Frida fue reconocida como artista mucho antes de lo que se cree pero el momento del boom, creo yo, comienza en los años 80 con la publicación de la biografía de Hayden Herrera, con la que las feministas chicanas la toman como estandarte de su lucha”, dijo a Cristina Kahlo, sobrina nieta de la artista mexicana, con motivo del lanzamiento del documental “Frida. Viva la Vida” mañana a las 21.
Dirigido por Giovanni Troilo y con la participación de Asia Argento como narradora, el documental que estrena el 8M en National Geographic, repasa las cartas personales y los escritos de la mexicana, se zambulle en la vida y obra de este ícono del arte, dueña de una vida intensa y poco convencional, mientras marca un contrapunto entre el México actual y el de aquella época, a través de varias entrevistas.
“Hace poco andaba en un mundo de colores. Ahora habito un planeta doloroso. Envejecí en un instante”, se escucha en un momento del relato, basado principalmente en los escritos personales de la mujer, en referencia al trágico accidente de autos que le dejó la columna hecha pedazos cuando un tubo se le incrustó en el estómago.
Nacida un 6 de julio de 1907 en Coyoacán, Frida comenzó a pintar justo después del accidente, “que la marca para toda la vida”, momento en que “nacen dos Fridas: la que se convirtió en ícono de la fortaleza y la independencia” y la que estaba atada a sus limitaciones físicas, dos caras de una misma persona, con un solo corazón”, relata la actriz Asia Argento a lo largo de la trama.
“Me pinto a mí misma porque soy el sujeto que mejor conozco”, decía la pintora mexicana que “se convirtió a sí misma en una obra de arte”, y que fue transformada, luego, en ícono pop, símbolo de feminismo y de revolución artística, una decisión tomada más allá de si misma.
Es conocida la vida sufrida que marcó a una de las figuras más magnéticas de la cultura mexicana, no solo por el accidente que en su juventud, que la mantuvo postrada en cama durante largos períodos y la obligó a someterse a múltiples operaciones, sino también por su frágil salud de niña, cuando contrajo poliomielitis, por lo que pasó también mucho tiempo en su habitación.
La película se adentra en el corazón de México -el de entonces y el actual- entre cactus, monos, venados y loros, alternando entrevistas exclusivas, con documentos de la época, evocativas reconstrucciones y las obras de la propia Kahlo, que incluyen los autorretratos más famosos (desde el que está con Diego Rivera, de 1931, y Las dos Fridas, de 1939, hasta La columna rota, de 1944, y El venado herido, de 1946).
“Frida representa a las mujeres en un sentido muy amplio. Y a pesar de que Diego Rivera tenía una personalidad tan fuerte, tan imponente, la obra de Frida -que es autobiográfica- nunca se sumerge en el mundo de Rivera, ella mantiene siempre su propia voz”, afirma Cristina Kahlo (1960), bisnieta de Guillermo Kahlo (el padre de Frida).
El documental deja ver a una Frida que, pese a los fuertes dolores que sufriría hasta su muerte, gracias a la pintura y también a la escritura, a su manera de vestirse y a su inconfundible estilo, Kahlo se ha convertido con el correr de los años en un modelo a seguir, que influyó tanto en artistas plásticos como en músicos y diseñadores.
También repasa el increíble episodio por el cual, en el año 2004 se descubre en la Casa Azul una serie de cajas escondidas en los baños, que Diego Rivera había pedido expresamente no abrir hasta quince años después de su muerte, revelando por primera vez al mundo una colección de fotografías, cartas, postales y libros desconocidos hasta entonces.