La muerte de Raffaella Carrà: la historia de la artista que dejó su sello en el mundo de la música

La cantante y bailarina falleció este lunes a los 78 años. Fue estrella de la RAI y hasta Susana Giménez se inspiró en ella. A pesar de que fue demasiado para los flashes estadounidenses, en Latinoamérica fue adorada y hoy siguen siendo furor sus números musicales.

La muerte de Raffaella Carrà: la historia de la artista que dejó su sello en el mundo de la música
Raffaella, un ícono de la música, tenía 78 años.

Inició su carrera con solo 9 años y bajo el nombre completo de Raffaella María Roberta Pelloni. Pero fue por su apellido artístico que se la conoció por todo el mundo. La Carrà fue ícono durante décadas, desde su peinado, su voz, sus números musicales y los mensajes que transmitía a través de ellos. El 18 de junio había cumplido 78 años, pero hoy se ha confirmado su deceso.

“Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad y su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre”, expreso Sergio Japino, su pareja durante muchos años y quien comunicó la noticia a la agencia italiana Ansa.

La artista polifacética fue todo un símbolo de libertad en las décadas que siguieron a los ‘90. Ella misma dijo sobre sus presentaciones y la forma en la que se presentaba al mundo: “No solo era mostrar mi cuerpo, era hacer entender que el cuerpo de una mujer siempre está unido a su cabeza. La sensualidad no está reñida con la inteligencia, la simpatía, la ironía…”.

La vida de una diva musical

Raffaella en realidad nació morena, pero el platinado fue el toque que la convirtió en diva.
Raffaella en realidad nació morena, pero el platinado fue el toque que la convirtió en diva.

Su nombre artístico fue en homenaje a al pintor italiano Carlo Carrà, líder del movimiento futurista, y parece calzarle a la perfección, aunque no fue coincidencia que lo eligiera. Desde pequeña, cuando vivía con su madre y abuela en Bolonia (su lugar de nacimiento), la libertad era su pauta para la vida. Cantar y bailar la sacaban de las bases que la aprisionaban y fue gracias al ballet que descubrió su pasión por el arte, a pesar de que al poco tiempo lo abandonó, sobre todo por las críticas de una profesora a sus finos tobillos.

Con Sofia Loren como modelo a seguir, Rafaella se propuso buscar esa fama mundial por la que hoy se la recuerda. Morena, con 20 años y poca experiencia, en los años ’60 comenzó su experiencia artística participando en comedias. Poco después partió a Hollywood, con el sueño americano en la cabeza. En Estados Unidos hasta fue seducida por Frank Sinatra, pero el ambiente que lo rodeaba y una cortina que escondía un mundillo bastante sórdido, hicieron que se alejara del país del Norte. Ni ella quería a América, ni América estaba satisfecha con ella.

Pero fue el retorno a su patria y raíces latinas lo que significó uno de los grandes cambios, que comenzarían a convertirla en estrella: la icónica cabellera rubia. Unido a sus extravagantes movimientos y ropa, pronto se volvió en el fenómeno que nadie quería perderse. El periódico británico The Guardian escribió por ese entonces:

“Técnicamente hablando, Italia tenía cantantes vocalmente más fuertes como Mina, una virtuosa mezzosoprano y Milva, con su melena pelirroja y sus tendencias políticas, Patty Pravo, una contralto andrógina y Giuni Russo que sublimó la técnica operística en pop. Pero Carrà las ha superado a todas”.

Sus números musicales continuaban causando furor.
Sus números musicales continuaban causando furor.

Ella misma una polémica, las pantallas europeas y latinas se peleaban por tenerla al aire. Luego de su rotundo éxito en las presentaciones, las productoras comenzaron a contratarla como presentadora. Después de la dictadura franquista, Carrà desembarcó en Madrid con su programa La Hora de Raffaella que estuvo al aire entre 1975 y 1976. En el ‘78 volvió con Ma Che Sera(Oh, qué noche).

El programa abría con una canción que hablaba sin prejuicios de sexo: “Ma girando questa terra io mi sono convinta che non c’è odio non c’è guerra quando a letto l’amore c’è” (“Al viajar por este mundo, me convencí de que no hay guerra ni odio cuando las cosas están calientes en el dormitorio”), escándalo que se sumaba al ombligo al aire que ya había impuesto antes.

Pero fue con “Pronto, Raffaella?”, en 1983, que logró volverse un hito. Concursos telefónicos, sorteos, premios y un horario al mediodía fueron las características. Y si suena parecido es porque se convirtió en base de muchas divas que después llevaron sus programas, como Susana Giménez.

El amor y Raffaella

El mensaje de Raffaella nunca tuvo límites: la libertad, la homosexualidad y el amor libre. Siempre dijo que no creía en el matrimonio, de hecho ella era hija de padres separados, pero no la detuvo para vivir dos grandes amores en su vida. Ella lo cantaba: “Sin amantes, ¿quién se puede conformar?”.

Primero fue Gianni Boncompagni con quien vivió en pareja por varios años y hasta compartió trabajos. El segundo, y su gran amor es Sergio Japino, quien informó sobre su muerte esta mañana.

“Me hubiera gustado tener un hijo, pero cuando lo intenté ya era tarde. El médico me dijo que no podía”, comentó en una entrevista con el diario español El País hace ya muchos años.

Pero, como siempre, el amor lo vivió como su vida, con libertad. “Libertad es la palabra para poder vivir. Por ejemplo, me alegra especialmente que en Italia se haya aprobado la ley civil de las uniones de los homosexuales. Estoy muy involucrada con este tema porque tiene que ver con la libertad de los individuos”.

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