Las emociones y puntos de vista de Abel Pintos pueden rastrearse en su profusa obra, pero rara vez se pusieron manifiesto “a flor de piel” o de modo “visceral” como en esta semana.
Es que el cantautor bonaerense estrenó Piedra libre, una canción en la se deja atravesar por el torbellino emocional de su inminente paternidad, junto a Mora Calabrese.
“Ya no corro contra el viento/ Ya no escapo más/ Solo quiero estar despierto/ Ser un hombre libre y bueno/ Toda mi ambición ahora/ Es un día más para vivir/ Para darte lo que tengo/ Para verte sonreír”, se le oye a Abel en ese medio tiempo que, en términos de canción pop, también muestra una resolución “al hueso”.
“No sé si es la más autorreferencial de mis canciones, pero sí sabía que en ella me iba a mostrar mucho más literal de lo que suelo ser”, dice Pintos.
“Mis canciones hablan de mis emociones; en algunos casos, con mayor literalidad; y en otros, he construido contextos que no he vivido, pero en ellos introduje una emoción principal que sí había experimentado y que quería compartir. En este caso, tanto la emoción como el contexto son muy claros, y eso da la sensación de que Piedra libre sea las más autorreferencial de todas las que compuse. Yo sólo puedo precisar que es la más transparente de mi carrera”.
–Ahora bien, cómo fue el proceso de llevar ese sentimiento tierno y visceral a una canción.
–En órdenes generales, las canciones son producto de un brote emocional. Abordan ideas y palabras que surgen cuando uno se encuentra atravesado por una situación o por alguien. Sin haberlo presentido ni premeditado, de repente podés encontrarte llorando o riendo a carcajadas. Uno nunca programa qué día de la semana sucederá cada cosa y le aflorarán un montón de sentimientos. Me pasa igual con las canciones. Pero en este caso, si bien cabe esa generalidad, el proceso creativo fue uno de los más libres que he desarrollado. A lo largo de mi carrera y de mi vida.
–¿De qué te despojaste?
–Me refiero a un proceso libre de preconceptos, de autoprejuicios. Porque muchas veces cuando empiezan a surgir las palabras y conceptos, uno tiende a controlarlos con su mente. A sistematizarlos. Mucho más si te dedicás a la producción… Siempre tendés a prejuzgarte; y a observar “no, esto va a ser muy cursi” o “no, esto va a ser demasiado enroscado”. Esta vez hice un trabajo muy grande a nivel mental para que esos filtros no existieran. Quería decir lo que finalmente dije y de la forma que lo dije. Quería que todo me saliera de primera mano. Después de eso, produje la canción, todo bien. Pero al mensaje no lo produje ni por un minuto.
–Hay sobradas razones para no tener ningún tipo de esperanza en la humanidad y para descreer que “de esta saldremos mejores”. Pero también las hay para esperar todo lo contrario. ¿Te atemoriza traer a tu niño a este mundo?
–Lo voy a traer a un mundo que convive con esa dualidad. Me parece utópico pensar en un mundo perfecto. Todo depende de en qué vereda uno prefiera pararse, respecto de sus propias experiencias y de sus propias expectativas. Por supuesto, como padre y familia vamos a invitarlo a compartir nuestra forma de ver la vida. Que está más parada en la vereda de que todas las experiencias pueden servir para mejorar uno mismo. No pienso que de esto vamos a salir mejores. Pienso que esto nos ha transformado a todos. Estará en cada uno cómo asimila esa transformación y cómo la comparte con los demás.
–En el clip hay un par de juguetes vintage… ¿Eran tuyos?
–No, no eran míos. Pero sí pensé que tuvieran esa estética. Porque sí… Porque pensaba en mis juguetes…
–¿Cuál era la Play de tu generación?
–Cuando era niño jugaba mucho con los muñequitos de la WF. Hoy se llama de otra manera, pero en su momento era la WF. Cuando era pequeño, el recuerdo que más tengo es el de haber conseguido esos muñequitos, entre ellos, Hulk Hogan. Había uno que se pintaba Kiss. Esos eran mis muñequitos favoritos. Y recién a los 11 años empecé a ir a casa de amigos que tenían el Sega. Aprovechaba esos momentos para jugar, porque no tuve consola de videojuegos hasta que me la pude pagar de grande.
–Curiosamente, no pasó tanto tiempo entre ese momento y tu debut en Cosquín, de 1998.
–No, no pasó tanto tiempo. Por eso también hay tantas anécdotas de giras con espíritu de niñez y pre adolescencia. En ese Cosquín, cuando estábamos por ir a tocar, la van salía del hotel de Carlos Paz a la 9… Y eran las 8 y cuarto y no me encontraban porque yo andaba por ahí chiveando con chicos que estaban hospedados en el hotel. Las escondidas es uno de mis juegos favoritos de siempre, de cuando era niño y de hoy. Me encanta jugar a las escondidas.
A su aire
–A lo largo de tu carrera has sido muy hábil para manejar tu vida íntima en relación a la voracidad de los medios. ¿Cómo te manejarás de cara a tu inminente paternidad? ¿Irás a tu aire como siempre?
–Ir a mi aire. E ir al aire y al pulso de mi familia. Porque no se trata sólo de mí, sino también de los que propongan mi compañera y nuestra hija (se refiera a la hija de Mora, que siente suya). Mi intención de cuidar mi intimidad tuvo que ver conmigo, porque todo ser humano necesita sus secretos, sus espacios privados. El que eligió estar en la vidriera fui yo, pero las personas de mi familia y mis amigos no. Entonces, fui respetuoso de eso. Porque si yo elegía mostrarme, los demás, por defecto, también tenían que hacerlo. El caso de Agustín será como siempre, contaré hasta donde necesite contar. Hoy, ciertamente, me encuentro más abierto. No tiene nada que ver con el público ni con los medios. Tiene que ver conmigo, hablo de mis cosas… Lo manejo con naturalidad. No hay mucho plan, la verdad.
–Te llevo hacia un plano más de industria discográfica: ¿Te intimidan los millones de reproducciones que consiguen los artistas urbanos en la actualidad?
–No entiendo lo de intimidación…
–Bueno, quiero saber cómo estás, en tu carácter de artista de escala estadio e infalible, en relación al fenómeno de nuevos valores (del trap o urbanos) que consiguen millones de reproducciones y vistas al minuto de publicar algo.
–Disfrutan de una época espectacular. Es increíble poder mostrar algo y que millones de personas lo vean al toque. Después, que lo elijan (o no) es otro mambo. Que vos puedas mostrar algo y que inmediatamente millones de personas lo puedan experimentar e incluso darte una devolución, es genial. Luego, los conciertos en vivo son un mundo muy distinto. Es muy distinto grabarse, editarse y ponerse en una pantalla que subirse a un escenario en el que estás completamente en crudo o siempre salís en cuero, de alguna forma. Veo músicos muy talentosos; incluso en vivo. Admiro la entereza que tienen para afrontar una situación semejante siendo tan jóvenes y tan nuevos. En la vida y en la música. Musicalmente era maduro y tenía muy en claro qué buscaba, pero encontrarme con ese mundo tan complejo me llevó tiempo. Porque hay que tener lo suyo. Hay que tener una actitud… Admiro a los chicos que están logrando cosas ahora.
Desafiante
Al dar su opinión sobre los nuevos valores, Abel Pintos se ha referido a la situación de “en vivo”, que el próximo sábado 12 de septiembre redefinirá en el marco de su primera experiencia “en streaming”.
–Venías con una inercia de shows a gran escala, a la que habías abonado con un trabajo de espíritu teatral por tu trabajo gestual y corporal. ¿Cambia esa postura en un show en streaming? ¿Te estresa esa situación?
–Lo que me pasa gestual y corporalmente al cantar, me pasa en casa, en el escenario, en la radio y en cualquier lugar. Así soy cuando canto. Mi expresión no tiene tanto que ver con el contexto escénico. Me parece que lo del streaming es una nueva forma de compartir la música. Lo planteo conceptualmente. Nos dará nuevas herramientas.
–Bancás la alternativa, entonces.
–En un streaming, al igual que en un disco, nunca buscaría emular la energía de un concierto en vivo, cuyas características son únicas. La energía de sentarse o salir a caminar con auriculares, o tener un momento de intimidad para escuchar un disco, también es única. Hay una precisión en el audio que el show en vivo no tiene. El streaming viene a ocupar la frecuencia de ver un DVD, pero con la característica extra de que es en vivo y en directo. En mi caso particular, no vamos a emular ni la escena ni la estética de un concierto; tampoco su dinámica. Estaremos tocando e interpretando en vivo, sí, pero al mismo tiempo nos dedicaremos con mayor precisión al audio que recibirá la gente… Casi como si se trata de un disco. En ese punto, vamos a aprovechar que estaremos solos y podremos medir la acústica.
En resumidas cuentas, Abel Pintos invita a otro tipo de experiencia: "De hecho, la mezcla del show no la hará un ingeniero ‘de vivo’ sino otro de ‘estudio de grabación’. Será Edu Pereyra, que ha mezclado varios discos míos. Reevolución (2010), entre ellos.
“Yo, como artista, sé que cuando aparezca la vacuna y todo esto encuentre otra forma de realización, seguiré utilizando el streaming. Es una forma de experimentar la música desde otro abordaje conceptual. Es desafiante y eso me atrae”, completa.
–La cuarentena te encontró con un disco a punto de salir. ¿Qué podés decir sobre él y sobre la música que te acompaña en este momento tan movilizador?
–De mi disco puedo decir que lo tenía pensado para mayo y que haberlo pospuesto (y de seguir posponiéndolo hasta que el panorama mundial sea más claro) lo convirtió en algo “abierto”. De hecho, Piedra libre se ha incorporado. Lo bueno es que, si bien está resuelta una parte importante del disco, incluso en términos conceptuales, también tengo la expectativa constante de que se le sumen cosas nuevas. Lo seguiremos adelantando en canciones hasta que nos encontremos en una situación de mayor tranquilidad. Y lo que estoy escuchando es mucha música clásica, porque me ayuda a nivelar las ansiedades. Y, claramente, este es un tiempo funcional a las ansiedades. En el orden de la humanidad, y en el orden íntimo, el de acá, de mi casa. Y hay mucha música clásica para niños. Mozart o Beethoven para niños… Me gusta mucho poner eso, porque estoy seguro de que se lo pondré a Agustín.
En concierto
El sábado 12 de septiembre y a las 21, Abel Pintos ofrecerá un concierto en streaming. En rigor, se tratará de la transmisión de un show que se ofrecerá, en vivo y en directo, en un prestigioso estudio de grabación porteño. Será por la plataforma de la ticketera livepassplay.com. El espectáculo también se transmitirá por Radio Nacional (podrá escucharse también en Mendoza), tanto por aire como por la página de la emisora estatal: www.radionacional.com.ar
Por Germán Arrascaeta. Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.