El próximo jueves 26 de agosto 2021, comenzará una nueva edición del Festival Académico de Cine Universitario Internacional (FACIUNI) en donde Axel Kuschevatzky participará junto a Natalia Oreiro y otros productores, en distintas charlas que abordarán tópicos en tornos a las formas de producción y realización en los circuitos fuera de la industria, los procesos creativos, la planificación y los nuevos desafíos. El evento busca promover la integración académica internacional, además de visibilizar y premiar el trabajo de las nuevas generaciones de cineastas y estará disponible, sin costo, a través de www.faciuni.com.
El objetivo es que los profesionales latinoamericanos y referentes del cine, compartan sus experiencias y reflexionarán acerca de los temas que marcan hoy la agenda de la actividad audiovisual; particularmente se hablará sobre la oportunidad de cambio que se vive a partir de la digitalización surgida debido a la nueva realidad en la que vivimos.
En la rueda de prensa -organizada por Directv y Sky Latin America- Los Andes conversó con Axel Kuschevatzky, quien destacó la iniciativa de dar herramientas a los cineastas latinoamericanos a través de este tipo de festivales.
-Tu charla que se llama “Valor y costo”, ¿se trata del precio de hacer cine?
-Más que eso, qué es un disparador, yo llevo más de 10 años trabajando con Natalia Oreiro y para mí es una productora no declarada, porque es una persona que pone en movimiento los proyectos, los valida y tienen luz verde o ventas sensacionales porque está Natalia. Entonces hablamos un poco de este proceso en común de construcción de las películas y es un poco más amplio que eso, de nuestra propia experiencia trabajando juntos. Porque la gente conoce a Natalia como actriz, pero no conoce a la que de verdad oficia como productora o como generadora de películas. Vamos a hablar de todo eso y no sólo de cuestiones de valor en cuanto al concepto de la industria y de la factura del cine.
-Se habla de nuevas generaciones y de pandemia. ¿Cómo ves ese panorama futuro y cuáles crees que son las preocupaciones o los temas?
-La pandemia llegó en un momento transicional para la industria de la televisión y del cine. Llevábamos una cantidad de décadas donde tenías departamentado: “esto es cine, esto es televisión de aire, estos televisión paga, y estos son plataformas” y la pandemia aceleró algo que nosotros habíamos empezado a ver y es que esta línea se vuelve más difusa, que no todos los eslabones de la cadena estaban conectados linealmente como en otra época, que a veces hay estrenos paralelos, o cosas que van a una plataforma y no a otra. Entonces es interesante este movimiento acelerado por la pandemia nos obliga a todos a repensar cómo producimos y cómo se consumen los contenidos.
Los déficits de la educación formal de cine, tienen que ver con no pensar las películas como un acto narrativo, o una expresión personal abstracta no vinculados con la realidad en donde esa película existe. Hay millones de formas de expresarse y que toman menos tiempo, son más baratas y menos complejas de lo que lleva hacer una película. Es más fácil hacer un blog o pintar un cuadro en el patio de tu casa. Pero cuando vos decidís hacer una película implica un trabajo, tener que pararte frente a los ojos de los demás, ser evaluado en todas las instancias desde la idea hasta que sale al mundo. Entonces hay una cosa muy interesante donde la educación es un gran elemento hoy para obligar a quienes decidan narrar una historia, a repensar en qué contexto existe esa historia, no sólo quiénes son, sino cómo se construye, y te diría que ese es para mí el gran tema. Mi hijo mayor tiene 13 años y está iniciando un curso de cine ahora, en Nueva York.
Yo crecí en los ‘70 y en los ‘80 y no tenía acceso a los contenidos que mi hijo tiene ahora: yo quería ver una película x de Alfred Hitchcock y no tenía manera, no estaban editadas en VHS, no las pasaba la televisión, con un poco de suerte la cinemateca de vez en cuando hacía un ciclo, y si tenía suerte ponían la película que yo buscaba. Pero hubo películas que yo no vi durante décadas, mi hijo aprieta un botón y accede a todo. Entonces empieza a haber algo interesante que es el rol de la curaduría, que puede ser una persona o un algoritmo, pero finalmente es un concepto de curaduría. Es interesante que esta generación, que piensa que todo es accesible y que no ven a la tecnología como inalcanzable -porque podés hacer una serie con una computadora y celulares, yo lo hice una para el horario central de BBC con actores invitados como Samuel Jackson y Kate Blanchett, llamada Stage-, con lo cual para nosotros es “wow descubrimos algo nuevo” y las generaciones nuevas lo transitan con una naturalidad que nos hacen quedar como unos tarados. Entonces para mí es interesante la combinación de una curaduría pero también el acceso a todos los contenidos en un universo cambiante.
-¿La pandemia ha cambiado la experiencia del cine o la ha emparejado con las películas en casa?
-En términos estrictamente personales yo estuve un año y pico sin ir al cine. Arañaba las paredes, porque ver una película e ir al cine no son equivalentes. Son dos experiencias diferentes: vos podés ver una película en un celular sentado en un inodoro, y tiene el efecto emocional de ese perímetro, pero cuando estás en una sala hay una supresión de estímulos extraños, entonces la emocionalidad de lo que estás viendo está aumentado, cualquier película que vos vas vas a ver en el cine puede ser infinitamente mejor o peor que verla en tu casa porque la experiencia es a otra escala. Yo extrañaba la experiencia, no “ver películas”, porque nunca dejé de verlas pero el cine tiene una raíz que tiene que ver con lo social, que es salir de tu casa, atravesar un ritual para ser parte de una experiencia comunal donde te despersonalizas por qué te reís al mismo tiempo que un tipo que está sentado al lado tuyo que no conoces, lloras al lado de alguien que no viste en tu vida, y funciona con esa lógica, igual que una tribu alrededor del fuego, en donde vos registras la emocionalidad del otro. En tu casa es más complejo porque es un acto individual. Sí creo que la gente tiene una cuestión pendular que después de tenerla un año y medio encerrada van a ir al cine en manada, y a la vez no se van a desuscribir de las plataformas que están consumiendo. Se puede hacer una genealogía de todas las veces que dijeron que lo que llegaba venía matar el cine: lo escuchamos con la televisión, con el cable, con el DVD, con la piratería, con el VHS, y la última vez que lo escuché fue con la pandemia.
-¿Cómo interviene un productor en el proceso creativo de un proyecto audiovisual y hasta dónde puede intervenir?
-La primera fantasía que tiene todo el mundo es que el productor es un señor vestido de blanco con un habano en una mano, que tiene una secretaria de falda corta sentada en sus rodillas, y que tiene plata en el banco y con eso se hacen las películas. Los productores somos a veces los que generamos los proyectos, los que logramos que los proyectos existan y una parte fundamental de la concreción de un proyecto. Pero siempre somos parte del proceso creativo. Yo trabajo con los directores y los guionistas en todo el proceso creativo y somos tan autores como los guionistas o los directores. Lo que pasa es que existe esta vieja fantasía que equipara la creación cinematográfica a la escritura y no tiene nada que ver. A partir de mitad de los años ‘50, Cahiers du cinema empieza hacer crecer esta figura del director en un sentido casi mítico contraponiéndolo, como una especie de autor solitario que lucha contra el sistema, al productor es un señor malvado que quiere cortar la película. Y es irónico porque algunas de las mejores películas de cine, funcionaron en un sistema que el autor tiende a cuestionar, qué es el sistema clásico de Hollywood.
Los productores luchamos todo el tiempo contra este prejuicio en donde la gente cree que somos inversores, y no parte del proceso creativo de la película. Yo no necesito imponer mi visión, yo trabajo para cristalizar la mirada del director que es el creador puro y principal y tiene la mayor responsabilidad frente a lo que se cuenta. Entonces los productores nos vemos como medios o como vehículos para que la narración exista en su mejor versión posible.
-¿Crees que los modelos económicos de la política de cine, junto a las nuevas herramientas audiovisuales fomentan la creatividad de los jóvenes, o crean la falsa sensación de que todo es mucho más simple?
-Lo más interesante que tiene lo que nosotros hacemos es la coexistencia de modelos muy diferentes. Y si te lo tengo que extremar, hay un cambio interesante en el ámbito de la industria en el cual uno puede hacer una película con celulares y tener la posibilidad de hacer un recorrido internacional. Cada vez hay más contenidos hechos con recursos accesibles y, al mismo tiempo en el caso de las películas más industriales y más grandes, hay un hay un cambio generacional que está permitiendo que si tenés las credenciales correctas, directores de minorías que antes no tenían la capacidad de acceder a esos lugares hoy tienen la posibilidad. La directora china Chloé Zhao es un ejemplo, hace 15 años hubiera sido impensable que estuviera dirigiendo una película muy grande, de 200 millones de dólares. Andy Muschietti también es un ejemplo, que un argentino -o un latino- esté dirigiendo una película a esa escala es porque el sistema empezó a leer cosas que no leía antes y porque hay gente que no tiene prejuicios, o porque ellos mismos son inmigrantes o parte de minorías no representadas. Por supuesto que no es equitativo, pero el sistema va mutando y se va volviendo cada vez más interesante. No creo que sea una falsa promesa en el sentido de que si nací en La Matanza nunca voy a poder hacer tal cosa. En el sector audiovisual eso no pasa más. Por supuesto que no es fácil y hay lugares que generan mucho deseo ,lo cual es una fantasía, y que son complicados para llegar para cualquiera, seas parte de una minoría o no. Pero hoy la capacidad de hacer un contenido y tenga un rodaje internacional está cambiando muy rápidamente. Paola Suárez, que falleció hace un par de semanas, hizo una serie que se llamaba “La chica que limpia”, fue una seríe que tuvo una versión en México y otra en Estados Unidos y Paola ni siquiera era de Capital Federal, era de Córdoba, en lo que el sistema normalmente considera la periferia de la periferia. Y eso también existió, entonces la sensación que tengo es que las reglas con las que nosotros vivíamos hace 5 años, hoy están en transición y es un gran momento.
Charlas de Faciuni
El Festival, que estará moderado por el actor chileno Néstor Cantillana, abordará diferentes temáticas como las nuevas formas de producción y realización cinematográfica, el proceso creativo, la planificación de una película y los desafíos actuales, entre otros. Se desarrollarán cuatro conversatorios con destacadas personalidades del cine de América Latina: 1) ¿Cuántas veces aprendemos a ver cine? Dirigido por Lucio Mauro Filho de Brasil y Jhonny Hendrix Hinestroza de Colombia; 2) ¿Cuál es la materia prima del cine? A cargo de Alfredo León León de Ecuador y Maite Alberdi de Chile; 3) Valor y costo: elige tu propia aventura, liderado por Axel Kuschevatzky de Argentina y Natalia Oreiro de Uruguay; 4) Cine y públicos modelos de distribución, desarrollado por Claudia Sparrow de Perú, Juan Manuel Dominguez y Alejandro De Grazia de Argentina.
En la rueda de prensa organizada por Paula Bukowinski, Manager de Citizenship y Sustainability para DIRECTV y SKY Latin America comenta: “En este nuevo escenario marcado por los grandes desafíos que presenta el contexto actual, hoy tenemos la oportunidad de volver a comenzar y hacer un reset. Volvemos al set. Volvemos a empezar. Volver al set de filmación, y resurgir con mayor fuerza y con una mirada renovada, la producción audiovisual que nos regala experiencias inolvidables”.