El canto de una sirena

Morita Vargas utiliza su voz como instrumento creativo y musicaliza auténticos universos sensoriales.

El canto de una sirena
Morita Vargas

Morita encontró y experimentó distintos espacios creativos desde pequeña. Se inició de forma lúdica con la escritura a los doce años, actividad que le provocó un gran sentimiento de plenitud como forma de expresión artística. Transitó luego una etapa plástica a través de la creación de collages y un tiempo después sumó la virtualidad como medio para dar a conocer sus obras.

En ese espacio que inicialmente utilizó para compartir piezas visuales, descubrió artistas de la música que no conocía: “conocí muchas bandas independientes y artistas solistas del underground que captaron mi atención y empecé a escuchar muchísimos álbumes por día”. Así nació un nueva red creativa que la llevó a escribir una columna con reseñas de bandas y discos para una revista digital.

Ya inmersa en el mundo musical con una curiosidad diferente decidió formarse con talleres y tutoriales en escritura y producción musical. Ese proceso de formación le daba libertad, autonomía y tiempo para seguir transitando sus procesos creativos sin presión: “sin esa sensación de tener que llegar a algún lugar, lo único que hice fue explorar y es lo que hoy en día sigo haciendo”.

Morita Vargas
Morita Vargas

En el año 2013 su interacción con la música cambia y comienza a ser artífice de una obra en ese rubro de forma diferente. Primero canta y graba en un estudio sobre las bases que hacía un amigo, después crea sus primeras maquetas con el micrófono de su computadora. Así se vuelve a encontrar con un sentimiento de satisfacción especial que la motiva a generar una continuidad y nació “8″.

Un día escuchó y terminó todas las canciones que había empezado y las ordenó por estaciones climáticas. Luego se aventuró a buscar un nombre que no encontró porque “las palabras tienen un significado y peso muy fuerte en todo así que el título tenía que ser potente”. El vértigo no le permitió elegir ninguna así que eligió un número significativo para ella. El 18/8/2018 subió su ábum “8″ a una plataforma musical que lejos de cerrar un capítulo en su forma de experimentar el arte, abrió otro.

Las posibilidades y redes que genera la virtualidad hicieron que, casi dos años después, un sello de Estonia llamado Hidden Harmony Recordings escuchara su álbum y le propusiera editarlo en vinilo. 8 llegó y aún sigue llegando a muchos países con gran repercusión y excelentes críticas.

Morita Vargas
Morita Vargas

A Morita nunca le gustó su voz y cantar le daba vergüenza, pero siguiendo sus formas exploratorias de abordar el arte encontró otras voces. Su trabajo es experimental y sus letras no tienen idioma: “me puse a grabar con el celular mi voz haciendo las partes de piano que me imaginaba en un tema, las de guitarra en otra y un día me di cuenta que no necesitaba reemplazarlo ni por un piano ni por una guitarra, sino que mi voz era mi instrumento”.

Su trabajo musical es resultado de aquello mismo que la inició en la escritura y en las artes plásticas, la aventura de potenciar la creatividad experimentando. Su música sumerge en universos sonoros particularmente auténticos, porque su música es sobre todo su voz.

Su presente la encuentra descubriendo y explorando nuevas curiosidades que quiere transformar en música, porque la música siempre estuvo presente con otras representaciones y porque aprendió a “nunca subestimar nuestras pulsiones creativas, están ahí por algo y hacerlas salir es compartir parte de nosotros con el mundo”.

Morita Vargas
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