Si compramos una banda de rock con una construcción, la batería son las columnas y las vigas sobre la que se apoya toda la estructura. Pero si hablamos de Charlie Watts, fue mucho más que el material sobre el cual se apoyaban el resto de los integrantes de Rolling Stones. En esa “familia”, como a él le gustaba llamar a la banda donde Mick Jagger, Keith Richards y Ronnie Woods eran sus hermanos, Charlie Watts era el distinto.
Alejado de las drogas y el alcohol, a los que recurrió por un periodo breve en sus años de juventud, era el aglutinante dentro de la banda y quien ponía orden cuando “los chicos” Jagger y Richards se peleaban. Todos los integrantes (actuales y pasados) concuerdan en que el hecho de que los Rolling Stones siguieran unidos y tocando se lo deben a Watts.
Nacido en una familia de clase media, en Londres, producto del amor entre su padre camionero y su madre ama de casa, pasó una infancia tranquila que compartió junto a su hermana Linda y sus padres en una vivienda prefabricada instalada en las afueras de Wembley. Es probablemente esa base familiar lo que le permitió consolidar la suya y mantenerla hasta el final. Se casó en 1964 con Shirley Ann Shepherd, mucho antes de convertirse en una figura pública, y con ella tuvo a su única hija, Serafina.
“Mi esposa y mi hija vienen muchas veces de gira conmigo, pero Shirley siempre ha tenido otras cosas que hacer fuera de la banda. De todas formas ella es una gran seguidora de The Rolling Stones, aunque yo no. Mick, Keith y Ronnie son mis amigos, y esta banda es muy buena. Pero eso es todo. Shirley pone nuestros discos de vez en cuando; yo, no”, puede leerse en According to The Rolling Stones, un de los tantos libros biográficos de la banda, editado en 2003.
Del jazz al rock and roll
A principios de los años sesenta, Watts ya era un músico conocido en el circuito de Rhythm & Blues de Londres. Tocaba en varias bandas, entre ellas la más importante era Blues Incorporated, que integraban varios músicos que luego harían una gran carrera: su líder Alexis Korner y Jack Bruce.
Había comenzado a tocar durante la adolescencia, encandilado por los artistas de jazz del momento, aunque desde pequeño había demostrado dotes para la música, el criquet y el fútbol. A los 13, Watts se interesó en tocar la batería “Compré un banyo y no me gustaron los puntos en el cuello. Así que me quité el cuello y, al mismo tiempo, escuché a un baterista llamado Chico Hamilton, que tocaba con Gerry Mulligan, y quería tocar así, con pinceles. No tenía un tambor, así que puse la cabeza del banyo en un soporte”. Sus padres le compraron su primera batería en 1955. “Yo quería ser Max Roach o Kenny Clarke tocando en Nueva York con Charlie Parker en primera línea. No era una mala aspiración”, contó en una entrevista a The Guardian, en 2013.
Para ese entonces, planificaba una vida sobre los escenarios junto a su vecino y amigo para siempre, Dave Green, con quien armó una banda de jazz llamada Jo Jones All Stars, en 1958.
Después de completar la escuela secundaria, se matriculó en Harrow Art School a la que asistió hasta 1960, donde estudió diseño gráfico, conocimientos que fueron fundamentales y que desplegó para crear los artes de tapa y los escenarios de los Rolling Stones, varios años más tarde.
Mientras tanto, intentaba ganarse la vida como diseñador de día y tocando en bares en la noche londinense. Así conoció a Alexis Korner, quien lo invitó a unirse a su banda, Blues Incorporated y, posteriormente a mediados de 1962 conoció a Brian Jones, Ian Stewart, Mick Jagger y Keith Richards, quienes también frecuentaban los clubes de rhythm and blues de Londres.
Se dice que a Keith Richards le había gustado el estilo de este baterista que no decidía si quería ser músico o diseñador. Por eso no fue hasta enero de 1963 que Watts finalmente accedió a unirse a The Rolling Stones, para sustituir al anterior baterista, Tony Chapman. Watts fue el último de los cinco miembros permanentes de los Stones en llegar al grupo, el cual se había formado pocos meses antes y tuvo varios cambios de formación hasta ese momento.
“Para mí, los Stones eran sólo un concierto más. Pero luego empezamos a girar por Inglaterra... Yo estaba esperando para empezar otro trabajo, pero nunca volví a él. Estaba un poco fuera de sincronía con ellos, pero Keith me enseñó a escuchar a Buddy Holly y cosas por el estilo. Y Mick me enseñó mucho sobre tocar con canciones, melodías y eso”, contó a The Guardian.
Por entonces, la agrupación apenas contaba en su devenir con una gira medio desprolija sin cobrar un peso por algunos bares londinenses, el emblemático debut en el Marquee Club del 12 de julio de 1962, y no mucho más.
Sin embargo la historia de los Rolling Stones y de cómo ellos, a su vez, cambiaron la historia de la música es muy conocida. Algunos momentos relevantes para destacar, no sin cierta injusticia en la selección, es el encuentro con Andrew Loog Oldham en el Crawdaddy, que lo llevó a hacerles grabar “Come on” y “I wanna be your man” para el sello Decca.
Después de eso, la seguidilla fue infinita, hasta hoy. Cincuenta y ocho años compartiendo escenarios, y unos sesenta discos –entre registros de concierto y estudios- en la banda más emblemática del siglo veinte, lo posicionaron mucho más arriba de lo que Watts jamás hubiera soñado.
En el medio hubo peleas, drogas, acuerdos pero sobre todo, una increíble paz que emanaba tanto en los conciertos como en la vida privada. “Era muy tímido al punto que en las giras nunca estaba en la lista de los entrevistados, a ese nivel de tímido. Los Rolling Stone eran su familia, su banda de toda la vida pero él estaba en otra”, mencionó Bebe Contepomi a TN, en referencia a la austeridad que demostraba, convirtiéndolo en el contrapunto exacto del multifacético Mick, pero también del resto de la banda.
“Es agradable hablar de cosas que amo; lo único de lo que no me gusta hablar es de mí mismo. No voy a leer esta entrevista; nunca lo hago. No estoy siendo grosero al respecto, simplemente no hago ese tipo de cosas”, le dijo al periodista de The San Diego Union-Tribune, en una nota realizada en 1991.
Hombre de vida sana, reservada y serena, siempre se mantuvo alejado del desenfreno que implicaban las giras, sobre todo después de recuperarse de una adicción al alcohol y las drogas durante los difíciles años ‘80. “Bueno, lo hice (tomar drogas). Muy fácilmente. Y las drogas son muy difíciles de abandonar. Para mí, por lo menos. Ni siquiera tomé tantas. No estaba tan gravemente afectado, no era un drogadicto, pero renunciar a las drogas era muy, muy difícil. Mucho, mucho más difícil que el resto”, contó a The Guardian.
Fue un caballero inglés con todas las letras, disputando el podio de los más queridos con Richards. Solo una vez, y seguramente con acierto, perdió los estribos. Fue en una gira en Holanda, cuando Mick Jagger pasado de drogas y alcohol salió al pasillo del hotel gritando “dónde está mi baterista”. Watts salió de la habitación y le dio una trompada en la cara. “En todo caso, vos sos mi cantante”, le dijo. Y así dio por concluido el berrinche del díscolo líder de la banda.