida. Desde las personas que me siguen emocionando con su sola existencia hasta las aristas de un mundo que a veces duele más de lo soportable”.

Oscar Battistón. “Relatos con dos orillas”

“El claro azar o las secretas leyes” de que habla Jorge Luis Borges me depararon recientemente el conocimiento de Oscar Battistón en la ciudad de San Rafael, Mendoza. Algo (o mucho) de borgeano tuvo además el encuentro, porque acaeció en una biblioteca, con motivo de la conmemoración de los 96 años de la Biblioteca “Francisco Peñasco”. Una biblioteca, entonces, el fervor por las letras y la calidez de los amigos sanrafaelinos fueron el marco propicio para el encuentro que precedió a la lectura de estos “relatos con dos orillas”.

La primera impresión que me deparó el libro fue el impacto de su prosa impecable, ajustada, sencilla y sin estridencias, pero totalmente adecuada a la materia del relato; ese estilo que -como leemos en el sitio web de Ediciones El Drago, responsable de la reciente publicación (2022) de “Relatos con dos orillas”- “puede ir desde el lenguaje duro, casi hiriente, hasta resolver desde lo poético situaciones que pueden ser profundamente dolorosas. Puede, conscientemente instalarse en una prosa poética que invoca la narrativa latinoamericana. O recoger las formas cotidianas del habla urbana”.

Su prosa resulta así heredera del imperativo borgeano de una “lúcida y secreta complejidad”. Ni siquiera la selección léxica, que acoge con total naturalidad términos y expresiones de “dos orillas”: Argentina y España, San Rafael y Madrid, representa un quiebre en el estilo, precisamente porque engarza en realidad vital del autor, en su modo natural de expresión, como ciudadano de dos orillas.

En efecto, Oscar Battistón -como se lee en la contratapa del volumen- nació en San Rafael, Mendoza, pero actualmente reside (desde hace largos años) en Madrid. Es Doctor en Antropología Social e Ingeniero Superior en Telecomunicaciones. Como también sabemos, “la relación con la literatura le viene de lejos” porque sus estudios de ingeniería discurrieron paralelos a su participación en un Grupo Experimental de Arte que buscaba conjugar la poesía, la música, el collage y el teatro con la mirada social”. Luego se trasladó a Buenos Aires donde culminó su carrera universitaria y realizó un postgrado. Diez años más tarde llegó a Madrid, ciudad en que actualmente reside. Profesionalmente se ha centrado en el impacto social de las tecnologías y en la coordinación de programas de atención a la infancia latinoamericana en condiciones de extrema vulnerabilidad. Numerosas ponencias, artículos, intervenciones en foros internacionales y libros reflejan sus reflexiones y aprendizajes en estas materias.

Del mismo modo, su vocación literaria continuó afinándose a través de la participación asidua en talleres literarios, y a la vez “nutriéndose de sus vivencias en los diversos ámbitos sociales, geográficos y disciplinarios que su vida profesional y sus compromisos vitales le llevaron a transitar” (https://es.scribd.com/book/585431318/Relatos-con-dos-orillas). Son estas experiencias las que laten detrás de los relatos que se recogen en este libro.

Como confiesa Oscar al comienzo: “Siempre me gustó escribir. Sin pretensiones y a mi manera. Dedicatorias ampulosas, poesías que a nadie mostraba, confesiones sobre el papel para aclararme cuando me perdía. Como es lógico, también me gustaba hacer muchas cosas más. Pero la vida me apretó con otras urgencias distintas. A veces mejores que el gusto de escribir” (Battistón, 2022, p. 16).

Ya desde el título, es indudable que el concepto de “borde”, de separación pero a la vez de unión de elementos, de disyunción pero a la vez de unión, preside la construcción total de la obra; como manifiesta el propio autor en el texto que oficia de prólogo, el concepto tiene diversas potenciales significativas; en primer lugar, “orillas entre los deseos que definen al ser y el deber-ser con que nos marcaron” (p. 16). Pero también otras “orillas” que forman parte de su vida, representadas por todas las vivencias que van desde “el presente a la memoria o viceversa”.

Como se ha señalado, el “memorialismo” es una nota distintiva de lo que Elsa Drucaroff (2011) denomina “la Nueva Narrativa Argentina”. Ese giro autobiográfico reaparece de un modo particular en estos relatos que Battistón define como “pequeñas historias inventadas que luego entendí que eran tan reales como mis recuerdos o mis afectos” (p. 16). Diego Sotelo alude en el “Prólogo” a una posible grieta entre “relatos sí o relatos no”, en cuanto al estatuto genérico de los textos que componen el volumen. Y quizás la calificación más cabal sería la de “memorias”, no solo por la ommnipresencia de una voz narradora en primera persona, sino por la suerte de trasposición afectiva que el “yo empírico” (el del autor real) formaliza a través de sus criaturas de ficción.

Porque, como también se lee en las notas críticas publicadas sobre la obra, está compuesta por “Historias breves y casi autobiográficas que, en una primera parte, resignifican recuerdos y experiencias de alguien que partió de una pequeña ciudad argentina y que hoy vive en Madrid, y que en la segunda parte, nos habla de su cotidianidad en España […] Son las orillas de las que nos habla el autor, desde una mirada entre crítica y empática para descubrir miserias y grandezas a través de situaciones concretas”.

Realidad y ficción… Paradoja que se construye al interior del volumen -como se dijo- la omnipresencia de una primera persona verbal, pero que asume diversas máscaras en cada uno de los relatos: distintas personalidades que dan cuenta de distintas experiencias tan traumáticas como el exilio, la muerte de los seres queridos (la de la madre, un núcleo temático que se reitera) y, en general, la complejidad de los vínculos familiares o sociales.

Es “peligroso” buscar elementos propios de la experiencia real del autor en toda escritura en primera persona. Pero también es imposible no advertir referencias autoficcionales sabiamente tamizadas, o disimuladas en la ficción. Porque si no hay una identidad fáctica- sí la hay en el fondo emocional del que brotan estos relatos “con dos orillas” que enriquecen nuestra narrativa mendocina contemporánea.

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