Another Earth: ¿qué harías si tuvieras una segunda oportunidad en la vida?

En “Videoclub” recuperamos una película de 2011 que utiliza como excusa el descubrimiento de una segunda Tierra para ahondar en la culpa con la que cargamos por cada decisión. También recomendamos otras rarezas de sus creadores.

Another Earth: ¿qué harías si tuvieras una segunda oportunidad en la vida?
"Another Earth" (2011), película dirigida por Mike Cahill y protagonizada por Brit Marling.

Cuando nos preguntamos si estamos solos en el universo, solemos dejar que nuestra mirada se funda en una sola entidad con el firmamento. Los escépticos dirán que la respuesta se conocerá miles de años después de hacerse polvo, mientras que los soñadores pensarán en un mundo donde sea posible un camino diferente al de su infeliz realidad. ¿Y si fuera aún mejor? ¿Qué haríamos si existiera otra versión de nosotros, que no hubiera cometido los mismos errores y se convirtiera en esa segunda oportunidad que tanto anhelamos?

Sobre estos interrogantes pendula “Another Earth” (2011), película de bajísimo perfil del director estadounidense Mike Cahill. Se trata de una rareza digna de recuperar que emplea como excusa elementos conocidos de la ciencia ficción para ahondar sobre la culpa, el arrepentimiento y el “¿qué pasaría si…?”, en relación a dos vidas cruzadas por el hallazgo de una segunda Tierra, ubicada a escasa distancia de la nuestra.

Rhoda Williams (Brit Marling, quien además oficia de guionista) es una joven de 17 años que acaba de ser aceptada en un programa de astrofísica del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Mientras conduce su auto, se entera por la radio del descubrimiento de un planeta muy cercano a la Tierra y alza su vista al cielo, lo que la lleva a provocar una tragedia en la ruta.

Tras purgar cuatro años de cárcel, Rhoda vuelve a casa de sus padres y limita su vida a limpiar baños ajenos. En un intento por enmendar su error, se ofrece a ayudar a John Burroughs (William Mapother), único sobreviviente en aquel choque, quien desconoce estar frente a esa adolescente que le arrebató a su familia.

En paralelo, y mediante una transmisión, los científicos constatan que desde el momento en que los planetas “gemelos” se dieron a conocer mutuamente, perdieron la sincronía que los caracterizaba. Como si fuera una especie de espejo roto: sus habitantes son idénticos, pero sus caminos son distintos. Para Rhoda, devenida en un engorro para la sociedad, es la ocasión perfecta para inscribirse como voluntaria para viajar a Tierra-2, averiguar qué fue de la vida de su doppelgänger y cerrar su penitencia.

“Probablemente tengas un ideal de lo que querés cuando tengas 30, ¿verdad? A veces estás en ese camino moviéndote hacia esa dirección, pero luego algo te saca de él. De repente, lo que querías a los 30 ya no es una posibilidad, así que vivís esta otra vida que quizá es más difícil. ¿Y si esas dos versiones tuyas se enfrentaran? ¿Sería tan obvio que el que siguió la vida anhelada estaba en el mejor camino?”, explicó el director sobre su ópera prima, al brindar una entrevista a Film School Rejects.

Vinculada a la fibra de “Solaris” (1972), de Andréi Tarkovski, o a la colisión shakesperiana de mundos de “Melancholia” (2011), de Lars von Trier, “Another Earth” también esquiva el burdo didactismo. En lugar de abordar la ciencia ya sea desafiando sus límites o aplicando fórmulas duras -aquí se omiten los efectos lógicos de tener otra Tierra tan cerca de la nuestra-, Cahill posiciona la cámara en mano y se ancla en las emociones reprimidas por dos seres aferrados a lo remoto como única escapatoria de su existencia.

La propuesta de “Another Earth” desafía las leyes para deliberar sobre metafísica antes que mostrar travesías interplanetarias. En consecuencia, aquellos que busquen el sesudo artificio de “Interestelar” (Interstellar, 2014), seguramente terminen decepcionados.

A su vez, el guion de Cahill y Marling apela a un realismo poético totalmente alejado del territorio de aspiraciones rebuscadas, fanfarronas y autorreferenciales de Charlie Kaufman. Incluso, para distinguir la identidad de “Another Earth”, hay algo de evocación a la trilogía de los colores de Krzysztof Kieślowski, en particular a cuestiones planteadas en “Bleu” (1993).

Después de “Another Earth”, sus hacedores continuaron ligados a otros proyectos igual de interesantes. Sin embargo, su relación provenía de varios años atrás.

Mike Cahill y Brit Marling se conocieron en sus ratos libres en la Universidad de Georgetown (Washington D.C.). Ella estudiaba economía, pero entabló un vínculo creativo con el precoz cineasta, que filmaba unos cortos junto a otro director, Zal Batmanglij. Este “fideicomiso de cerebros” -como dice Cahill- creó dos películas en simultáneo, ambas con el protagónico y el guion de Marling: “Another Earth”, el drama de Cahill, y “Sound of My Voice” (2011), un thriller de una secta en clave found footage con dirección de Batmanglij.

Ambos filmes fueron exhibidos en el festival de Sundance de 2011. Más allá del cálido recibimiento de la crítica especializada, Fox Searchlight Pictures adquirió los derechos de distribución para un moderado lanzamiento en Estados Unidos y Canadá.

Más tarde, Batmanglij dirigió “The East” (2013), también con el estelar de Marling, pero para el que contó de un elenco (Ellen Page, Alexander Skarsgård, Patricia Clarkson) y un productor estrella (Ridley Scott) que le permitió ganar visibilidad.

Batmanglij y Marling crearon posteriormente la serie “The OA”, estrenada por Netflix entre 2016 y 2019. En tanto que Cahill grabó otra película de ciencia ficción, “I Origins” (2014), en la que repitió colaboración delante de cámara con Marling.

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