Si bien nuestro país vecino tiene habilitados los shows presenciales hace algún tiempo ya, la verdad es que muchos artistas han tenido que adaptarse a las reglas de los demás que aún continúan con ciertas restricciones por la pandemia.
Este el caso de Daniel Drexler, quien lejos de dejar al público fuera de la primera presentación de su nuevo disco “Aire”, programó un show que tendrá ambas modalidades.
Por un lado, con una capacidad de 200 personas, dará el espectáculo desde la Sala del Museo de Montevideo, y por otra parte lo transmitirá filmado a cuatro cámaras a través de Abitab.
“Lo que siento es una emoción enorme, nueve meses sin tocar. Si de algo me sirvió esta pandemia fue para darme cuenta de lo que me gusta mi profesión, lo que me gusta subirme al escenario y poder compartir todo lo que genera a nivel social. Es maravilloso”, comparte el músico respecto a su vuelta a los escenarios.
Pero lo para nosotros resulta un descubrimiento, para él es algo que nuevamente forma parte de su cotidianeidad. La semana pasada pudo compartir escenario en La Trastienda y asegura que lo que vio, lo sorprendió.
“Cuando vas a un concierto te das cuenta de que hay una sensación de cuidado desde la producción, los músicos, pero también del público. La gente entiende y cuida esta joya, nosotros empezamos en agosto con los primeros conciertos presenciales y no hubo un solo brote ni contagio por conciertos”.
Y asegura que existe una visión errada de la postura que toman los artistas frente a la situación sanitaria. “Los músicos tenemos fama de ser cualquiera y somos gente que sabemos ser solidarios, cuidarnos de una manera inteligente, entonces todo ese entorno le da una carga emocional extra”.
Esta noche a las 21 es la cita donde se escuchará por primera vez completo su octavo y último disco, que cuenta con un tono más minimalista e intimista.
“Será transmitido en vivo y de hecho va a haber interacción con el público detrás de la pantalla. Tendré una pantalla arriba del escenario y haremos una subasta de canciones para que la más votada salga. Será solo para el streaming, porque siento que el público presente tiene una ventaja. Para mí es un privilegio subirme al escenario y poder tocar, entonces quiero darle un privilegio a la gente que va a estar detrás de la pantalla”.
Una nueva odisea en su estética
Con una amplia trayectoria musical, en la que se ha dado el permiso para experimentar con diferentes productores y equipos, esta vez Daniel buscó un tono más minimalista e intimista, reduciendo su equipo a cuatro músicos y limitándose a las guitarras española y eléctrica de él, las percusiones y coros de Fede Wolf y las voces de Analía Parada y Camila Ferrari.
“Yo empecé hace 4 años a estudiar contrapunto y corales a cuatro voces y se me ocurrió ver qué pasaba con mis canciones en ese formato. Para mi sorpresa, algo que pensé para presentaciones pequeñas lo terminé llevando a Buenos Aires, San Pablo, Puerto Alegre. Me sorprendió mucho porque la voz humana tiene un poder de comunicación muy antiguo y ocupa más espacios de los que uno cree”, cuenta el artista.
“Cuando vi que funcionaba en teatros grandes, sentí la necesidad de registrar este formato. Saqué un disco y fue grabado con la consigna de no sumar más elementos, que fuera un disco con mucho ‘Aire’, donde las voces estuvieran muy adelante, los arreglos trabajados e instrumentación muy minimalista”.
-¿Cómo fue reducir tu equipo de 10 músicos a menos de la mitad, cómo te adaptaste?
- Fue parte de una búsqueda, como músico soy una especie de minero que está al fondo de una piedra y que cada tanto encuentra un filón. Yo me di cuenta de que pasaban cosas muy interesantes en este formato de cuatro voces sobre todo en lo que tiene que ver con mi propia interpretación, me permitía registros más graves que con muchos instrumentos no se puede. Entonces a partir de ese momento, siempre que uno toma un cambio de dirección estético corre un riesgo y el nerviosismo es grande, pero yo estoy acostumbrado a tomar cambios, cada dos discos he cambiado de productor y nunca por razones de malas experiencias, siempre fueron decisiones estéticas.
-El disco tiene tonos, géneros y estilos bastante distintos, ¿qué te llevó a pensarlo así?
- Es un disco que pensé de entrada para fabricarlo en vinilo y tiene un lado A y B como un vinilo. Tiene pocas canciones y el lado A es bien introspectivo. En lado B tiene tres candombes, por lo que los dos lados tienen humores muy diferentes. Si me preguntás qué canciones son más reflexivas, diría que son “¿Por qué la infancia es tan corta?”, y “Salvando la distancia”.
- En “¿Por qué la infancia es tan corta?”, hablás de cómo cambia la duración de nuestras vidas, pero aún así la infancia sigue siendo la misma, ¿por qué esta inquietud?
- Yo sé que la percepción del tiempo es una alucinación sensorial, tenemos una idea de tiempo y eso nos acompaña a lo largo de la vida. Ese tiempo de la infancia maravilloso que parece un presente continuo, es totalmente diferente al de la vida adulta y lo que para mí fue una infancia larguísima. Vi la infancia de mis hijas y me pareció extremadamente corta. Si duplicamos la expectativa de vida, para una persona de la Edad Media la infancia era prácticamente la mitad de su vida y hoy es una octava parte, eso es tremendamente injusto. Esa capacidad de asombro, creatividad, capacidad lúdica de la infancia ojalá pudiésemos llevarla durante la vida.
-Hablaste también de “Salvando la distancia”, un tema que compusiste para tus hijas pero que hoy tiene un significado diferente…
- “Salvando la distancia” se la hice a mis hijas en una gira, pero me di cuenta de que tomó otro significado en la pandemia. Ahora la canto más pensando en mi padre que está a cinco cuadras, y hace 8 meses no puedo abrazarlo. La canción dentro de la pandemia tomó otra capa de significados. Lo reflejamos cuando editamos el material audiovisual reflejando las ciudades del mundo vacías.
-A nivel personal, ¿cómo transitaste los meses más duros de la pandemia?
- Fueron diferentes etapas. Los primeros meses fueron de encierro voluntario, yo lo viví dentro de casa y en el plano interno fue un viaje introspectivo interesante, yo necesitaba quedarme en casa, tener tiempo de meditar, ver películas, jugar con mis hijas. Tuve una nota de estrés grande cuando mi hermano Jorge y su familia se agarraron el virus en un Madrid en llamas.
Después en Uruguay se comenzó a abrir la actividad, se desarrolló un sistema de monitoreo muy efectivo que permitía cuarentenar a las personas que tenían que hacerlo. Estamos un poco asustados porque por primera vez esta semana pasamos los 100 casos diarios, hasta hace unas semanas nunca habíamos superado los 30. Confío en cómo están manejando el tema las autoridades sanitarias y les agradezco profundamente porque eso me permite a mí tener el concierto.
-¿Y en lo profesional?
- La pandemia me sirvió para escribir un montón, tengo canciones prácticamente para otro disco. Si estás entre 4 paredes y con hojas en blanco podés escribir. Sin dudas las canciones nuevas están atravesadas por lo que vivimos, el miedo de los primeros meses, pero también tienen una mirada luminosa de ver a la humanidad completa respondiendo de una forma coordinada.
La peste negra duró 20 años y se murió una tercera parte de la humanidad, acá a las dos semanas reaccionamos, se han publicado miles de trabajos científicos que nos permiten tener la vacuna a un año del inicio del tema. Es una respuesta que la veo como un triunfo de la Ilustración, por primera vez dio la respuesta a un problema global basado en el conocimiento científico. Eso me encantó relatarlo, me emocionó escuchar el aplauso para el cuerpo médico y científico. Todo eso es un material eternamente rico, algo que nos saca de la rutina y dispara un montón de ideas.
-Tuviste la oportunidad de dedicarte a lo que más te gusta…
- Para un músico, tener tiempo ilimitado para sentarse a escribir es una bendición. Para mí está buenísimo, me encierro a componer que es lo que más amo hacer. Estaba en mi salsa, pero es verdad que en agosto empecé a sentir el bichito de querer salir de gira. La vida del músico está dividida entre la etapa solitaria de composición y etapas de una vida social exacerbada.