No es que los premios Razzies (llamados los anti-Oscar) siempre tengan razón, y de hecho sobrarían ejemplos de ocasiones en las que reprobaron grandes películas y actuaciones. Pero ahora el caso es especial: en la edición de este año Bruce Willis tiene un lugar especial entre los peores. Y no solo le dan un lugar importante, sino que se burlan de él.
Resulta que el actor de la sonrisa torcida más seductora y aguerrida estrenó durante los últimos meses unas ocho películas, y una es más mala que la otra: “Midnight in the Switchgrass”, “Fortress”, “American Siege”, “Apex”, “Cosmic Sin”, “Deadlock”, “Sin escapatoria” o “En tierras peligrosas”. Tal abundancia de mediocridad llevó a que se creara excepcionalmente una categoría para este actor, Peor interpretación de Bruce Willis en 2021. Una jugada magistral de los premios más satíricos y crueles del cine.
De esta forma, lo único seguro de la ceremonia que se realizará el sábado es que Bruce Willis (nacido en la Alemania Occidental en 1955) volverá a su casa con un flamante Razzie (ya conoce esos galardones muy bien).
Si los ocho títulos han pasado desapercibidos para el lector hay una explicación, pues quien fuera el actor más cotizado de Hollywood ahora se dedica exclusivamente a filmar películas que ni siquiera pasan por las salas de cine, sino que se estrenan muy humildemente en formato doméstico, como el streaming.
1- La crítica lo venció
Juan Sanguino en el suplemento ICON de El País de España explicó con lujo de detalles la caída de Bruce Willis, y él identifica el momento de quiebre en 2015, cuando estrenó una adaptación teatral de “Misery” (el clásico de Stephen King que popularizara la película de 1990). La crítica fue implacable con él, resaltando los dos defectos que más le han reprochado sus detractores: es “inerte” (un actor inexpresivo, de rigidez facial) y es “vacío” (no logra procesar los personajes que interpreta y mucho menos exteriorizarlos con el cuerpo y la voz).
Desde entonces, Bruce Willis se rindió ante las persistentes malas críticas, estrenando películas seriadas de bajo presupuesto que ni siquiera pasan por el cine. Su asociación con el director y productor Randall Emmet fue el factor clave en esta etapa, en la que figuran unos 29 títulos en apenas ocho años; una veintena en colaboración con él. “23 se han estrenado directamente en formato doméstico y 16 tienen menos de un 10% de críticas positivas en Rotten Tomatoes”, investigó el periodista de El País.
Encontrar el mejor sarcasmo para calificar sus malas actuaciones ha sido el deporte favorito de los críticos del mundo durante al menos dos décadas. E incluso en los éxitos de taquilla en los que participó, como “Pulp Fiction” (1994) o “El sexto sentido” (1999), los especialistas siempre destacaron otras bondades fílmicas antes que su participación.
A principios del 2000, ya se había convertido en su propio cliché: un actor que solo puede interpretar a perdedores, medianamente entrenados para pelear, a los que todo les da igual y terminan sobreponiéndose al antagonista, más que por mérito propio, por un golpe de suerte. Las variaciones de este único personaje se pueden ver en casi toda su filmografía.
2- Dificultades económicas
Robert de Niro, Al Pacino y Nicolas Cage son los casos emblemáticos de un actor que, para sostener un costo de vida de estrella de Hollywood y excentricidades millonarias, se ve obligado a aceptar papeles en películas de bajo presupuesto. Se especula con que Bruce Willis cayó en este grupo.
Aunque algunos artículos de prensa destacan que él lleva una vida relativamente sencilla, lo cierto es que a lo largo de su vida ha acumulado unos 200 millones de dólares, de los que habría que restar los 90 que perdió durante el sonante divorcio de Demi Moore, algunas malas inversiones devenidas de su intensa actividad empresarial y hasta sus fracasos de taquilla (como “El color de la noche”, un thriller erótico filmado apresuradamente en 1993 para sumarse a la cresta de la ola de “Bajos instintos”).
Lo cierto es que el costo de vida de los Willis es altísimo: por ejemplo, un departamento en el piso 64 de la Torre Trump de Nueva York, y otras propiedades que para contarlas exceden los dedos de las dos manos. En 2019 empezó a desprenderse de algunos inmuebles de lujo y sorprendió a todos: una finca en Bedford Corners (a unos 50 km de Manhattan) de 91 mil metros cuadrados, donde era vecino de celebridades como Michael Douglas y Ryan Reynolds; un dúplex en el oeste del Central Park de 560 metros cuadrados. La última novedad es que vende un complejo de tres mansiones en una isla privada del archipiélago caribeño de las Turcas y Caicos, por un modesto valor de 37.5 millones de dólares.
Sin reputación alguna que sostener, no es extraño que acepte complacientemente cobrar un millón de dólares por un par de días de rodaje.
3- Son películas fáciles de hacer
El sistema de largometrajes de bajo presupuesto funciona de manera aceitada y es financiado por los propios fanáticos ricos (desde magnates árabes hasta industriales chinos). Son tan fáciles de hacer que son casi irresistibles.
El de Emmet, por ejemplo, convoca a un grupo de profesionales inexpertos, ansiosos por hacer algo de CV, y convence a una estrella que, por una mínima intervención en la película (a veces su participación efectiva en el metraje no es de más de 8 o 10 minutos), le da posibilidades de mayor distribución. Las caras de Bruce Willis, o de Cage, o Mel Gibson, por ejemplo, son un gancho efectivo para muchos espectadores.
Y a diferencia de producciones de Hollywood, que a veces tardan años en concretarse y arrastran más ganancias, estas filmaciones serializadas, que se montan y se estrenan en cuestión de semanas, son una opción perfecta para conseguir plata fácil.
“Para producir uno de estos subproductos basta con encontrar un inversor (que puede ser productores de cine, herederos, magnates del petróleo o gurús tecnológicos) que sea admirador de Bruce Willis. El influencer Dan Bilzerian contribuyó a la financiación de El último superviviente a cambio de un papel en Extraction junto a Willis. Por el mismo motivo, en los créditos de Mercenarios de élite figuran 22 productores ejecutivos”, detalló El País.
Las nominadas son...
“Tras la pista del asesino” (“Midnight in the Switchgrass”, de Randall Emmett): Un agente del FBI y una oficial del estado de Florida se unen para investigar una serie de casos de asesinato sin resolver. “Es una basura que se deja ver”, dijo Variety.
“Fortress” (de James Cullen Bressack): Un grupo de criminales empeñados en vengarse obliga a un oficial retirado y a su hijo a salvar el día.
“American Siege” (de Edward Drake): Un ex oficial de policía de Nueva York convertido en alguacil de un pequeño pueblo rural de Georgia tiene que lidiar con una banda de ladrones que han tomado como rehén a un médico adinerado. “Cuando Willis eventualmente empieza a disparar balas a las cabezas, es como si hubiera despertado de un sueño lúcido y decidiese acabar con todo lo antes posible”, escribió Jonathon Wilson para el blog Ready Steady Cut.
“Apex” (de Edward Drake): Cinco cazadores de élite pagan para cazar a un hombre en una isla desierta. Pero cuando su presa comienza a defenderse, los roles de cazadores y de la presa cambian de lado. “No es más que un refrito agotador del género”, dijo Leslie Felperin en The Guardian.
“Cosmic Sin” (de Edward Drake): En una sociedad futurista, un grupo de científicos y guerreros debe unirse para proteger a su especie de una raza alienígena hostil que ha llegado al planeta con el poder de infectar y controlar a los humanos a su antojo. “La odisea espacial número 2.524 tiene un aspecto mediocre y hunde a su estrella con diálogos torpes”, escribió Richard Roeper en Chicago Sun-Times.
“Deadlock” (de Jared Cohn): Ron Whitlock es un criminal buscado que lidera un equipo de mercenarios en una misión de venganza. Convencido de que el gobierno está trabajando contra ellos, el grupo se apodera brutalmente de una planta de energía y retiene a todos los que están dentro como rehenes. Con una ciudad cercana al borde de inundaciones masivas y destrucción, depende de un guardabosques de élite retirado salvar miles de vidas inocentes antes de que sea demasiado tarde. “Esta película lo hace todo mal, desde sus extrañas motivaciones a un uso muy pobre del espacio y una molesta banda sonora”, dijo Jeffrey M. Anderson en Common Sense Media.
“Sin escapatoria” (de Mike Burns): Un departamento del Sheriff corrupto de un pequeño pueblo de montaña queda al descubierto cuando un testigo involuntario pone en peligro la operación. “Tiene algunos toques interesantes muy al principio (...) [ pero resulta] bastante floja”, escribió Peter Bradshaw en The Guardian.
“En tierras peligrosas” (“Survive the Game”, de James Cullen Bressack): La vida tranquila en su casa de campo de un hombre que acaba de enviudar se ve sacudida por la aparición de un policía que persigue a dos peligrosos criminales. “Bruce Willis continúa con su campaña de arruinar su propia reputación, con este thriller desagradable y trillado”, dictaminó Leslie Felperin en The Guardian.