Andy Clar es, sobre todo, una mujer reconstruida infinidad de veces. Su presente, pleno de glamour, de fotos artísticas en blanco y negro en su cuenta personal de instagram, de sus otros perfiles muy conocidos por enseñarle a las mujeres lo mejor de viajar a ciudades maravillosas del mundo, tuvo un inicio a sus 23 años, tras un dramático accidente que casi le cuesta la vida y que la dejó postrada durante un año, sin esperanzas de volver a caminar. De un extremo al otro, Andy cuenta todo con el mismo entusiasmo que una nena que sueña en convertirse, algún día, en una celebridad, en su último - el tercero- libro “Bailar acostada”, donde habla justamente de los sacrificios que abonaron su presente, de las desilusiones, los fracasos y las experiencias que hoy capitaliza en aprendizajes.
Dueña, junto a su esposo, de una agencia publicitaria y varias marcas registradas en Instagram como “Chicas de viaje” y “Chicas en New York” y otras que ayudan a promocionar productos, Andy enseña como recorrer el mundo de manera simple y ayuda a otras mujeres a llevar adelante sus sueños y emprendimientos.
Sin embargo no siempre fue así, y sus orígenes, en una familia humilde “de muy bajo presupuesto y que apenas llegábamos a comer” no le impidieron imaginar de qué modo podría concretar sus sueños, inclusive -y sin proponérselo- llegar a la tapa de la Revista Forbes.
“Bailar acostada habla de mi vida desde que nací, y cuenta en profundidad lo que yo ya había contado y que es otra faceta mía”, comienza diciendo con una simpatía inagotable. “Mis libros siempre hablan de viajes, de tips y recomendaciones para todo lo glamoroso de un viaje y este libro es todo lo opuesto porque cuento cosas heavy desde chiquita hasta el día de hoy” destaca, haciendo referencia a la oposición entre su pasado y el presente que muestra en redes.
Como todo aprendizaje, sus experiencias cobraron sentido tiempo después de haberlas vivido, por lo que el libro “No está contado cronológicamente, hay como un ida y vuelta constantemente con cosas de la vida cuyo resultado se ve mucho tiempo después. Siempre alguien se va a sentir identificado en algún momento, porque la verdad es que me pasaron muchas cosas, lindas y no tanto. No tiene más que ver con el glamour y con la belleza de las ciudades, sino más bien con situaciones como que desde que usaba pañales y me sacaban piojos en el hospital hasta desilusiones amorosas, cómo nació Chicas en New York, la familia y el trabajo como me fui transformando en distintas situaciones de mi vida, así que es un libro muy completo. Nada que ver con lo anterior”, recalca.
Según Andy, el punto de inflexión lo dio el accidente que la dejó postrada: “Yo había vuelto de Córdoba (a Buenos Aires), donde vivía con mi pareja anterior. Estaba recién separada y había conseguido un trabajo. Un día de lluvia, estoy cruzando la calle y cuando estoy por llegar al anteúltimo carril, veo un colectivo que ya lo tenía encima, me golpea, caigo y me pasa por encima de las piernas con las ruedas de adelante y de atrás. Quedé tirada en medio de un charco de sangre y a partir de ahí empezó esta locura de vivir durante un año postrada, en una habitación compartida con 20 personas más, en un hospital público” cuenta, y rápidamente agrega “pero a pesar de eso, yo vivía todo con una alegría y entusiasmo de saber que eso se iba a terminar. No sé de dónde sacaba tanta fuerza. En el libro cuento mucho eso”, relata.
En la charla con Los Andes, Andy repasa aquellos momentos y cómo resultó ser, increíblemente, el punto de partida de una vida diferente. “El accidente marcó un antes y un después, pero fue como una nueva oportunidad para replantearme todo, para aprender a vivir, a caminar literalmente y a caminar en el sentido emocional. Estuve un año absolutamente inmovilizada, solo podía mover las manos y la cabeza”, detalla, y resalta “Te hace valorar cosas simples, como ir al baño”.
Pese al relato detallado de esta experiencia, el libro “Bailar acostada” no es triste ni dramático sino “impactante y esperanzador”, dice Clar.
“Me habían dicho varias veces que no iba a volver a caminar, entonces le digo a mi mamá ‘vamos a preguntarle al médico ahora porque yo estoy segura que me van a decir que sí’ Cuando llega el médico le agarro la mano a mi mamá y le pregunto ‘Doctor, ¿ahora sí cree que voy a caminar?’ El médico se queda pálido, duro y me hace ‘no’ con la cabeza” cuenta la escritora, increíblemente, entre risas. “A mi mamá se le sueltan las lágrimas -imaginate una madre en esa situación- y yo, sin pensar atraje su mano a mi cuerpo y le dije ‘No llores, porque yo te prometo que voy a caminar y lo voy a hacer por distintas ciudades del mundo’. Mi mamá se puso peor, yo no podía ni siquiera ir al baño, no teníamos ni un peso. Para ella, que yo le dijera eso era como si me hubiera vuelto loca”.
Finalmente, luego de un interminable año de tracciones de pesas para estirar los huesos, inmovilidad absoluta, falta de esperanza por parte de los médicos y varias cirugías, Andy comenzó su recuperación. “Lo primero que hice cuando cobré la indemnización laboral del accidente fue comprarme un pasaje”, recuerda. “Yo quería irme a Europa porque mi idea era el viejo mundo, el arte.. pero no me alcanzó la plata y solo me pude comprar un pasaje a Nueva York. Cuando llegué me enamoré”, explica.
Este fue el inicio de lo que luego se convertiría en su marca “Chicas en New York” que arrasa con miles de seguidores de todo el mundo “Empecé a buscar trabajos en los que pidieran gente con disponibilidad para viajar. Así empecé a trabajar con profesionales, a viajar sola, a tener mi dinero y juntaba plata de a poquito para poder, cada tanto, hacerme un viajecito por mi cuenta, no de trabajo. Fui a Nueva York varias veces y empecé a conocerla fuera del circuito turístico tradicional. Entonces amigos y gente que viajaba me preguntaba cosas, y yo, para no tener que explicar todas las veces, armé un blog con todo y les pasaba el link”.
En aquel momento no existía Instagram. “Cuando hice un perfil de facebook estalló, la gente me preguntaba todo, querían viajar conmigo, fue un boom. Entonces me di cuenta que al tratar con tantas mujeres sentía una responsabilidad muy grande, porque yo les hablaba del glamour, la belleza, todo lo lindo de la ciudad y pensé ‘pero esto no es la vida, yo les hablo a estas mujeres haciéndoles sentir que esto es todo, cuando esto es el sacrificio de muchas otras cosas’, y ahí empecé a contar mi historia. Recién en ese momento empecé a encontrarle una veta comercial a esto”, explica.
Sin dudas “Bailar acostada” en un vaivén emocional a través de las experiencias de una mujer que fue hasta lo más difícil, volvió, experimentó la vida que muchas mujeres quisiéramos tener y concluyó en que lo real, siempre tiene más validez que las fotos de una vida que sí existe, pero es el resultado de muchos tropiezos.