En Hollywood y el Oscar todo es equitativo, políticamente correcto y en nada jugado a la hora de hacer curadurías de lenguaje cinematográfico. En definitiva de eso se trata un premio: elegir las mejores narraciones y quiénes las firman; sean estas de personajes, guiones, montajes, concepciones artísticas o producto global.
Es por este motivo que no hay que tener muchas esperanzas de reunir, como sería natural, a Mejor Director con Mejor Película en la repartija de las estatuillas.
Este año, como sucedió en la edición en que “Parasite” revolucionó a la industria y le dio un envión comercial y de audiencias notables (sobre todo en las plataformas) a las producciones coreanas, hay entre los nominados a Mejor Dirección uno que no compite en el rubro “Mejor Película sino que firma en la postulación de Mejor Película Internacional (”Drive my car”). Se trata de Ryusuke Hamaguchi.
El joven guionista y director japonés ha presentado una joya hermosa y extensísima que podría valerle el premio si la Academia fuese propensa a abrir aún más sus mercados hacia el oriente. Pero no creemos que eso sea posible, no al menos este año.
Hay muy fuertes chances de que sea nuevamente una mujer (como el año pasado con “Nomadland” de Chloé Zhao) la que se quede con el premio. En especial si pensamos que la australiana Jane Campion es una decana ya de la industria y ofrece un film súper potente en su construcción narrativa: “El poder del perro”. El único motivo por el que Campion podría quedar fuera del podio es que su película proviene de Netflix: y se sabe... la guerra de distribución está desatada.
Kenneth Branagh por “Belfast”, Paul Thomas Anderson por “Licorice Pizza” y Steven Spielberg por “Amor sin barreras” quedan rezagados en esta carrera porque tanto “Drive my car” como “El poder del perro” son films superiores en su concepción de lenguaje. Es nuestra opinión, a corroborar esta noche.