Ya se puede calificar a “El hombre del norte” (“The northman”) como una de las películas del año: tanto por los elogios que ha recibido, como por las feroces críticas, algunas de las cuales han llegado a acusar a su director, el estadounidense Robert Eggers, de haber traicionado “su valiosa obra anterior”.
La referencia es hacia “La bruja” (2015, en Netflix) y “El faro” (2019), muy difundidas en los circuitos independientes que siguen con atención una interesante factoría, la productora A24. La alabanza unánime y las reseñas endiosadoras fueron efectivas con cada estreno y Eggers, quien logró filmar con pocos millones de dólares películas que ya son consideradas de culto, tuvo ahora la oportunidad de su vida: hacer una gran producción con los 90 millones que le confió Universal (“El faro”, su filme más ambicioso hasta entonces, le había costado “solamente” cuatro).
El resultado llegó el jueves pasado a las salas argentinas, entre una polvareda de apreciaciones dispares. Un rutilante elenco, escenarios espectaculares y la osadía de un director muy confiado en sí mismo no fueron suficiente para convencer a la taquilla de los países por los que ha pasado antes: pero todavía queda la esperanza de que lo haga esta semana entre nosotros.
“El hombre del norte” se basa en la historia que inspiró el “Hamlet” de Shakespeare, y que se remonta a antiguas sagas escandinavas. Amleth (Alexander Skarsgard) quiere vengar a su padre (Ethan Hawke), asesinado por su traicionero tío (Claes Bang). En medio de este conflicto, condimentado por músculos, sangre y testosterona, emerge una elegante y maliciosa madre (Nicole Kidman), una enamorada pálida y pura (Anya Taylor-Joy) y los fugaces brujos que guían con sus profecías los tenebrosos hechos: Willem Dafoe y Björk (muy esperado su regreso a la actuación).
Es reveladora la entrevista con el director que publicó ayer viernes El País de España, donde el eminente crítico Luis Martínez lo lleva a pronunciarse sobre uno de los puntos claves de “El hombre del norte”: la tensión, por demás evidente, entre una productora poderosa -que quiere vender con éxito un producto fílmico en todo el mundo- y una firma de autor que ha ganado reconocimiento, pero solo entre paladares exquisitos.
Para muchos el resultado es desbalanceado en favor de los productores, aunque Eggers tampoco se mostró insatisfecho: “Sabía desde el principio que con una película de este tamaño no iba a tener el corte final”, dijo. “Pero soy consciente de que la película ha mejorado gracias a la presión del estudio. Nunca pensé que iba a hacer una película cuya premisa es que fuera entretenida. Mi instinto es el contrario. Y he aprendido”.
Mientras para Jorge Loser de Espinof es una película que (pese a Universal) supo conectar con el entramado de terror de A24, con citas a “La bruja” y “Midsommar” de Ari Aster, para Luciano Monteagudo de Página/12 la película es “un chiste” que costó 90 millones de dólares, donde “hay demasiados elementos para narrar muy poca cosa”.
Esto último contradice una premisa que sí enorgullece a Eggers: la de haber hecho una historia de vikingos como nunca antes se vio. Lo explicó así: “Desde que Wagner decoró cascos con cuernos, los vikingos han adquirido una presencia renovada en la cultura pop. Mi idea era presentar algo nuevo, lo que implicaba volver al pasado mediante muchísima investigación, para realizar así la película vikinga más auténtica hasta la fecha”.
“Bien es cierto que por mucho que critique la representación que ofrecen los programas del canal History con esos peinados y ese ‘look’, lo cierto es que estoy muy agradecido a series como ‘El último reino’ o a los múltiples videojuegos sobre el tema. Gracias al interés que han despertado en la audiencia, recibí luz verde a mi proyecto. Por otro lado, la apropiación indebida de la cultura vikinga por parte de la extrema derecha hace que la gente esté ansiosa por escuchar historias vikingas”, dijo.
Lo que nadie discute es que “The northman” es una película que merece ser vista, al menos con la excusa de sacar cada uno sus propias conclusiones. Que el ascenso de Eggers a la gran industria haya sido fallido provocará, en el peor de los casos, que siga haciendo obras maestras en las ligas menores.