“Por poco me quedo como Einstein, pero sin la bomba atómica. Imaginate que tenés un disco nuevo con conciertos programados y te quedas sin nada”, dice entre risas Diego El Cigala sobre el mal trago de la pandemia, que como a todos los artistas los tuvo lejos de los escenarios.
Ramón Jiménez Salazar parece no ser de aquí, ni de allá. Fiel a su sangre gitana y nómade, el reconocido cantaor que nació en Madrid, pero con raíz andaluza por su padre, hace varios años se radicó en República Dominicana y abrazó el Caribe tanto como al flamenco.
Su pasión por la música y el flamenco lo llevaron a unir ritmos y fronteras con su voz. Precisamente el éxito y la popularidad en su camino solista llegó con el disco “Lágrimas Negras” en 2003, un trabajo que produjo un quiebre en su carrera, con la compañía del gran pianista Bebo Valdés, en el que imprimió su estilo en clásicos como “Inolvidable”, “Niebla de riachuelo”, “Veinte años” o “Corazón Loco”.
De esa experiencia en el latin jazz unida al flamenco, llegó su devoción por el tango con “Cigala & Tango”, el álbum editado en 2010 que grabó en la argentina, junto al el bandoneonista Néstor Marconi, entre otros músicos. Éxito de venta en España y Latinoamérica, Diego el Cigala adoptó la música del mundo, para imprimirle su estilo único y gitano.
Por estos días, el artista emprendió su gira por Argentina, que lo llevó a Rosario, al Teatro Gran Rex en Buenos Aires y mañana lunes volverá al auditorio Bustelo, con los clásicos de “Lágrimas Negras” y algunas sorpresas.
“Habrá de todo en el show, no sé qué tema haré de los nuevos. Pero no hay nada más bonito que el público te pida un tema y lo hagas”, confiesa el cantante que en 2020 editó “Cigala Canta a México”, un homenaje a la música melódica y boleros.
El disco fue realizado bajo la producción de Jaime Calabuch “Jumitus” y representa un homenaje al legado de grandes leyendas como José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández, Chavela Vargas, Javier Solís y Agustín Lara y Armando Manzanero, en el que interpreta “Perfidia”, “Se me olvidó otra vez”, “Bésame Mucho” y “Soy lo Prohibido”, entre otros.
La pasión por Argentina
A lo largo de los últimos veinte años, Diego El Cigala no solo cosechó un público cautivo en nuestro país, sino que creó grandes lazos de amistad con Andrés Calamaro o Diego Maradona. Apasionado y arrabalero, volver a nuestro país es una oportunidad para el reencuentro y disfrutar del tango y el vino.
“Que se abra el Obelisco, que llego despacio. Será una oportunidad para visitar amigos, a mi querido Andrés Calamaro, a Jorge Fernández Díaz, tengo muchos amigos y siempre me gusta visitar Argentina. La pasión, el tango como el flamenco tiene una pasión nocturna, que tiene todo lo que me gusta a mí”.
-Tu amor por Argentina te llevó a grabar uno de tus discos más importantes de tango.
-Veo al tango desde ese estilo despiadado, porque es el punto en común con el flamenco. Y unirlos es algo que no se había hecho hasta ese disco. Intento nunca perder lo que yo soy, lo que es el flamenco y llevar ese flamenco como bandera, pero siendo musical. Pero también me gusta mucho la música, la música cubana, la música andaluza, la clásica. Cuando hice el disco de tangos, que el público lo recibió muy bien, y trabajar con el querido Rubén Juárez, Néstor Marconi, fue como tener grandes chamanes, porque de tango no entendía nada, pero sí un corazón muy grande y me dejaba llevar por ahí.
-Con tu reciente trabajo en homenaje a México sucede algo similar.
-Mi último disco “El Cigala México” creo que es una de las producciones más arriesgadas que he hecho y sucedió lo mismo que con el de tango. Aquí lo comparto con los Mariachis Vargas, Armando Manzanero, Los Panchos. La verdad fue un placer hacerlo y sin quererlo tuvimos que despedir al poco tiempo al maestro Manzanero. Por eso digo que hay que vivir, vivir el momento con la familia, cuidarse el máximo posible para disfrutar de este trabajo que tanto amamos y que tan buenas recompensas nos da, como el público.
-¿Sentís que la música nos salva de esos malos tragos de la vida?
-Sí. ¿Qué haríamos sin música? No podríamos hacer nada, sin música no podríamos vivir, sería un caos. Pero la amo tanto, que al mismo tiempo la odio.
-¿Por qué?
-Porque la amo tanto (ríe). Y el amor tiene algo de odio. De todos modos, para cantar flamenco tienes que sentirlo en tu corazón, tanto las buenas como malas. Yo necesito que me pasen cosas para poder cantar. Yo siempre pongo mi corazón a la hora de cantar, porque es lo que mejor sé hacer.
-Te has aventurado a cantar tango, boleros, salsa, ¿cuál fue el momento de inflexión en tu carrera?
-Sí claro. Si yo no hubiera conocido a Bebo Valdés que fue mi héroe; con él conocí un montón de músicas que yo desconocía. Como el son cubano, chachachá. Son sonidos que se parecen a los de la bulería. Es el mismo sentir, pero gracias a mi querido Bebo conocí esa música tan bella como es la música afro cubana y latina.
-Tuviste una relación cercana con Maradona, su partida la sentiste como el resto de sus amigos.
-Muchísimo. La muerte de mi querido don Diego Maradona la sentí como un amigo de toda la vida y siempre lo recuerdo bonito. Recuerdo que llegamos a su casa en Europa y salió al jardín con una naranja e hizo unos doscientos toques. Y otra cosa que me llenó de orgullo, es que meses antes de fallecer escuchó mis discos y eso para mí es un halago, que siempre llevaré en mi corazón.
-Estos últimos años has despedido mucha gente importante en tu vida, ¿se siente ese vacío de personas tan importantes?
-La verdad que sí, porque se les echa de menos. Esos genios que se van y que ya no vuelven. Y pasa el tiempo, y miras para atrás y dices: “¿Dónde está el arte?”. Porque ya no hay de esos personajes. Sin criticar la música de ahora, lo que ocurre es que todo va tan rápido que es otra cosa, es otro sentir, el éxito es más rápido.
La Ficha
DIEGO EL CIGALA CON SU ESPECTÁCULO “LÁGRIMAS NEGRAS”
Día y hora: lunes 28 de marzo, a las 22.
Lugar: auditorio Ángel Bustelo (Virgen del Carmen de Cuyo 610, Ciudad).
Entradas: $3500, $5500 y $6500. En tuentrada.com, Maxi Mall (en efectivo) y en las boletería del Bustelo.