Parece increíble: hoy se cumple un año desde que los shows volvieron a la presencialidad en el país. El 5 de septiembre del año pasado, Coti Sorokin y Los Brillantes convocaban a un “autoconcierto” en San Isidro, que al día de hoy es considerado el primer espectáculo presencial tras el inicio de la pandemia no solo en Argentina, sino en toda Latinoamérica.
La inspiración de este formato tan particular vino desde luego de los autocines, un formato que en esos días tuvo un repunte en todas partes.
Ese mismo autoconcierto Coti lo repetiría en octubre, en el Hipódromo de Palermo. A ese momento, ya era una modalidad instaurada, a la que se habían sumado, y se sumarían, desde grupos de cumbia como Damas Gratis, pasando por bandas clásicas como Los Pericos o Jaf, hasta festivales de trap, como el Flow Strip.
Pero más allá de los autoconciertos, es interesante ver en retrospectiva de qué manera los artistas fueron adaptándose a las circunstancias y, así como estos meses dejarán secuelas en todos los ámbitos, también nos encontraremos con una nueva cultura en la pospandemia.
En todo este tiempo, el formato pandémico por excelencia fueron los shows por streaming. Los hubo de toda clase: en las redes sociales de forma improvisada, transmitidos de forma gratuita y también paga en plataformas como Tickethoy (en vivo y pregrabados), otros que quisieron ofrecer un “plus” con cámaras en 360° para simular realidad virtual (como La Beriso) y otros que contaron con una producción fuera de serie, como el que hizo Ricardo Arjona desde Guatemala, “Hecho a la antigua”, al día de hoy considerado el show de este tipo más convocante de hispanoamérica (unas 150 mil personas se conectaron a la vez).
Casi todos los artistas tuvieron su/sus shows por este medio, motivando que ciertas plataformas, como Tickethoy, crearan un sistema de transmisión en alta calidad, que siempre fue la principal inseguridad de los músicos.
Para ello se necesitaban escenarios adecuados para los distanciamientos y condiciones técnicas específicas (varias cámaras, sistema de sonido de primer nivel, buena conexión, etcétera).
No siempre fueron un éxito, pues la conectividad en nuestro país jugó malas pasadas: recordemos que muchos artistas tuvieron que suspender sus conciertos y en otras ocasiones muchos espectadores se quedaron sin poder ingresar ante un sistema colapsado. Valeria Lynch y Patricia Sosa tienen malos recuerdos respecto a esto.
Pero si bien los shows por streaming abundaron en todas las ramas del arte, su consecuencia más interesante quizás sea su legado: la bimodalidad. Es un hecho que hoy muchas producciones se plantean para hacerse en vivo y para transmitirse al mismo tiempo por internet. En algunos casos ya se hacían, como el Teatro Colón, que transmitía en vivo sus principales títulos, pero lo interesante es el caso de espectáculos y eventos que antes de la pandemia difícilmente habrían sido accesibles para todos.
El CCK, por ejemplo, suele tener esta bimodalidad, permitiendo que los usuarios de todo el país accedan a parte de sus eventos (ayer, por ejemplo, el Homenaje a Ariel Ramírez se vio en distintas plataformas en vivo).
Durante estos meses la desesperación impulsó la experimentación. Muchos festivales apostaron por hacerse por streaming, creando plataformas virtuales en las que, además de proponer varios escenarios al mismo tiempo, se ofrecían otras experiencias como talleres, charlas, “bares”, promociones con comercios de la zona, con merchandising que llegaba a la casa y hasta con posibilidades de intercambiar palabras con algunos artistas famosos.
Si bien el Quilmes Rock fue el más convocante a nivel nacional, el Aurora Festival, creado en Mendoza, fue el pionero. Al día de hoy los productores deberán evaluar si estos eventos pueden extenderse en un largo plazo o si tuvieron un sentido (muy importante, por cierto) en momentos tan duros como una larga cuarentena estricta.
A un nivel creativo, este tiempo también dejará su legado, pues no todos los artistas tuvieron la fortuna que, por ejemplo, sorprendió a La Skandalosa Tripulación: varados en una misma casa en México, tuvieron todo el tiempo de convivencia necesario para procesar el inédito suceso en forma conjunta y, si hubieran querido, hacer música. En general, las largas horas sirvieron para que muchos artistas se pusieran a desarchivar viejos proyectos, recuerdos, grabaciones y documentos.
Algunas veces, quienes contaron con un estudio propio le sacaron el jugo y aprovecharon de tender lazos con artistas de otras partes del mundo. Ayer, justamente en estas páginas, Chango Spasiuk nos contaba cómo su próximo disco se armará en base al collage de colaboraciones que fructificaron durante la cuarentena del año pasado.
Otras veces, los artistas aislados de su grupo se volcaron por potenciar sus proyectos solistas o más personales. La última visita del Dúo Pardepe, que forman el Mono de Kapanga y su hijo Tobías, difícilmente se habría dado en otro contexto. El aislamiento sirvió para consolidar la propuesta.
El caso es que a esta marea de cambios no hay que romantizarla. Al día de hoy el sector de la cultura está lejos de lograr los números previos a la pandemia. Si bien la vacunación avanza y los protocolos se van flexibilizando de a poco (sobre todo en un factor importante como el aforo permitido en una sala), las cosas no vuelven a la normalidad.
Y hay algunas expresiones que están todavía más lejos en ese camino. Es el caso de los coros y las orquestas. La propia naturaleza de estos grupos musicales es la unión de muchas voluntades al mismo tiempo. Pero de repente las bocas abiertas de los coristas y los instrumentos de viento pasaron a ser de riesgo sanitario...
Al día de hoy las orquestas del país trabajan en pequeños formatos de no más de 30 músicos y las grandes formaciones corales son cosa del pasado.
Este mes, sin embargo, quizás sea el primer paso para la lenta recuperación: el Teatro del Bicentenario de San Juan estrenará la producción de “Madama Butterfly”, célebre ópera de Giacomo Puccini, que venía postergando desde el año pasado. Aquí nos encontraremos con varios solistas, coro, muchos figurantes y la orquesta de esa provincia completa. En fin, un espectáculo que parece salido de un tiempo pasado y mejor.