Hasta que apareciese en escena “Drive my car”, de Ryusuke Hamaguchi, la cosa parecía cantada en términos de la ganadora a Mejor Película Extrajera.
Es que la potencia narrativa y sensible de Paolo Sorrentino para su “Fue la mano de dios” parecía casi imbatible ante el resto de las que forman la lista: “Flee”, Dinamarca; “Lunana: A Yak in the Classroom”, Bután; y “The Worst Person In The World”, Noruega.
“Fue la mano de dios” tiene, como el filme de Campion, una contra importante: se estrenó en Netflix y, aunque esas diatribas que antes fueron a grito pelado entre productoras y plataformas se han suavizado (ahora todos tienen su streaming), acumular estatuillas para la empresa de la N no es algo que le guste especialmente a la industria.
Así las cosas, aunque la película de Sorrentino es un opus artístico notable, sin fisuras y de una pregnancia absoluta en las audiencias, se las verá difícil con su rival japonesa.
“Drive my car” (que aún no se estrenó en Mendoza y probablemente no llegue si es que no gana el premio) es un drama delicioso, que cuenta con la historia de un enorme nombre en la literatura universal: Haruki Murakami.
El filme ha recibido nominaciones varias en esta edición del Oscar, lo que ya alienta a una estatuilla casi cantada: Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guión Adaptado.
Lo mismo sucede con otra de las fuertes competidoras en el rubro: la danesa “Flee”, que consiguió también una triple nominación en Largometraje Documental, Película Internacional y Film animado. En tanto, “Fue la mano de dios” no ranqueó en ninguna otra de las categorías.
Así las cosas, y puestos nosotros a decidir si Japón o Noruega, nos jugamos todas las cartas al oriente porque “Drive my car” es una maravilla.