Revisar el pasado, para entender el presente y vislumbrar un futuro. Dar una respuesta desde la literatura a un momento convulso de la humanidad. Lejos del thriller, el misterio y la ficción pura, el escritor y periodista Javier Sierra se subió a la aventura de escribir una novela en plena pandemia, que vaya más allá del género ficcional y nos permita reflexionar.
Y no se trata precisamente de una historia de pandemia, si no que se sirve de la mitología Griega y el popular mito de Pandora, para escribir una carta que viaja al pasado, pero que no tiene tiempos. Es lo que sostiene en “El mensaje de Pandora” (editorial Planeta), su última novela epistolar escrita en pleno confinamiento, que reflexiona con datos históricos y un engranaje particular sobre lo que urge en el 2020, un año marcado por el virus Covid-19.
“Es un libro que yo no tenía previsto escribir y se dio dada las circunstancias de este tiempo. Es fruto de una consideración de lo que creo que tiene que ser mi trabajo como escritor en tiempos críticos. Un escritor tiene que contribuir a ordenar la realidad y transmitir un horizonte a sus lectores. Y eso pensé con este libro que puede ser leído por todas las edades y nos ayuda a reflexionar sobre la época que estamos atravesando, que creo que es crucial para el futuro de la humanidad, enfrentando lo que dice la ciencia y la mitología. Es un libro en que trato de recuperar lo que dijo el mito de la caja Pandora que quedó encerrado en la caja, que es la esperanza”, comentó el escritor ganador del Premio Planeta con su novela “El fuego Invisible”, en una conferencia de prensa online sobre su última producción escrita durante el confinamiento.
Una carta que recupera el humanismo perdido
Sierra desempolva el género epistolar para crear su última novela, la novela más filosófica de su obra, cuyo relato nace de Arys, una joven que al cumplir dieciocho años recibe una carta de su tía. En ella habla del viaje que hicieron juntas por el sur de Europa, pero también le deja un mensaje para comprender el origen de la vida y las enfermedades.
“Es una novela muy particular que acude a un género casi en desuso que es el género epistolar. Y recurrí a él porque recordé esos tiempos anteriores al correo electrónico, donde utilizábamos las cartas para comunicar cosas importantes a los seres que queríamos. Y dedicamos tiempo de reflexión antes de sentarnos a escribir. Yo recuperé todo ese espíritu y la convertí en una carta al futuro y le di un sustrato literario, para que pueda ser entendido y debatido”.
Bajo este recurso, el autor encontró la manera perfecta para vincular los datos históricos que guardaba de otros sucesos como fue la Peste Negra en el siglo XIV, la Fiebre Española en 1918, viajes personales y un mito antiguo que habla sobre el origen de la vida y pone a la mujer como protagonista del cambio. Pero sobre todo sumir en la reflexión al lector, alejarlo de la urgencia del misterio de la ficción y ayudarlo a conocer el pasado, para pensar el futuro.
“Un escritor debe contribuir al tiempo en el que vive. No quería cometer el mismo error que sucedió con la gripe Española, cuando los escritores de la época no se dedicaron a escribir pensando que era de dominio privado y no debían salpicar su producción literaria con el tema. La única que le dedicó un ensayo fue Virginia Woolf”.
-¿Cómo logró la conexión de la historia con los mitos?
-Hace tiempo vengo estudiando la historia y tenía muchos datos guardados, sobre el origen de la vida y si se generaron otro tipo de virus y bacterias. Y aunque eran temas que me interesaban no tenía un libro donde encajar todos intereses. Y fue la pandemia que me permitió ver una relación entre todos ellos y puede expresarlos de una manera creativa dentro de un texto literario.
-¿Por qué las protagonistas son mujeres?
-La mujer es sinónimo de vida y este es un libro que trata sobre la vida, cuyo telón de fondo es el misterio de la vida. Y también quiero reivindicar a la mujer, como la transmisora del conocimiento y la educación, y en nuestra época moderna se nos olvidó, porque confiamos la educación de nuestros hijos a sistemas. Pero en las civilizaciones pasadas, quienes educaban a los niños eran las mujeres. Y en este libro se homenajea a ese sistema. Está esa anciana y la heredera de esas dos generaciones que recibe el mensaje.
-¿Qué lección nos puede dejar este momento para la posteridad teniendo en cuenta la historia de la humanidad?
-Lo que nos ha traído como lección la pandemia es el recordatorio de la muerte. Hemos construido una sociedad consumista, que no mira hacia atrás y eso nos hace perder de vista que la naturaleza tiene un ciclo continuo de vida y muerte. Pero nuestra sociedad ha decidido no mirar demasiado a la muerte y mirar en lo constructivo, como consumidores. Hoy muchas personas no se han podido despedir de sus seres queridos y eso creó un dolor tan profundo, que logró una reflexión sobre la muerte. Y eso nos obliga a filosofar y reflexionar sobre la muerte.
La peste negra contribuyó a crear un modelo antropocéntrico, de un modelo teocéntrico. Se desplazó a Dios y se colocó en el centro al ser humano, que podía dar una respuesta. Por eso me gustaría que este modelo antropocéntrico que somos hoy, nos ha convertido en depredadores del planeta y desarrollar un modelo cosmocéntrico. Es decir, poner a la naturaleza en el centro y cambiar nuestro propio camino como especie.
-En ese sentido, ¿cree que esta pandemia traerá grandes transformaciones?
- Creo que va a traer muchas transformaciones, vemos que la mayoría de los gobernantes han pecado de soberbia, especialmente en el mundo desarrollado. Pensando que no iba a afectar a sus naciones y no tomaron las medidas oportunas. Y peso más el carácter capitalista que el humanista. Y uno de los cambios que vislumbro es la llegada de gobernantes que tengan peso en el humanismo. Necesitamos recuperar el humanismo y quizá si los gobernantes leyeran más de historia sabrían de estos periodos y que se puede hacer con ellos.
Pero este tiempo llego en la era de las telecomunicaciones, que nos hizo desarrollar las comunicaciones a distancia y eso va a afectar a todos los órdenes, como el trabajo y la enseñanza. Porque un alumno se podrá matricular en cualquier universidad del mundo, no importa donde viva. El acceso a la educación no estará sometido a lo ideológico del lugar donde viven y serán estudiantes globales.
-La relación del hombre y la naturaleza no solo depende de la población si no del sistema, ¿ves posible un giro en la política y poder mundial?
-Respecto al desafío climático y la redistribución de la geopolítica, que va a decidir sobre nuestro futuro también estoy atento. No me es ajeno que se hayan alcanzado altas temperaturas en Siberia por ejemplo. Pero me preocupa mucho más la relación entre los bloques de poder. Y en el libro hay una reflexión sobre los dogmas y cómo han servido para aquietar a las civilizaciones con un pensamiento único. Y eso se reflejó en los dogmas religiosos y hoy está en los dogmas ideológicos, donde las distintas fracciones políticas no se ponen de acuerdo en una crisis vital, porque sobreponen la ideología al resto de consideraciones. Y eso es terrible. Eso quiere decir que su percepción de la realidad es dogmática y solo aceptan lo que entra por ese carril. El coronavirus se va a llevar por delante los dogmas. Pero cuando hay un cambio de dogma los primeros que sufren son las civilizaciones y no descarto que haya nuevas rebeliones.