Como un ejercicio que unió la necesidad de expresarse con la catarsis, Andrea Bécares Hinrichsen intervino páginas impresas de este diario que informaban sobre la guerra y las ancló con nuevos sentidos. “(NO) Finalizo... (NO) Tensiono... (NO) Comprendo... (NO) Ordeno... (NO) Invado...”, se lee en una de esas pinturas, expuestas en el Centro Patrimonial Artístico Cristoforo Colombo (Tomba 246, Godoy Cruz).
La consigna era la guerra, y los artistas que se ajustaron a ella interpretaron los hechos que se viven en Ucrania con la urgencia del presente y la sensibilidad de cada enfoque particular. Además de Bécares, son Lenka Bajda (pinturas), Álvaro García Maure (arte objeto) y Orlando Pelichotti, reportero gráfico de este medio, que presentó “Fractales”, una serie de fotografías intervenidas.
Bécares nos transcribe el texto que esbozó para acompañar su obra: “Cuando me convocaron para la muestra, la temática que me plantearon fue la guerra. Entonces esto es lo que escribí sobre las obras expuestas: ‘El NO como postura. / El ON* como herramienta. / No hay explicación para el milagro de la vida. / No hay explicación para el misterio de la muerte. / Un mundo sin agresión. / Un mundo de aceptación. / Una humanidad en amorosidad. / Es definitivamente un NO a la guerra. / *ON como acción / *ON como encendido de la conciencia”.
Los títulos de sus piezas nos remontan a los sentidos pacifistas y esperanzados que profesa. Algunos juegan entre la simple negación de algo en un “No” con un llamado positivo a la acción, como podría entenderse el “On” inglés: “No invado”, “Mundo On” (ambos pliegos de diario Los Andes con noticias sobre la guerra intervenido), “La vie en gris”, “No”, “On - No”, “Define tiempo”.
“Sus creaciones son piezas comprometidas con el momento y el espacio en lo conceptual - se lee en el texto de la muestra-, el devenir del ser humano en el mundo actual y su destino como ser espiritual, la necesidad de cambio y concientización para el futuro de la humanidad y del planeta”.
En este momento de incertidumbre, el exterior permea en su obra. Y no solo con la guerra. La pandemia, por ejemplo, impuso sus ritmos: “Mi tiempo de trabajo se redujo tantísimo y mi entrada al atelier se movió a las 4/5 de la mañana, ya que a las 9 mutaba en aula”, recuerda. “Retomé la escritura, la lectura y plasmaba ideas y obras en bocetos, cuadros en formatos pequeños y en papel llevan mi firma del 2020″.
- ¿Cómo definirías tu visión del arte y de lo que hacés?
- ¡Gran pregunta! En mí es una construcción que va cambiando constantemente, porque el contexto muta inevitablemente y mi ser también está en transformación permanente desde mi experiencia y la vivencia en esta vida. Así es que tomo al arte, en cualquiera de sus expresiones, como un espacio abierto donde cada aporte es válido. Al definirme lo hago como artista visual porque trabajo en diferentes soportes, según lo que desee decir. Disfruto los desafíos de comunicarme buscando la forma de desarrollarlo luego, entrando en un juego donde me pongo en el lugar de espectador. Concreto mi trabajo en pintura, papel, objetos, libros de artista, instalaciones, videos, etcétera... El medio es un fin para mi obra.
-¿De dónde surge tu vinculación con el arte?
-Mi padre Fernando, a quién despedí hace pocos meses, frecuentemente me preguntaba: “¿A quién habrán salido mis dos hijas artistas?” (mi hermana Agustina es música). Más innovador que él fundando una náutica en el desierto, lo tomo como un buen aliciente. Y esa siempre fue mi respuesta en nuestras charlas. En mi hogar, mi madre Ana, se encargaba de que hubiera obras originales, y desde muy pequeña estaba dibujando y modificando todo lo posible. Cada persona en su rol hace la diferencia. Mi trabajo fue un llamado, donde compartir mi conciencia es mi aporte.
-¿Cómo fue evolucionando tu estilo y tu necesidad de expresarte desde que empezaste a exponer hasta el último tiempo?
- (Sonríe). Por ahora, me gusta dejarle esta opinión a los que se dedican a ello, que estudian, que observan, con alta capacidad de análisis. Me siento muy honrada y acompañada por cada curador/curadora con los que he compartido. A lo lejos, así como situándome en “no ser yo”, supongo que sí claro que hay un estilo, un algo que me define como artista. Es mi gran aprendizaje salir de las estructuras, no encasillarme, sentirme libre, supongo que eso me frena en auto definirme. Tener sello propio va decantando solo: el tiempo, la producción, el camino interno, el entorno, es la vida misma...