A fuego lento, sin traicionar el instinto, Guachito Club finalmente lanzó su segundo álbum de estudio. Tras patear el tablero con “Guandanara” su primera placa en 2016, ahora sorprenden y reafirman su estilo en “El camino de la libertad”.
El trabajo discográfico se encuentra disponible desde el viernes en todas las plataformas digitales, con doce nuevas canciones que se suman a los tres singles que presentaron a cuenta gotas a lo largo del último año.
“Venimos laburando firme en el disco casi todo este año. Ha sido un trabajo que cocinamos a fuego lento”, detalla Sasha Nazar quien junto a su hermano Gabriel lidera la banda que con solo cinco años de historia y desde la independencia fue armando su camino en la escena nacional, y hoy son parte de los proyectos musicales alternativos con gran proyección.
Entre la cumbia y la mendocinidad
Con el último lanzamiento “El Baile universal”, tema que comparten con La Delio Valdez, mostraron una punta del concepto del reciente trabajo.
“El camino de la libertad” recopila docena de canciones de su autoría (entre ellos los single “Onliyu” y “Encendedor”), que rinden tributo a ese mestizaje cuyano que supo cultivar Karamelo Santo. Aunque al mismo tiempo sintetiza ese pasado en movimiento con la revolución musical que provocó la escena mendocina reciente, de Mi Amigo Invencible a Usted Señálemelo, que irrumpieron con un discurso novedoso.
“Con nuestro primer disco pudimos salir de gira y mostrar lo que hacemos, y eso es mucho para nuestra historia”.
-En este nuevo material está la cumbia como base, pero se animan a explorar otros sonidos.
-Pensar un segundo disco es más complicado, porque terminas definiendo hacia dónde vas a ir. Un primer disco es el comienzo, una pata de la mesa, en cambio esto te establece. Por eso no las quisimos jugar en cuanto a abrir el abanico y universo de músicas. Por eso la unión de la cumbia con otros ritmos.
-Con solo un disco editado comenzaron a girar, fue un proceso bastante rápido, ¿cómo lo viven?
-Nuestro camino es relativamente corto y para el poco tiempo hicimos un montón de cosas. Pudimos tocar en casi todo el país con un solo disco. Y justo llegó la pandemia en el fin del ciclo, entonces eso nos dio la posibilidad de pensarlo bien al álbum. Por eso es importante, porque le pusimos mucho trabajo y tiempo, y nos encanta lo que quedó.
Bajo el sello Fader Digital y grabado íntegramente en Mendoza, la banda integrada por Gabriel Nazar (Voz, guitarra, cuatro venezolano y teclas), Sasha Nazar (Voz y bajo), Julián Bermejo (Guitarra Eléctrica y coros), Nahuel Quimey Chandía (Percusión y coros) y Ale Rezk (Saxo y coros) sostiene en sus canciones una poética cotidiana, común al código joven, pero sin abandonar esa identidad local que hoy también encuentra su lugar desprejuiciado en un híbrido de sonidos que donde se une la cumbia, lo tecno, el rock y lo latinoamericano.
-¿Hubo un trabajo de producción diferente en este nuevo material?
-Hay canciones que las tenemos desde el principio de la banda y canciones que las compusimos hace meses. Y en cuanto al ritmo nos dimos la posibilidad de sumar otros, con un momento de pre producción que fue fundamental. Nos internamos durante diez días en una casa, con un home studio, armando canciones, probando sonidos, para definir la grabación. Y eso nos ayudó un montón porque nos permitió tener un concepto y bajar a tierra ideas que teníamos en el aire.
Afianzamos el trabajo en equipo y el concepto de banda, hoy son muchos solistas y la forma de trabajar que tienen es otra. Y nosotros apostamos al grupo y que tiene que ver con no enroscarse en el trabajo en equipo. Ese proceso de preproducción fue como un retiro espiritual, incluso nos desconectamos del mundo, para estar focalizados en la música, el arte y nosotros. Además a Gauchito Club lo nombramos como un punto de encuentro de dos mundos, entonces no queda afuera lo de la nueva música, con sumar tecnología, sonidos que tienen que ver con la música electrónica. Hay como una mezcla de esos mundos.
-En cuanto a la poética de las letras no se alejan de ese mundo cotidiano y tan propio de la mendocinidad.
-Es algo que predicamos un montón que tiene que ver con contar historias cotidianas, ranchadas entre amigos, contar lo que pasa en el barrio o lo que vemos. En vez de bajar línea es contar lo que vemos. Nosotros sentimos que creamos nuestra propia forma de decir las cosas, reivindicamos muchas palabras cotidianas que a veces no se usan en una canción. Y a nosotros nos gusta romper esa barrera y expresarnos como lo hacemos todos en lo cotidiano.
Nosotros seguimos siendo mendocinos y eso territorialmente queda aislado en las propuestas nacionales. Y para esas trabas logramos muchas cosas y estamos orgullosos porque es genuino, inventamos nuestra propia manera de decir, no nos quisimos meter en ningún nicho o seguir una oleada estandarizada. Lo vemos como un camino paralelo en cuanto a lo musical. Somos una banda independiente, lo hacemos todo nosotros, nos distribuimos el trabajo y a veces llegamos con la soga al cuello, pero cuando salen bien las cosas, la alegría es doble.
-Con disco en mano, ¿cómo se preparan para la vuelta a los escenarios?
-Ya tenemos la gira que comienza ahora. Estamos preparando el show que es un híbrido entre los dos discos. Comenzamos en San Luis y San Juan a fin de mes. Luego en diciembre tocamos en Ciudad Konex en Buenos Aires, y en el teatro Opera de La Plata. Y después volvemos a Mendoza y estaremos en el Cosquín Rock. En este primer tramo de gira lo llamamos “Vamos a encender”.
Tenemos una comunidad que está esperando lo nuevo. Todo lo contrario cuando sacamos nuestro primer disco, cuando nadie nos conocía y pocos entendían el concepto. Ahora hay una comunidad que está expectante. Está buenísimo que sabemos que ya hay público que nos sigue.
-¿Sienten que este corto camino fue lo suficientemente explosivo?
-Logramos cosas que son muy difíciles para un proyecto joven. Tocamos en un montón de festivales nacionales, en Buenos Aires, en las plataformas nos va muy bien, con muchas escuchas. El laburo que hemos hecho es buenísimo porque llegó a un montón de gente.