Juan Pablo Félix se aventura en los largometrajes y presenta “Karnawal”, una nueva propuesta cinematográfica que ahonda en temas actuales y que nos competen a todos.
La pasión, el deseo y el arte, unidos por un mismo hilo que será parte de un refugio indispensable. La oscuridad de una familia disfuncional y la capacidad de un joven de depositar en la danza todos aquellos sentimientos que lo atraviesan.
Protagonizada por el bailarín de malambo Martín López Lacci, Alfredo Castro, Mónica Lairana y Diego Cremonesi, el filme sigue la historia de un joven bailarín de malambo se prepara para la competencia más importante de su vida.
La película se sitúa cerca de la frontera entre Argentina y Bolivia. El conflicto principal aparecerá cuando su padre - un ex convicto– regresa a casa y pone en peligro todo al arrastrar a su hijo a su mundo criminal.
“La historia habla de un joven adolescente que baila y creo que esa pulsión y deseo de contar esta historia tiene que ver con algo de mi experiencia”, cuenta el director, quien ha admitido que gran parte del filme y de su protagonista, están inspirados en su propia experiencia.
Juan Pablo Félix cuenta para la presentación del filme que gran parte de su adolescencia se dedicó a bailar. Fue allí donde encontró un espacio de refugio y pasión que lo inundó por completo.
“La película es un cuento de ficción pero el motor que impulsa a la película, que son las ganas de bailar de este joven a pesar de estar en otro contexto y tener otra vida, ese deseo que lleva el protagonista me identifico mucho una vez que terminé –explica– Me identifico porque me pareció lindo descubrir que estaba contando la historia de un joven con un fuerte deseo de bailar y que ese deseo lo cuida y protege en un contexto socioeconómico y político particular.”
El multipremiado filme se estrena el próximo 23 de septiembre en varias provincias, aunque su presentación oficial será en la 7ma edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas en Jujuy, el cual se realizará del 1 al 10 de octubre.
La tejida trama de Karnawal
Basada en parte en su experiencia personal, el director centro el foco de la historia en la pasión del protagonista, esa pulsión de vida que lo empuja a alcanzar lo que más desea: bailar malambo.
“De joven me pasó lo mismo. Tuve un deseo muy fuerte por el arte, por el baile, que ahora se trasladó al cine. Con el paso de los años me di cuenta que fue bueno tener esa herramienta porque me permitió tener una vía en la que me podía concentrar cuando uno adolece y tiene muchas preguntas sin respuestas, y es una edad compleja. Creo que la peli habla de eso, de cómo el deseo y la pasión por algo te dan herramientas para sostenerte en vida de una manera muy particular.”
Se trata de una película bastante compleja, con un arco dramático y una estructura narrativa bastante amplia. Filmada desde Bolivia hasta San Salvador de Jujuy, el primer largometraje de ficción de Félix resultó ser todo un desafío.
Sin distinguir entre géneros, clases sociales, religión o ideologías, el arte llega a todos y cada uno de nosotros. Con esta primicia parte el relato y busca en el protagonista un personaje con el que el espectador se identifique.
“Cuando uno empieza a participar de cualquier actividad artística, la experiencia colectiva de hacer arte rompe toda barrera social”, admite el director.
“Hay barreras que impiden que todas las clases sociales lleguen al mismo contenido, pero en el arte me di cuenta que se concentra y se genera esa pasión absoluta, no importa el contexto. La película no intenta hacer hincapié a las clases sociales o una región particular, sino que habla de la pasión y los deseos. Y creo que es importante estipular que los chicos y chicas en cualquier edad tengan la posibilidad de hacer este tipo de actividades.”
- Hablaste de que tu refugio en la adolescencia estaba en la danza, ¿hoy cuál es?
- Hoy mi refugio se traslada al cine, hacer catarsis y depositar todas mis angustias y mis reflexiones en historias. De la misma manera que lo hacía antes, ahora mi refugio es soñar, armar historias, tirar dudas que tengo del mundo y llevarlas a la pantalla, compartirlas con el otro. Es un canal de comunicación no solo de la palabra, sino que el arte es un canal que logra conectar con el otro desde las emociones y me parece fascinante.
-¿De dónde nació la idea del film?
- En un momento estaba haciendo un proyecto para el canal Encuentro para enseñar a bailar folclore argentino por televisión y fue un gran desafío, que la gente aprenda a hacer algo sentado. Con ese programa viajamos por varias partes del país, y en uno de ellos me toco enseñar a bailar malambo y gato y fuimos a Jujuy y Salta. Ahí me di cuenta que ahí el folclore es como tomarte un colectivo, la mayor parte de la población sabe hacerlo. Entonces me quedé muy compenetrado con eso y le vi un deseo particular a los chicos que bailaban malambo, casi una obsesión.
Desde esa premisa me quedé fascinado con el norte y que esto que me pasaba personal podía trasladarlo a un lugar donde se vivía más a flor de piel, no esta tan aplastado por una sociedad modernizada.
-El rol del padre juega un papel fundamental en el desarrollo del personaje, ¿por qué imponer esta autoridad?
- Me parece que lo que vale en la película es la historia de amor y desamor que un hijo adolece con un padre ausente, ese es el tema que está por debajo de la alfombra.
La presencia del padre, interpretado por Alfredo Castro, es muy importante en la película porque el día en que llega presenta y abre el conflicto. Con esto me refiero al sostén, porque este padre es uno avasallador y que es incontrolable, pero de la misma manera tiene un carisma absoluto. Eso me pareció lindo, generar personajes que no son buenos o malos, son humanos y hacen cosas lindas y feas al mismo momento.
-Además tiene características muy particulares…
- Me pareció interesante poner en el papel a un forastero, porque el protagonista está muy arraigado a su cultura, a su tierra, el malambo es algo muy personal. Y me pareció que este tipo que es un ladrón de la posmodernidad, que fingía ser un colonizador de la posmodernidad, un tipo que no está conectado con lo que pasa en ese lugar, y eso tenía que ver con el conflicto de la película y con el conflicto de identidad que tenemos los argentinos. Esto de que somos producto de la inmigración y esta la discusión con los pueblos originarios, y en esa discusión todavía no nos queda claro quiénes somos ni de dónde venimos.
-¿Qué viene para los próximos meses en tu carrera?
- Ahora estoy yéndome en los próximos meses a España a escribir una película. Es una historia que se llama “Ofelia”, trata de una señora de 65 años en una sociedad apolítica y que tiene una vida extremadamente reservada, es una mujer muy sencilla con la que intentamos hacer una reflexión de la sociedad en que vivimos y la guerra biológica en la que estamos inmersos todos los días. Es un drama y es muy personal.