En marzo cuando Carlos Rottemberg compartió un audio con cinco personas muy cercanas y colegas, sobre el futuro del teatro para el 2020 en Argentina, lo trataron de loco, de desubicado y pesimista. Tres meses después y con un proceso de aislamiento sin planes de retirada, el ámbito artístico le dio la razón; el año está perdido y será un barco difícil de remontar.
Pese a los malos pronósticos que aventuró de su regreso a Mar del Plata, el productor teatral mantiene la esperanza de que pronto las 16 salas teatrales que tiene a su cargo y los espacios culturales de Buenos Aires vuelvan a abrir las puertas. Por eso junto a Daniel Grinbank y Javier Faroni, de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales, y Ana Poluyan, de la Asociación Civil de Managers Musicales Argentinos presentaron un protocolo al gobierno nacional para regresar a la actividad de forma paulatina.
“Lo presentamos hace una semana y nos explican que hay decenas de protocolos en lista de espera. Soy totalmente optimista con que va a salir, porque incluso el de la música ya salió y es muy similar. Pero es un tema de esperar. De todas maneras no nos cambia el panorama significativamente a los teatros, porque en el caso de la fase uno no vamos a hacer nada, al ser grabaciones sirve para defender las fuentes laborales de algunos artistas que están muy desamparados y pueden ingresar en una sala pequeña a grabar”, detalla Carlos Rottemberg quien lleva 45 años en la actividad teatral y es el empresario más reconocido del sector con éxitos comerciales en la calle Corrientes y más de 40 temporadas ininterrumpidas en Mar del Plata, la plaza teatral por excelencia cada verano.
Cuando comenzó la cuarentena obligatoria la marquesina de su Multiteatro en plena avenida Corrientes cambió luces por un gran cartel con la leyenda “Bajamos el telón para cuidarnos. Habrá tiempo para volver al teatro”. Un signo de apoyo del empresario ante la situación que atraviesa el país por la pandemia. Pero desde hace unos días a ese cartel blanco le imprimió una franja roja con la frase “Falta Menos...!”.
Así, a la espera de ese ansiado regreso, Rottemberg, está el hombre y nombre que refiere al teatro en el país, el de las taquilleras obras como “Brujas”, “Salsa Criolla” o Alberto Olmedo, por nombrar alguno de los trescientos espectáculos que produjo, además de trabajar con grandes artistas. Él sacó de las cenizas salas emblemáticas y creó otras tantas y demuestra cintura para enfrentar una crisis paradigmática para toda la comunidad teatral del mundo.
- Esta pandemia desnudó lo no visible del sector, con un grado de informalidad y muchos artistas sin trabajo.
-La actividad artística siempre algunos sostuvimos que es una actividad eventual en el mundo. Por eso cuando un artista trabaja gana más que el promedio de otros trabajadores, porque es tan entrecortado el trabajo del artista. Es una falacia lo que se vendió como show business, es Disney para adultos, el creer que por un puñado, que no son más del 4% de los afiliados a la Asociación Argentina de Actores así viven los artistas. Hay mucha fantasía y tiene una cuota necesaria de frivolidad. Pero esto desnuda la realidad ¿Cuantos actores pueden tener un año sabático sin trabajar? Si hay una cosa que tiene Argentina es talento en producciones con representantes en todo el país. No hay que mirar desde el ombligo de la calle Corrientes. Por eso hay que apoyar donde se pueda trabajar y no es justo que las opiniones de acá arrastren al país.
-¿Creés que podés sostener esta situación con las salas cerradas hasta la primavera?
-Las empresas con más años, con más espalda, aguantan más que los pequeños. En mi caso tengo una empresa hace 45 años y ya pasé por tantas situaciones de la Argentina, incluida la epidemia de la Gripe A. Entonces estoy más preparado que otros. Hoy está peor el que empezó hace dos años, el que no tuvo la oportunidad de tener un éxito, el que no pudo organizar la empresa para una situación de emergencia. Yo lo tomo con la filosofía empresaria de saber que está dentro de los riesgos de la empresa. A veces pienso y fantaseo que tengo que estar preparado para que un año exista una marea negra que tiña el mar de negro, y no vaya un solo turista a Mar del Plata. A veces lo pienso y alguna vez podría pasar. En ese caso tengo que estar preparado.
-Esta crisis es particular para todos, ¿la sentís más que otros momentos duros que pasaste?
-Es distinta. Yo vengo trabajando desde el gobierno de la señora de Perón, pero lo que nunca pasó es tener esta situación anómala en el arte del mundo entero. En el 2001 bajamos un 35% como cualquier actividad comercial por la crisis. En los últimos cuatro años también bajó un 29%. Existieron crisis de espectadores, pero nunca ocurrió que estén encerrados.
-Pese al riesgo en el sector siempre apostaste al país...
-Lo mío es por decisión, por naturaleza y educación de mis viejos, que vinieron con una mano atrás y otra adelante. Yo soy un agradecido de cada éxito, porque los teatros los fuimos construyendo con los millones de entradas que el público compró. Pero nunca tuve la necesidad de comprarme la chacra en Punta del Este o el departamento en Miami, ni la casa en el country. Siempre me interesó la vocación teatral, entonces si no te distraés y todo lo reinvertís en la empresa, es más fácil hacerla crecer que usar los éxitos para otras cosas.
-Pero te gusta el riesgo...
-Por supuesto. Porque tiene mucho de lúdico, esto es una vocación. Yo contaba cuántos chicos entraban a ver la película “Dumbo” al cine y no miraba la película. En todo caso estuve siempre enfermo por esto (ríe).
-Y también sos obstinado...
-Si vos escuchás ese audio de marzo, me impactó por lo siguiente. Yo lo grabo para cinco colegas de los teatros de Buenos Aires volviendo de la temporada de Mar del Plata en marzo. Era un domingo y estaba en la cocina de mi casa tomando un café y grabé ese audio. Y el lunes me despierto y el jefe de producción del Complejo La Plaza me dice: “Vos sabés que Julio Chávez escuchó tu audio”. Pero si yo ese audio lo envié a cinco personas. Desde ese momento me pasé dos semanas recibiendo llamados de gente que lo había escuchado. Hasta que salió en la televisión. Conclusión: nunca supe hasta ahora, que un audio privado se viralizara tanto. Y todos en ese momento me decían que era pesimista porque decía que habíamos perdido el año en marzo. Porque todos creían que era postergar los espectáculos por una cuarentena de 15 días y reprogramarlos para abril. Yo sé que el 80% de la masa de espectadores que va a los teatros en la Argentina va entre abril y setiembre. Solo un 20% lo hace en el semestre de verano. Iba a impactar la temporada de invierno, las giras, el movimiento de teatro independiente y de escuelas en el teatro en el país, por eso está perdido.
-¿Esta situación pone en el tapete los altos costos que lleva mantener una sala de teatro?
-Sí. Eso es lo que estamos peleando y consiguiendo cosas. El gobierno fijó el ATP y eso ayuda, porque todas las empresas que pudimos nos sumamos. Con la luz estamos discutiendo y con buenos resultados de pagar por lo que consumimos y no por lo que tenemos contratado. Y después viene la propia dinámica del grupo que va a tardar cuando se abra.
-Del ritual del teatro, desde el estreno ver al público llegar hasta el saludo final, ¿cuál es el momento de mayor satisfacción para vos?
-Lo más placentero del teatro es la comunión de lo artístico con lo económico. Que al buen espectáculo vaya la gente. Porque es muy frustrante cuando pasa una de las dos variables y no van de la mano. A veces hay espectáculos muy malos y convocantes, y otras hay espectáculos muy buenos y no va nadie. El bingo se produce cuando las dos cosas van en paralelo.
-¿Qué sensación te causa ver tus salas cerradas?
-No vamos a las salas, están cerradas literal. Solo fuimos dos veces para hacer limpieza de techos. Pero es contra natura porque justamente los edificios teatrales son la antítesis de la foto de hoy. Y a la comunidad artística le pasa lo mismo, porque en este caso se desnuda la fragilidad de las contrataciones, de los artistas y de los músicos. Y no puedo obviar que amigos y conocidos son artistas y esa es la preocupación. No solo la tengo por las empresas, pero el leit motiv de nuestra actividad es cuidar a los artistas, cuidar a toda la gente que desarrolla el hecho artístico. Y así como algunos dijimos que nunca tuvimos una relación de dependencia porque es casi imposible tenerla en un trabajo eventual, ahora quedó desnuda la realidad.