Beto Casella sorprendió a todos con su decisión: se pasa por un rato de la tv al teatro como actor

El periodista se juega a un paso de registro inédito para él: será uno de los actores de “Detrás del arcoíris”, que llega este sábado 3 de octubre por Teatroplay.com. Lo dirigie Osvaldo Laport.

Beto Casella sorprendió a todos con su decisión: se pasa por un rato de la tv al teatro como actor
Beto Casella prueba con el teatro por primera vez, dirigido por Osvaldo Laport.

“El perrito es de verdad, es la mascota de Oscar Mulet, el maquillador. Lo trajo a la sesión de fotos. Posó como una estrella”, cuenta Beto Casella, a propósito del estreno de “Detrás del arcoíris”. Cuando Osvaldo Laport lo llamó para contarle el proyecto, Casella pensó que harían una nota en “Bendita”, su programa de tevé. Pero le ofreció el personaje de Pablo. Al principio no quería saber nada. “Actuar con Kuliok y Laport me parecía una desmesura, me sigue pareciendo. Me convenció. Hicimos los ensayos por Zoom. Tuvimos una onda bárbara con los chicos. Yo no conocía a Laport en el rol de director. Es como hacer un curso de teatro”, dice.

-¿Cómo es tu personaje?

-Se llama Pablo, es un hombre grande, como yo, estuvo casado con el personaje de Luisa, con quien tuvo una hija. Se separaron y él redescubre a esta edad su sexualidad. Está de novio con un pibe muy joven. Padece un poco la relación por la diferencia de edad. Además Pablo quiere ser actor de musicales y no le sobra talento. Quiere hacer “El mago de Oz”. En el afiche (de la obra) lo vemos intentando ser Judy Garland.

Beto Casella se probará en el teatro y vía streaming por primera vez.
Beto Casella se probará en el teatro y vía streaming por primera vez.

-¿Hacen “streaming” en vivo?

-La obra va grabada y hay un Zoom posterior para charlar con el público que se enganche. Cuando se habilitó la grabación para streaming, se alquiló una locación para hacer la obra con cámaras. Hay charlas por videollamada dentro de la ficción. Y la ficción ocurre en cuarentena. Luisa está espectacular, más joven que nunca.

Romance con la cámara

Beto actúa con Laport y con Kuliok, pareja que tiene un largo romance con la cámara. “Esta gente ha firmado con la RAI, son populares en Israel. Posiblemente sean la pareja más famosa de la historia de la telenovela. Ellos con Romay hijo se animaron a ir a las 9 de la noche con ‘Más allá del horizonte’, cuando las novelas a esa hora eran impensables. Las novelas eran para la tarde. Son un pedazo de historia. Están muy jóvenes los dos, con ganas de amateurs”, dice.

El periodista estudió teatro durante tres años con Ricardo Passano. Recuerda que hacían presentaciones en el teatro de Ramos Mejía, hizo una ficción con mucho humor en “Bendita”, “Los Mazzitelli”, y es un buen espectador. No está seguro de que el vínculo con el mundo del espectáculo le dé una mano en cuanto a lo intuitivo. “Veo mucho teatro. Me meto en teatros chiquitos. Vivo en Colegiales, veo teatro por Villa Crespo, por Palermo”, comenta.

Con respecto a los cambios de la tevé en cuarentena, señala: “El modo de trabajar mucho no cambió, pero desde el segundo día de la cuarentena decidí mantener un mensaje que levantara el ánimo, ejercitar la paciencia, el temple. Tratemos de no pelear. Estamos en casa con chicos chicos. Hay comunicadores que se suman al bajón y dicen ‘cuánto falta para terminar la cuarentena’. Nosotros somos privilegiados, comparado con el que no labura desde hace cinco meses. Para mí, nuestra función es esa. Es cierto que nuestro formato es de entretenimiento”.

-La tevé viene con pocas ideas desde antes de la cuarentena.

-La tele viene atrapada desde hace rato en el esquema de parecerse a sí misma. Hay gente creativa y no se le hace lugar. Cuesta probar cosas nuevas. Están todos muy locos con el minuto a minuto. Por ahí si probás algo, tenés que darle tiempo. Prueban y si el bloque se les cayó un punto… chau, no va más. Así no funcionan las cosas. El minuto a minuto fue un tiro en el pecho de la televisión, del que no se repone.

Si fuera por mí, habría que volver al esquema anterior, en el que te enterabas del rating al día siguiente y, en todo caso, retocabas cosas con tiempo. Ha habido programas que duraron una semana. Una locura. Se contrata la gente que tiene la ilusión del trabajo por un tiempo. Y no, están mirando la pantallita. Yo no sé cuánto medimos anoche. Reconozco que soy demasiado relajado, también somos un programa instalado. De todas maneras no me cantan “estamos en 5.1”. Y jamás se va a levantar un informe de “Bendita” por la mitad porque medimos menos. Si no funciona, no funciona. El público lo percibe. En eso está la tele, mordiéndose su propia cola.

-¿Por dónde pasan los temas incómodos hoy?

-Los que rozan la política, que son pocos. Por ejemplo, el episodio de Robertito (Funes, de C5N) con el agresor, o una discusión en determinado programa. Ahí pisás esa arena y te das cuenta de que en las redes te piden que te definas por uno o por otro. Hay un público que pide sangre. No, olvídense. Nosotros no. Tampoco quieren que nos metamos en el tema de la grieta. Nos piden que entretengamos. Está bien un día ponerse serios un rato y abordar el tema de las vacunas, por ejemplo, con una médica. Mirá lo que pasa con los periodistas que están muy enmarcados en determinada bajada de línea y después se les complica en la calle. Lo que le pasó a Robertito pasa todo el tiempo sin la cámara. No se puede vivir así. La política se ha convertido en una religión, una liturgia: palestinos e israelíes en la Franja de Gaza.

-¿Los “influencers” se están posicionando mejor?

-En redes, sí. Por ahora, los que prueban llevarlos como panelistas piensan que, si tienen tres millones de seguidores, son tres puntos de rating, pero hay un público de tele abierta y otro, de redes, de otra edad, de otro código, de otro idioma. Cuando se iban Cacho Fontana o Héctor Larrea de la tele, iban llegando otras generaciones. Supongo que son el futuro, con otro castellano, más modesto en cantidad de palabras. Y el público del futuro serán los millennials. Por ahí las redes nos están mostrando la tele del futuro. Por ahora, a los influencers que manejan su propio libreto les cuesta hacer pie. Por ahora. No se ven pibes carismáticos que estén a la altura de un debate. Sigue siendo bravo discutir con Nacha Guevara o con Moria Casán. O conducir un programa. Hay que darles tiempo.

Un libro sobre la felicidad

En pocos días Beto Casella presenta su libro, “La felicidad vive en el conurbano”, publicado por la editorial Planeta.

“Es un estudio sobre el éxito, la prosperidad, la felicidad, la depresión, a partir de un estudio que hace todos los años la ONU con el ranking de la felicidad en los países del mundo. Lo tenía escrito hace unos meses y ahora sale, en una semana. Lo que han detectado (lo hizo Maslow hace 80 años y diseñó la pirámide) es que en la base está la gente que no llega a fin de mes. Ahí no hay felicidad. Después vienen las familias que tienen un poquito de capacidad de ahorro, que pueden proyectar que el año que viene, con suerte, pueden cambiar el autito, ir unos días de vacaciones. Después, la gente con poder adquisitivo, con confort económico, y, arriba de todo, los millonarios”.

Y agrega: “Los expertos dicen que el pico de la felicidad y la endorfina está en esa franja con proyectos. Puede ser un matrimonio humilde que está pensando que el año que viene va a poner la cerámica a la cocina. Yo lo ubico en el conurbano, que no es Calcuta. En situaciones normales, la mayoría es gente trabajadora que, cuando existían los videoclubes, era feliz alquilando una película el fin de semana; que se abrazan, se juntan con amigos y hacen un asadito. No hay opulencia, pero se van dando esos gustitos que son endorfínicos. Un matrimonio millonario de Hollywood entra en depresión, nada le viene bien porque cuántas carteras se pueden tener”.

Para Beto hoy su pequeño paraíso es Nono, Traslasierra. El conductor tiene esperanza de ir a Córdoba a fin de año o en enero. “Me debo esa zona divina. Si Córdoba no es la provincia más linda de Argentina, le pega en el palo”, concluye.

La ficha

“Detrás del arcoíris”. Dirección general: Osvaldo Laport. Dramaturgia: Francisco Scarponi. Con: Luisa Kuliok, Osvaldo Laport, Facundo Gambandé, Jazmín Laport y la participación de Beto Casella. Estreno: sábado 3 de octubre a las 21.30. Funciones: viernes, sábados y domingos a las 21.30. Entrada general: $ 550. Entrada + meet & greet: $ 1.100. Plataforma de streaming y venta de entradas: teatroplay.com.

Por Beatriz Molinari. Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.

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