“Filosofía para este fin del mundo”: Soledad Barruti habla de la charla que viene a dar junto a Darío Sztajnszrajber

La periodista y escritora del best seller “Malcomidos” llega a Mendoza junto al filósofo para darnos herramientas sobre cómo pensar y vivir estos tiempos difíciles. Mañana 19 de marzo a las 20, en el Auditorio Ángel Bustelo.

“Filosofía para este fin del mundo”:  Soledad Barruti habla de la charla que viene a dar junto a Darío Sztajnszrajber
Soledad Barruti y Darío Sztajnszrajber.

Cuando Soledad Barruti y Darío Sztajnszrajber pensaron en traer una de sus conferencias a Mendoza, la Guerra en Ucrania todavía no se declaraba. La crisis económica mundial que ya está provocando no se preveía. La alarma nuclear internacional, menos. Y aun así, percibieron que vivimos acechados por una perpetua amenaza de apocalipsis.

Filosofía para este fin del mundo”, que así se llama la charla performática que darán mañana sábado 19 de marzo en el auditorio Ángel Bustelo, sumó nuevas evidencias desde la invasión del 24 de febrero.

Sztajnszrajber y Barruti, además de ser populares y reconocidos en sus respectivos oficios (filósofo y periodista), también son pareja. Dan sus charlas a dos voces en distintas partes, siempre con invariable éxito de audiencia, y llaman la atención por los nuevos enfoques que proponen. Él da el sustento filosófico, con el estilo ameno y didáctico que popularizó en “Mentira la verdad”; ella aborda distintos temas como el feminismo, la ecología y la explotación de los animales, temas que ha tratado en sus dos best sellers “Malcomidos” (Planeta, 2013) y “Mala Leche” (Planeta, 2018).

-¿De qué se trata lo que vienen a presentar?

- Es una conferencia performática donde a través de historias, mitos, relatos e información precisa vamos dando herramientas para deconstruir nuestra mirada sobre esta época, sobre el colapso, sobre los cuerpos, sobre la naturaleza, sobre nuestra relación con los animales y con lo vivo. Es tomar la temática más importante de este momento, un momento de guerra y de mucha violencia y desconciertos y muchos casos desesperación, para dar herramientas para transformarnos y empoderarnos. Pero con una mirada que salga del sentido común.

-¿Cómo es eso?

-Pareciera que nos movemos en modo binario: en la derrota, donde está todo perdido y no tenemos nada que hacer, o en la enajenación, en donde parece que nada pasa y es todo una mentira apocalíptica de algunos conspiranoicos. Entonces buscamos salir de esos binarismos y poder tomar también una posición interna que permita habitar esta época, transformarnos y transformarla. Creo que no hay una tarea más importante en este momento que esa, deconstruir esos tópicos cotidianos en donde se encierran muchas veces las dinámicas más destructivas del poder de turno, que nos necesita anestesiados y zombies. Hagamos la resistencia y salgamos de esos lugares.

- Desde hace tiempo que Darío y vos vienen subiéndose juntos al escenario. Cada uno suma sus enfoques, sus temas de interés y así han surgido charlas como “Pensar la comida” o “La comida ha muerto”. ¿Cómo ves que se produce el cruce entre la reflexión sobre lo que comemos y la filosofía?

- Lo que sucede con este cruce es que desde el periodismo muchas veces trabajamos la realidad de una manera muy concreta. En mi trabajo lo suelo trabajar alrededor de historias de personas, de territorios, por fuera de los datos más “abrumadores”. Poder pensar la realidad desde eso es lo que ha caracterizado mi trabajo durante todos estos años. Pero no dejo de trabajar sobre la realidad. En cambio, lo que hace la filosofía, para mí, es enriquecerla y poner puntos de vista diferentes para una realidad que podría ser otra. Creo que lo que plantea todo el tiempo este cruce es la posibilidad de vernos enfrentados a una realidad que es muy contundente, que es cierta, que está ahí, que es inapelable, pero que podría ser otra. Y que no es otra porque asumimos que la normalidad es esa.

- Un punto de partida muy interesante...

- Sí, y que enriquece muchísimo. Desde distintos lugares y distintos tópicos también, porque la comida ha sido un gran punto de partida pero luego -en mi propio trabajo y en lo que fuimos trabajando juntos con Darío- superó por mucho eso. Cuando hablamos de nuestros cuerpos, del colapso, de cuando la realidad se adentra en mitos griegos y se empieza a deconstruir desde ahí, lo que sucede es algo muy conmovedor, que por lo general la realidad no lo tiene. Podemos conmovernos con la guerra, por ejemplo, ¿pero viste que la realidad no tiene algo que interpele y te diga que hay una posibilidad de conducirnos hacia otra cosa? El cruce entre los dos nos ofrece eso: te da un montón de cosas, pero no te deja derrotado del lado de la butaca.

- “Filosofía para este fin del mundo” estaba planeado incluso desde antes de la guerra en Ucrania y la siguiente alarma nuclear. ¿Se sorprendieron de esto o es que acaso hemos llegado a un momento de la historia en el que vivimos permanentemente acechados por un posible “fin del mundo”? Además, ¿el estado de alerta, la pandemia y esta guerra se pueden relacionar de alguna forma?

-El otro día escuchaba una entrevista que le hizo Nelson Castro a Joaquín Sánchez Mariño, y cuando narraba la guerra y lo que estaba viendo en Ucrania yo pensaba que quienes tratamos estas temáticas nos venimos aventurando hace mucho en este terreno, donde el orden que entendemos por normalidad deja de serlo y aparece una guerra. Pero la guerra hoy está expresada en un montón de otras cosas. No lo pensamos, pero estamos en guerra con la naturaleza hace mucho, con la tierra (llenándola de veneno), con los otros animales (a los que torturamos de manera masiva y sistemática), con otras personas (a quienes esclavizamos y atormentamos de muchas maneras)... De repente vemos la guerra de una forma más manifiesta, más brutal, pero en realidad es algo que viene existiendo. Sabemos que esto iba a pasar y que va a pasar cada vez más, y eso es lo más trágico. Cuando veía la entrevista y esas personas huyendo de sus casas y sus lugares pensaba que vivimos en realidades acechantes, pero no vemos eso que nos acecha porque pensamos que alguien lo va a solucionar. Después, de un día para el otro se detona y terminamos todos volando por los aires, de manera literal o de las maneras más tristes y cruentas que es abandonando nuestras casas y buscando un destino incierto en lugares lejanos. Esas cosas tan dolorosas se volvieron más urgentes que nunca. Estamos transmitiendo la urgencia que existe para contarlo.

- En los últimos años se ha socializado el debate sobre una alimentación saludable. Al mismo tiempo se suma la lucha del feminismo, del ecologismo, de la sustentabilidad. ¿Crees que se relacionan de alguna forma y forman parte de una misma corriente de cambio?

- El dispositivo que habilita esta forma de tratar a la naturaleza y a todo lo vivo es el de un poder muy patriarcal, que se constituye bajo la lógica de la “dueñidad”. Quien lo trabajó y lo llevó de una manera muy clara a la sociedad es Rita Segato, quien traza un paralelo muy claro entre lo que le ocurre a los territorios y a los cuerpos-territorios de las mujeres. Es la misma lógica la que se toma la atribución de sentirse dueños de unos y otros y de someterlos para sus antojos. Me interesa el eco-feminismo como una respuesta construida desde los territorios por distintos colectivos de mujeres, que se han ido desplegando en múltiples formas a lo largo de estos años. El eco-feminismo ha dejado de ser algo quizás más “esencialista”, como lo era en un principio, y se fue volviendo algo más complejo en el mejor sentido, entendiéndonos de la misma manera. Quien cree que se puede arrasar con un bosque entero tiene la misma lógica de quien cree que puede apoderarse de las mujeres y vejarlas. No es el mismo sujeto, pero es la misma ideología.

-En Malcomidos (Facebook) y @ solesbarruti (Instagram) te siguen miles de personas y has logrado a través de esa red informar, generar debate y conciencia. En estos tiempos en los que las redes sociales están puestas en duda, ¿cómo es tu experiencia con ellas? ¿Crees que pueden ser un motor positivo en el cambio social, pese al precio que hay que pagar por usarlas (los datos, por ejemplo)?

-Mi relación con las redes sociales se construyó siempre alrededor de mi trabajo. Me abrí Facebook cuando saqué mi primer libro, y abrí Instagram cuando publiqué el segundo, y las uso como una herramienta de comunicación. Me interesa construir redes empáticas para la comunicación de temas que me resultan importantes, como estos de los que hablábamos, y en ese sentido Twitter es la que me parece menos interesante para eso. Se ha vuelto como un lugar para las operaciones más horrorosas, la violencia desatada, el bullying y demás. Es la red que menos uso y menos me interesa. Facebook e Instagram me resultan canales muy fuertes de comunicación. Con sus reglas, claro: a veces hay cosas que están buenísimas para decir y estas lógicas de imágenes las prohíben. Quizás pusiste una imagen con humo y te la bajan porque es una imagen que está relacionada con la violencia. Son cosas que vas aprendiendo y que hablan de la sociedad de “jardín de infantes” en la que vivimos, donde moderan cosas que no tendrían por qué ser moderadas y no moderan otras cosas, como la catarata de pornografía infantil, por ejemplo, y otras cosas que existen en esas redes y siguen ahí como si nada. Eso es lo que me molesta. Después, con la gente he encontrado un espacio de red interesante, que además superó por mucho ese canal: algunos se juntaron, armaron una red para saber dónde están los mercados de comida saludable, etcétera... Esas cosas me parecen hermosas. En fin, tengo una relación amor-odio, pero entiendo que es imprescindible estar en estos momentos en las redes.

La ficha

“Filosofía para el fin del mundo”

Fecha y hora: Mañana 19 de marzo, a las 20.

Lugar: Auditorio Ángel Bustelo (Virgen del Carmen de Cuyo 610, Ciudad).

Entrada: A través de entradaweb.com.ar.

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