Artes plásticas, gastronomía, ecología, coworking... palabras que se vinculan y que resultan, de forma separada, insuficientes para describir lo que es “Atelier”, un espacio cultural que abrió esta semana en Paso de los Andes 1340, corazón de Villa Hipódromo. Ciertamente, aquí se respira un nuevo concepto.
Fue la iniciativa del mendocino Luis Battaglia, arquitecto pero también escultor, quien junto a Carlos Meneses pensaron un lugar que permitiera visibilizar el trabajo de los artistas locales en un entorno que permitiera, además, tomarse cafecito o comer en el restó. De paso, ver obras expuestas y, si nos acercamos al fondo del galpón, indagar el proceso creativo de algún artista. Un tránsito recreativo y transformador, que el público en general puede visitar de martes a sábado desde las 8 hasta pasada la medianoche.
Enclavado en una zona histórica y a la vez barrial del departamento de Godoy Cruz, Battaglia quiso aprovechar el movimiento comercial para poner en vista de la gente el arte, que usualmente se aprecia en otros ámbitos. Quieren propiciar que el artista interactúe con el público.
“Hay un café porque queremos que el espacio se pueda sustentar solo. Queremos que la infraestructura pueda aguantarse por sí misma y por eso le hemos agregado otros servicios”, nos cuenta Battaglia, aún entusiasmado por la reciente inauguración, que convocó a referentes de la gestión cultural tanto del oficialismo como de la oposición: allí estuvieron Maximiliano Uceda (Secretario de Gestión Cultural de la Nación), Diego Gareca (director de Cultura e Industrias Creativas de Godoy Cruz) y Fabián Sama (Director de Estrategias Culturales del Ministerio de Turismo y Cultura de Mendoza), entre otros. “La idea es armar un polo turístico y artístico”, apunta.
“Queremos que el artista trabaje acá en el lugar y que pueda exponer sus obras y estar con la gente que viene a visitar el espacio”, resume. “Queremos que la gente vea cómo trabajamos, cómo pensamos la obra, cómo la ejecutamos, con qué herramientas la elaboramos, cómo trabajamos la escala, la perspectiva, las sombras, las luces... Creo que eso es lo más interesante del proyecto”.
Agrega: “Pero también el fuerte del lugar es cómo podemos recuperar el arte barrial y vecinal, para poder darle valor a eso que, desde mi concepción como artista, se viene perdiendo desde hace mucho tiempo. El arte se ha puesto muy elitista y poco se ve en los barrios, donde nacen los artistas normalmente”.
El taller y espacio de coworking está abierto a todos los artistas plásticos, pintores, escultores, actores y escritores, que deseen ser parte (importante: gratuitamente) de la experiencia y comunicarse de manera directa con los comensales que disfrutan de la gastronomía del lugar.
En este primer mes, quienes visiten Atelier podrán ver una muestra colectiva y, recorriéndola, entrar en el mundo de las propias esculturas de Battaglia, de la fotografía de Daniel Rodríguez, de las esculturas de Leandro Pintos y las pinturas de Laura Rudman, que abundan en postales de viejos patios con enredaderas, parras y pisos calcáreos.
Un elemento importante de Atelier es su espíritu eco-friendly, puesto que su diseño fue pensado íntegramente con materiales reciclados. “El espacio tiene una forma conceptual desde lo que yo considero el cuidado del medioambiente”, explica Battaglia. “Está fabricado con todos elementos reciclados. Es parte de mi arte: casi todas las esculturas que tengo son elementos reciclados que los voy modificando y los voy adaptando a la circunstancia de acuerdo a lo que necesito”.
En efecto, en el galpón podemos ver paredes hechas con vidrio de cabinas de teléfono; la fachada está ensamblada a partir de vidrios de heladeras; recortes de chapas, maquinarias de bodegas, esculturas con toneles; incluso una vieja rotativa de diario convertida en una barra.
“Es cómo podemos armar un espacio y diseñarlo desde algo que ya está creado. Es un concepto diferente”, nos explica sobre ese proceso creativo con el que se identifica. “Cuando uno se sienta a dibujar y ese elemento no está hay que producirlo o mandarlo a hacer. Pero cuando el elemento está hay que amoldarse a eso que ya está fabricado, que ya tiene un formato, una textura, un espesor, una sombra, y darle una oportunidad de volverse a utilizar”.
Define: “Son visiones mentales. No digo que sean mejores ni peores, sino distintas. A eso le hemos agregado esta falta de espacios culturales que hay en todos lados, no solamente en Mendoza: el arte solamente se ve en lugares muy específicos”.
Battaglia vivió 14 años fuera del país y desde chico viajó mucho. “Eso me ha hecho ver la riqueza que tiene la Argentina en su creatividad”, dice. “Considero que el arte en todo el país y que en Mendoza también es excelente. Tenemos artistas muy creativos. No sé a qué fenómeno se deberá, pero en muchos países del mundo nos requieren para solucionar cosas, porque nos acostumbramos a eso. Somos creativos por naturaleza, o porque nuestro país nos hace serlo. Creo que el problema que tenemos es la falta de divulgación. Rescatar a esa gente, muchas veces escondida, y darle prioridad, mostrarlos y sacarlos a la luz. Darles el valor que se merecen”.