Aurora Venturini: cómo es la gran reedición de la escritora monstrua

Desde noviembre se vienen editando nuevamente sus libros, algunos incluso póstumos, como “Las amigas”. Se acaba de sumar " El marido de mi madrastra” y vendrán otros más en los próximos meses.

Aurora Venturini: cómo es la gran reedición de la escritora monstrua
“Yo escribo la realidad”, decía Aurora Venturini.

“¿Quién le teme a Aurora Venturini?”, titula el perfil que le dedica Leila Guerriero (e incluido en el libro “Plano americano”). Si lo pregunta es porque, efectivamente, a Aurora Venturini hay que temerle.

Quien haya leído ya “Las primas”, su novela más famosa, aquella con la que ganó el certamen Nueva Novela de Página/12 en 2007 a los 85 años, sabe de qué se trata su escritura. Como pocas en nuestra literatura reciente, demoledora y renovadora. La sorpresa, aquella vez, fue comprobar que la voz más original de nuestras letras era de una mujer octogenaria que vivía, casi aislada, en una modesta casita de La Plata.

Escribía casi siempre sobre el cinismo y la monstruosidad que nos rodean diariamente, desde el asco que nos puede producir ver a otro comer con la boca abierta hasta los abortos clandestinos (fue una de las primeras en tocar este tema en la literatura argentina). Casi todos sus personajes principales son mujeres: depredadas por los hombres del entorno, infelices, lejanas de cualquier cariño o sentimiento amistoso, con retrasos mentales, a veces deformadas. Un caso en el que la literatura de la crueldad, alimentada por largas lecturas de Violette Leduc, del Conde de Lautréamont, Rimbaud, los poetas de la Edad Media como François Villon y hagiografías, se traduce al humor negro, la cotidianeidad y una ingenua maliciosidad.

Aurora Venturini nació en 1921 y murió en 2015, consagrada. Pero la sorpresa de haberla “descubierto” en 2007 no fue tanta como la sorpresa que deparó conocerla mejor y saber que había escrito casi 40 libros, pagados de su bolsillo y editados de forma independiente, entre novelas, cuentos, poesías y ensayos.

El personaje estaba a la altura de su propia literatura extraordinaria: había sido íntima amiga de Eva Perón (con quien trabajó como asesora en el Instituto de Psicología y Reeducación del Menor), se exilió después del golpe del ’55 en París, donde fue contertulia de Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, entre otros; en 1948 el propio Borges le había entregado el Premio Iniciación por un librito de poemas llamado “El solitario”; había estado al borde de la muerte, tenía un amigo cura especializado en exorcismos, aseguraba que veía fantasmas desde niña; y además, aseguraba que su literatura era ella misma.

Sobre todo “Las primas”. “Sería muy importante que mi novela ganara el primer premio. ¿Sabe por qué? Porque ‘Las primas’ soy yo”, le dijo a la periodista Liliana Viola (biógrafa de Alberto Migré) el día que la llamó por teléfono para decirle que estaba entre los finalistas del premio Nueva Novela. A ella la nombró, años después, su albacea.

El tesoro de Venturini

Desde que en noviembre pasado Tusquets presentó una reedición de “Las primas” y “Las amigas”, novela hasta entonces inédita que continúa la primera, los libros de Venturini han vuelto una y otra vez a los rankings de los más comprados. Y lo mejor de todo es que queda mucho por reeditar.

“Las amigas” es ya un acontecimiento literario. En ella volvemos a seguir la narración de Yuna Riglos, la niña de “Las primas”, pero con casi 80 años. “No éramos comunes por no decir que no éramos normales”, dice Yuna en una frase muy citada de la novela de 2007, en la que hace alusión a la disfuncionalidad de su familia (una hermana minusválida, una prima enana prostituta).

En “Las amigas”, Yuna disfruta de las reminiscencias de un pasado exitoso y en una soledad interrumpida por desencuentros que califica como “amistad”. Son esas amigas con las que comparte su vida en soledad, pero con las que no logra forjar verdadero cariño ni comprensión. “Novela a contrapelo de las buenas intenciones”, define en el prólogo Viola, “ni la vejez ni la sororidad son escenarios sencillos de habitar”.

Yuna llega a confesar que tiene un “insensible corazón de monstrua descendiente de monstruos repugnantes”, y la monstruosidad es lo que define su pobreza, sus aspiraciones de escalar socialmente, lograr reconocimiento y trabar relaciones con su entorno.

“Aurora no presenta una vejez amigable. Cuando dice ‘Las primas’ pone en discusión completa la idea de los lazos familiares y cuando dice ‘Las amigas’ está poniendo en duda la amistad, la real posibilidad de comunicación entre mujeres, entre confidentes. Siempre es corrosiva”, dijo Viola.

La heredera de la obra de Venturini, elegida por la propia escritora en vida, conoció la existencia de ‘Las amigas’ en 2009, cuando ella la empieza a escribir. “Así también conozco la existencia de muchísimos otros manuscritos aún no publicados. Y los conozco porque ella se había formado de mí una idea completamente inexacta, exagerada y delirante: pensaba que yo tenía un poder y una influencia inconmensurables en el mundo editorial y por esa razón, luego de no haber podido publicar durante tantos años, pensaba que iba a conseguir que se publicara en las mejores editoriales”, recordó Viola, quien fue una de las encargadas de la preselección del premio que le cambió la vida.

Por estos días se acaba de sumar a la reedición el libro de relatos “El marido de mi madrastra”, y seguirán “Nosotros, los Caserta”, “Los rieles”, “Cuentos Secretos”, “Eva, Alfa y Omega”, además de una biografía en preparación que está escribiendo Viola, quien también es una de las creadoras del podcast “Me lo llevo a la tumba”, donde se pueden escuchar tres cuentos, dos inéditos, leídos por Sofía Gala Castiglione, Tina Serrano y Susana Pampín.

Y además de este rescate editorial, el plan de la heredera es poner en circulación la obra de Venturini en editoriales independientes porque “no es justo que la obra de Aurora se difunda sola en una sola editorial internacional o comercial. No era el motivo económico lo que movía a Aurora a publicar en un lugar u otro. Si le pedían un cuento lo entregaba sin pensar mucho dónde lo publicaba”, dijo.

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