Corazón roto: cuando la tristeza se apodera de los días

La ruptura, ese proceso que cuesta tanto afrontar, requiere la certeza de que no hay pena que dure mil años y la determinación para atravesar las fases del duelo con la vista puesta en el futuro

Corazón roto: cuando la tristeza se apodera de los días
El proceso después de una ruptura puede ser difícil

Terminar una relación puede ser tan traumático que la persona, sin querer, puede permanecer en un loop de sufrimiento sin salida, o al menos, tener la sensación de que no va a poder ponerle fin a la tristeza. Otros, por el contrario, como reacción al sentimiento de pena y abandono, “salen a las pistas” en busca de una nueva compañía, lo que termina dejándoles una sensación aún mayor de frustración y soledad. En cualquier caso, el estrés de la ruptura se manifiesta en los primeros momentos como un shock, para luego dar paso a las fases del duelo cuyas etapas tienen características propias y un tiempo de duración determinado. Lo importante es identificarlas y saber cuándo se está en una etapa, para no quedarse eternamente estancado en ella.

Comenzar de nuevo

Si la ruptura no se produce de mutuo acuerdo, normalmente la persona que no quiere acabar con la relación sufre más y acaba experimentando un malestar intenso, que puede derivar en dudas en uno mismo y problemas de autoestima.

El fenómeno de las rupturas amorosas no afecta solo a aquellas personas cuya relación ha perdurado mucho en el tiempo, o a las que incluso las une el contrato matrimonial, sino que también afecta a relaciones serias y estables entre jóvenes. De hecho, las consecuencias de las rupturas suelen ser prácticamente las mismas, independientemente de la edad.

“Básicamente, es un estado provocado por una pérdida emocional devastadora”, explica Jo Hemmings, psicóloga conductista y experta en relaciones de pareja.

“Si bien es diferente para cada uno de nosotros, el sentimiento intenso de tristeza, pena y la sensación abrumadora de que nunca vamos a poder superar el dolor es común (en todos los casos)”.

En términos emocionales, una mala ruptura te hará pasar por cinco etapas de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. En términos del cerebro, las zonas que registran el dolor físico se activan de la misma manera que con el dolor real. De hecho, hay teorías basadas en estudios científicos que determinan que una ruptura se soluciona de la misma manera que un golpe en el cuerpo: con ibuprofeno.

Lejos de los reduccionismos, las consecuencias de una ruptura pueden llegar a generar síntomas de abstinencia, muy similares a los que sufren los adictos a las drogas.

Un estudio publicado recientemente en el Journal of Experimental Psychology, por ejemplo, investigó la efectividad de tres estrategias de superación: pensar en cosas malas de la expareja, aceptar y hacerse cargo de los sentimientos de amor por tu expareja y distraerte con buenos pensamientos que no tengan nada que ver con esa persona

Aunque ninguna es perfecta, las tres sirvieron para reducir la respuesta emocional de los participantes, así que una combinación de estos tres métodos es un buen lugar para empezar.

Primeros pasos

Para empezar, hay que evitar encerrarse en uno mismo. Por el contrario, es importante centrar la atención en acciones positivas que hagan olvidar la situación -aunque sea por momentos- la situación que se está atravesando. Evitar decisiones precipitadas y aceptar que duele y que va a doler durante un tiempo, aprendiendo a vivir con ese malestar.

Otra estrategia es redefinir prioridades vitales, retomar actividades que se habían olvidado o dejado de lado por la pareja o, por el contrario, iniciar cosas completamente nuevas.

Ahora bien, no es recomendable exigirse comenzar nuevos proyectos sin tener claro qué es lo que disfruta, cuáles son los nuevos gustos o intereses.

Aunque es posible que estés en un momento en el que cuesta estar motivado, invertí un tiempo en pensar cosas que te gustaría hacer y cuando te sientas preparado.

Por otro lado, una ruptura amorosa supone un proceso de duelo personal, es normal sentir nostalgia, sentir tristeza e incluso sentir malestar. Son síntomas de un desequilibrio emocional, que tendrá una extensión temporal variable en función de la personalidad y el historial de cada uno.

Esta sensación es solo una fase. Es tan importante superar cada etapa como hacerlo a consciencia y paso a paso. De nada sirve “creer” que está superado cuando en realidad estamos escapando de la etapa en la que estamos sin hacer el trabajo interior que conlleva el cierre del ciclo.

Otro factor importante es saber pedir ayuda. Contar con una persona de confianza con la cual hablar del proceso está bien, pero a veces esto termina en juntadas con amigas o amigos en las que solo se habla de la expareja, reviviendo todas las veces lo mismo. Esto, lejos de ser terapéutico solo encierra a la persona en un ciclo infinito de que lleva a tener la herida siempre abierta.

Por eso, considerar acudir al psicólogo puede ser importante para aprender de esta situación y salir de ella fortalecido como persona.

Por último, el contacto cero con la ex pareja incluye no tener acceso a sus redes sociales, ni la foto de whatsapp, ni amigos en común. Ambas partes deben aprender a vivir sin la otra. En este aspecto, las redes sociales suelen resultar uno de los peores obstáculos a superar

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